Horas de Cafe

Bachatera (Narrativa Vivencial Simultanea)

Las clases de bachata no son lugar para un escritor, y si es que desde que llegué me sigo preguntando para qué carajo vine. Bueno, en realidad sé qué vine para verte pero ahí andas dando vueltas en los brazos de ese otro hombre mientras yo me esfuerzo por marcar los tiempos del maldito pasito básico, uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis y ya me perdí ¡Que bronca! Juntar pies, separar pies y ya está ¿Porque será que me pierdo? Vos baila tranquila que te sale bien y también baila con quién quieras que también lo hacen bien, ¡Bronca y envidia! Pero no es por celoso, para nada si total, después, yo soy quien al final desembarca en tus labios…

Eso... Eso es lo que me gustaría decir pero ni siquiera se para que me invitaste o si es que pensas que vamos a llegar a algún puerto, seguro que aprovechaste el mensaje descarado que te mande, después de 5 años sin hablarnos, y quisiste sumar un nuevo compañero para el grupo o ayudar al profe a ganarse unos mangos. O tal vez, más probable, necesitabas que alguien te acompañe a tomar el colectivo porque a esta hora es jodido y vos vivís en Palpalá. Tranquila, tranquila que no importa, vos baila que para eso naciste.

Una hora, dos horas de mí mismo viendo y viendo a la gente bailar, lindo espectáculo, sirve para relajarse y de paso para darme cuenta que nunca más ni aunque me escribas dos, tres o cinco veces (bueno tal vez cinco sí), el asunto es que no pienso volver. Tampoco te molestes en sacarme a la pista de vuelta que bien viste que para esto no sirvo, al fin pude agarrar el ritmo del paso básico pero a la primera vuelta ya me pierdo y termino cerca del baño cuando nosotros bailábamos en el centro de la pista. Te agradezco el gesto, en serio, pero prefiero verte a vos bailar así que baila tranquila que te ves bella haciéndolo.

Alguien abre una birra ¡Sí! Estas son las clases que me gustan, pasan dos minutos y ya estoy con el vaso en mano y una cervecita medio llena al costado mientras el resto brinda o baila. Tal vez si no fuera por los 130 pesos que me salió la disfrutaría más ¡Bah! No es que este fea aunque sea la marca que no me gusta. Igual casi, casi que me arrepiento de comprarla, después de todo se va a calentar rápido ya que hoy decidiste que no querías tomar y yo acá quedando como borracho. Casi, casi que me arrepiento pero la verdad es que ¿quién se podría arrepentir de una cerveza estando tan fresquita? ¿En serio no me vas a hacer el aguante? Aunque sea con un trago, ¿Vos me queres ver borracho? Sabes que en realidad no me importa pero me preocupa que la cerveza se caliente.

"Media hora más y pinta la bachatera" me dijiste hace una hora y yo no pude más de la emoción ¡Imagínate! Ahora voy a poder hacer el ridículo con un público más grande, aunque tal vez el alcohol ayude, vaya uno a saber si asoma a mi consciencia la vena bachatera después del quinto vaso de cerveza.

¿Qué te digo? No me gusta ser repetitivo pero no sé qué va más: si los vasos de cerveza que vengo tomando o los muchachos que interrumpen la conversación cuando te pregunto cómo va la vida, cómo va la carrera y si es que en una de esas andas en pareja. Creo que la verdad es que más son todas esas veces que has venido a llevarme a la pista por pena o tal vez porque te gusta mi compañía (al menos con eso me consuelo). Cómo siempre ha acabado en fracaso, yo también dejándome llevar ¿Que acaso no aprendo? Después de todo es mi primera clase y no soy ningún prodigio, debería contentarme que los dos palos que tengo por piernas puedan conectar dos o tres pasos y mantenerlo así hasta que termine el tema, momento en que resignado vuelvo a la silla de plástico. Al final no fuimos a la bachatera.

Tampoco es que este mal quedarse aquí con tus amigos  y un poco de alcohol, aunque me parece un desperdicio que te hayas cambiado a ese vestido rojo que te queda tan bien, que te hace ser fuego al mover las caderas y te hace ser destello al dar vueltas cual trompo, la verdad que un desperdicio que tan poca gente sea capaz de verlo aunque para ser sincero me siento afortunado al hacerlo casi como si fuera un espectáculo privado por más que acá seamos más de veinte.

Las clases de bachata o la bachatera no son lugar para el escritor, en realidad cualquier baile o actividad que nos deje fuera de la libreta, la computadora o la máquina de escribir, tal vez un escenario cuanto mucho por lo general tras bambalinas buscando que los personajes, esos que creamos, respeten el diálogo y emocionándonos cuando no lo hacen y se dejan llevar por el alma así como lo haces ahora vos bailando allí mientras yo te dedico palabras, algunas bien elaboradas otras no tanto. Casi que me dan ganas de bailar a mí, tal vez sea la cerveza, ¡guarda que un trago más y me animo! Que importa si me ven que importa si me pierdo en el ritmo y término bailando tango o más seguramente cuarteto. Así que vos baila y baila tranquila que yo me voy preparando

Inevitable conclusión ¿No te parece? Si sumas uno y uno tenés dos,  ahora sí sumas alcohol y un poco de enamoramiento obtenes sin duda un papelón ¿Porque habría de importarme? ¿Porque habría de importarte a vos? Pienso cuando me levanto y me aproximó por última vez, tal vez en mi vida, a la pista. Te miro a los ojos y sin esperar respuesta me dejo llevar por la música. Una mano a la cintura sin vacilar y el uno al seis que aprendí hace unas tres horas, luego un giro caradura de esos que pretenden fingir que te las sabes todas. Que estupor tramposo el de la bebida, que nos hace creernos dueños y únicos en el mundo, que quita la vergüenza al dar un traspié en el tercer giro. Pero tranquila que no te de pudor vos seguí bailando que yo sé lo que hago, en una de esas llegamos al giro final.




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