Hopeless: Solo un poco rotos.

Decimo sexta parte: Devorar

1

 

Plop, plop, plop

 

El sonido de una gotera fue lo primero que Adair escuchó al despertar, sentía los músculos perezosos, le costaba moverse y su cabeza dolía cuando logró sentarse a duras penas. Echó un vistazo alrededor, intentando distinguir donde estaba o de donde provenía aquel goteo irritante e incesante, pero no logró ver mucho los primeros minutos porque su visión se encontraba borrosa.

 

Pasó uno o dos minutos antes de que pudiera notar que estaba sobre una alfombra, podía sentir la textura aterciopelada de la misma, y en cuanto su vista se aclaró notó que está poseía un tono rojizo muy particular. Parecía como si no hubiera sido originalmente de ese color, que alguien le hubiera volcado vino encima o...

 

El aroma ligeramente metálico, salado, le dio un indicio de lo que era realmente.

 

Sangre.

 

-Veo que al fin despiertas -No reconoció la voz que le hablaba, pero pudo notar que provenía de aquella figura sentada a unos metros de él, a la cabeza de una elegante mesa en la que parecía estar servido un festín.

 

Una risa efímera y maquiavélica complemento el ambiente.

 

¿Qué demonios?

 

- ¿Dónde estoy?

 

Cuando la figura se levantó pudo distinguir la forma de la galera que llevaba en la cabeza, y a medida que se acercaba al fin supo de quién se trataba. Era aquel payaso enfundado en azules tonalidades, el que había visto en sueños hace tiempo, quién parecía ser amigo de Belle ¿Porque entonces estaba soñando con él?

 

-Uhm, dónde estás exactamente... No es algo que pueda decirte, es más bien algo que tú deberás deducir -El payaso se detuvo estando de pie frente a Adair, apoyándose en un curioso y elegante bastón de color cian oscuro mientras le tendía la mano al rubio en una actitud que parecía tornarse amable- Verás, requería conversar contigo sobre una cosita –

 

El rubio desconfió de la mano enguantada que se le ofrecía, pero aun así la tomó oyendo la risa de aquel payaso cuando le impulsó para ponerse de pie, dejó que le llevara a la mesa y tomó asiento mientras soltaba la mano del ser, a pesar de lo extraño del sueño esta vez no parecía amenazar su vida. Claro, esto si ignorábamos los afilados dientes que parecía presumir al tener aquella sonrisa que simulaba amabilidad.

 

-Imagino que debes tener hambre –El payaso azul le hizo un gesto ofreciéndole lo que había sobre la mesa.

 

Fue entonces que Adair cayó en cuenta de dos cosas exactamente, en primer lugar: él no llevaba bozal alguno que protegiera al otro de él y en segundo: el festín sobre la mesa no era nada más y nada menos que… Órganos humanos, de hecho había en su plato lo que parecía ser un corazón bañado en sangre como si hubiera sido arrancado recientemente. Pero lo que le impactó aún más fue que aquel núcleo aun palpitaba, podía ver y escuchar los latidos.

 

-Verás, intentaré decírtelo por las buenas. Tienes que alejarte de Leah por tu bien y el de tus amigos –Adair dirigió su vista hacia el muchacho disfrazado que en algún momento parecía haberse sentado en la silla a su lado, y le miraba con una escalofriante sonrisa pintada del mismo color que toda su vestimenta. - De por sí su mente está dañada por culpa de su madre, así que le costara recordar algunas cosas, pero el factor que siempre interviene cuando está a punto de hacerlo eres tú -Su voz se tornó fría.

 

A Adair le distraía el sonido de los latidos del corazón en su plato, sentía que estaba tentándole, casi rogándole porque lo devorara pero él se estaba resistiendo ¿Porque? Quizá quería probar que era más fuerte que su enfermedad, que el hambre, o quizá porque desconfiaba de esa criatura semejante a un payaso extraño.

 

- ¿Recordar? No sé de qué está hablando, no tengo ni idea de que hablan tú o Belle...

 

-Si quieres ser libre de una vez, tendrás que obedecerme y alejarte de ella porque él los dejara atados a este lugar si no consigue lo que quiere -Lo señaló con el índice, el rubio notó entonces que llevaba las uñas pintadas de azul también, antes de cortar sutilmente un pequeño trozo de un órgano que se encontraba sobre su propio plato y llevárselo a la boca posteriormente, tentando al muchacho.

 

- ¿Él? ¿Te refieres al monstruo...? ¿O al demonio? -

 

-Al padre de Leah me refiero, por supuesto -Se hizo hacia atrás, recargándose en el respaldo de su silla mientras se cruzaba de brazos mirándole con superioridad y burla.

 

-Estoy malditamente confuso... No entiendo... ¿Qué carajo es lo que se supone que debe recordar? No vas a alejarme de Leah así como así -

 

Entonces de manera absolutamente impulsiva, el payaso se arrojó sobre él aprisionándolo en el piso con su cuerpo mientras sostenía el corazón palpitante en su mano diestra, la sonrisa lunática de la criatura había regresado.

 

-Mira, imbécil, mi paciencia no es mucha y no soy amable normalmente, así que te quede claro dos cosas...-Farfulló entre dientes mirándole- Primero que nada, ella tiene que recordar lo que ocurrió hace cinco años

 

"¿Hace cinco años? ¿Qué ocurrió hace cinco años? Yo ni siquiera la conocía en ese tiempo" pensaba en completo desconcierto el caníbal, ignorante de la realidad que estaba viviendo en su día a día, ignorante de que ella sería la única que podría sacarles de ese lugar.

 

-Y si crees que yo te pueda temer... Si acaso te crees un monstruo -Acercó tanto su rostro al de Adair que este pudo sentir su aliento curiosamente helado, los ojos grisáceos se toparon con aquel azul zafiro- Es porque no has visto lo que un verdadero monstruo sin corazón puede hacer. Es la única advertencia que te haré, no te atrevas a retarme porque cuando creas que tu situación no puede empeorar...Es cuando más imaginativo me pondré -




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