Entonces... Solo ocuparse.
Con estructura o sin él.
Caminando sobre el cordel,
quiere manifestarse.
Lo alejo con la actividad,
Sobretodo, matango hormigas.
Aplastando a las amigas,
Voy redirigiendo el foco.
Será que mi rendimiento
Acompañe el padecimiento?
O ya me habré vuelto loco?
Sin esta vía, choco el camión de sandías.
Las volcó y no rompió ninguna.
Voy a cocinar a la una, a las diez, o a las once.
El matango rompió la armonía,
Le buscaré un significado.
Se trata del no mencionado
Monstruo de mi día a día.
Vaya nombre se inventó!
Para salvarme el intento.
Ostentó su pelaje al viento,
Anunció la retirada,
Y se fué sin decir hasta luego.
A servir a nuestro ego,
Como la hace en cada jornada.
La explicación a casi todo,
Es que tengo un compulsivo.
Posiciona en lo que escribo.
Cambia el traje, más no el modo.
Una tilde desubicada,
Se ha colado bajo la alfombra.
Viaja a través de la sombra,
Y me trae elementos brillantes.
Le llama la atención un algo...
Dice: Por ahí yo salgo,
Y aparece en lo circundante.
Hormigas es su apellido,
Y todo escrito en minúsculas.
Para no perder la brújula,
Cada poco me despido.
A tí, que lées mi lengua,
Y admiras la luz de la luna,
Te deseo una fortuna,
De lo que desees tener!
Y te digo, por si acaso,
Antes del próximo ocaso:
Ayudame a sostener!
A sostener el tejido.
A impulsar sangre del alma.
Saber mantener la calma,
No encontrar cómodo el nido.
Para seguir en movimiento.
Para darte lo que yo quiero.
Escarbar el agujero,
Del bunker que sin esmero... pero...
Me rompió la décima!
Embustero!
Nueva parte cuando leas.
Quedé, quedé casi mudo.
Sin tridente y sin escudo,
Analfabeto de las ideas.
No te creas que no sé,
Por dónde tejer el hilo.
Doy el punto si voy tranquilo,
Y resuelvo siempre grácil.
Ahora sí, a cocinar,
Para poderte mostrar,
Cómo es que se da tan fácil!