El presidente de los Estados Unidos, Alphonse Johnson, erguido frente a su audiencia, aclaró su garganta y entreabrió sus delgados labios para poder hablar.
—Ciudadanos de este enorme y acogedor país, me dirijo a ustedes, en este día, para comunicarles que los he escuchado. Ha concluido un año académico en las universidades que dejó un malestar tremendo entre todos aquellos que solo quieren el bien común del ciudadano americano: la educación. Es por eso que, en conjunto con el gobernador de California, Matthew Young, hemos decidido que enviaremos un proyecto de ley para condenar la violencia generada por aquellos grupos de rebeldes que no respeten la soberanía ni la paz que se pretende implementar en nuestra sociedad. La integridad de los ciudadanos es lo más importante, y eso incluye la tranquilidad en los espacios de estudio. Si alguien no está dispuesto a respetar eso, entonces será mejor que deje su cupo para alguien que sí esté interesado en hacer de nuestro país un lugar íntegro y armonioso, como siempre ha pensado ser. Ciudadanos y ciudadanas de los Estados Unidos, el proyecto de ley está centrado en sancionar a los irresponsables que no tienen ganas de contribuir con una mejora social y solo desperdician el privilegio de poder estudiar y, lo que es peor, perturban la tranquilidad en aquellas universidades que gozan de un prestigio mundial, atrayendo estudiantes de todas las nacionalidades, incluso de los rincones más recónditos que se puedan imaginar. A aquellos delincuentes se les acabará la fiesta, es por eso que enviaremos este proyecto de ley, esperamos que sea aprobado por unanimidad en nuestro congreso, de tal manera garantizamos la tranquilidad de todos nosotros.
Alphonse Johnson alzó su barbilla, sus gruesas cejas blanquecinas enfatizaban sus ojos marrones y su cabello canoso pareció brillarle en ese momento exacto en que esperaba cerrar su discurso.
—Si esto no es suficiente advertencia para aquellas sociedades de estudiantes que solo buscan generar caos, anarquía, rebeldía infantil, entonces tendremos que tomar medidas más extremas para poder volver a la paz y tranquilidad que suele reinar en todos los establecimientos educacionales del país. Sin otro particular, me despido de ustedes. Que tengan una buena jornada.
Incluso si la programación habitual se retomó, sentí que todo se quedó sin volumen. Mi madre, a mi lado, suspiraba y negaba con la cabeza, en cambio yo… yo estaba estupefacta. Las palabras del presidente hacían eco en mi mente y me recordaba que yo estaba metida en el conflicto, que yo podía ser descubierta, que tenía que tener cuidado a partir de ahora. Sin embargo, lo que más estaba invadiendo mi interior en este momento, no era el miedo. No, en lo absoluto, sino que se trataba de una pregunta que provocaba el choque de dos diferentes emociones: Orgullo y temor; y la pregunta era:
“¿Hemos logrado causar el impacto que se buscaba desde el inicio de “Underclass Hero”?”
Tal parece que sí, sin embargo…
—Esto es solo el inicio —dije y mi madre me miró.
—¿Inicio de qué?
—No lo sé, eso estará por verse —me encogí de hombros—. Nadie sabe cómo podrán actuar esos tipos, menos ahora con la amenaza del presidente.
—Ten mucho cuidado, Dora, no te metas en asuntos que no te incumban.
—No te preocupes —tomé la mano de mi mamá para transmitirle mi seguridad—. Te aseguro que tu hija no se mete en problemas.
Ella asintió y se puso de pie con la excusa de ir por otra taza de café, mientras que yo saqué mi móvil para mandar un mensaje al grupo, pero nuestro presidente ya se había adelantado.
Taylor – 09:54am
“Solo tengo una pregunta para ustedes”
“¿Están listos para desafiar al gobierno?”