Paula
La alarma de mi celular suena, despertándome de un largo y reparador sueño. Miro el reloj y este marca las siete de la mañana, no puedo creer que olvidara quitar la alarma para hoy que es fin de semana. Bueno, si lo creo después de los pésimos días que me han tocado vivir.
La cita con Anthony a casa de sus padres fue bastante tensa, porque aunque le caigo bien a sus padres, su hermana me detesta y por eso las visitas son tan horribles. Simplemente parece que con solo verme, ella pierde cualquier rastro de amor al mundo y se vuelve una grosera de primera.
Reviso mi celular y aparte de mis notificaciones en redes sociales tengo un mensaje de Anthony
Buenos días, tengo práctica de tenis a las ocho y luego de eso voy con los muchachos a un evento. Paso por ti a las seis.
Hoy, como todos domingos, vamos a cenar a su restaurante favorito. Es un lugar hermoso y muy elegante, aparte de que la comida es exquisita.
No tardo en escribir mi respuesta, no vaya a ser que se moleste por dejarlo en visto.
¡Mucha suerte! Te estaré esperando. Besos.
Suspiro al pensar en Anthony. Lo conocí en la universidad gracias a que fuimos compañeros en algunas materias el primer año. Ambos estudiamos Derecho, pero él va en tercer año. Él comenzó a pretenderme y después de salidar durante seis meses formalizamos nuestra relación.
Anthony es como el chico perfecto con el que todas soñamos; es alto, guapo, tiene el cabello corto color miel, así como sus ojos y tiene un cuerpazo ejercitado gracias al tenis. No está de más decir que es amable, respetuoso, educado y de buena familia. Además de que va a ser abogado al igual que yo.
Amanda lo odia, dice que es amargado y demasiado serio para su edad. Dice también que no es el chico para mí y que cambié por él. Debo confesar que es un poco cierto, pero en mi defensa, tengo veintiún años y ya es hora de empezar a ser una mujer seria y ese tiempo para Amanda parece alargarse. No la juzgo, ella es como mi hermana y su personalidad es una de las partes que más adoro de ella, pero acepto que cada uno tiene su propio tiempo para madurar. Además, no veo a una Mandy madura ni en veinte años.
Mis padres estarán felices de conocer a Anthony, es el tipo de hombre que siempre me recomendaron y con el que les gustaría verme en una relación. Él sería el primer novio formal que llevo a casa, así que es algo importante para mí y para mi familia. Mis padres siempre me han apoyado en mis relaciones informales y estoy casi segura de que van a adorar a Anthony. Lo llevaré a casa en las próximas vacaciones, ya que como estamos lejos de casa, es el tiempo perfecto para estar todos en ella.
No puedo esperar a que mis hermanos lo conozcan en persona, ya les he contado todo de él. Mi hermana mayor, Nancy, dice que es muy parecido en personalidad a su esposo Sebastián, quien es su amor de toda la vida y con el que se casó hace poco más de tres años. A mi hermano Leo le pareció un poco estirado pero que está para comérselo y sí, esas fueron sus palabras exactas.
He extrañado mucho a mi familia a lo largo de este tiempo de universidad, los fines de semana en los que salíamos o veíamos una película todos juntos. También extraño las cenas en familia, en las que hablábamos todos sobre nuestro día. Ni qué decir de las charlas nocturnas con mis hermanos, aunque con ellos sigo teniendo esas charlas por WhatsApp, pero no es lo mismo.
Mi momento de nostalgia se ve interrumpido por una cabellera rubia que se asoma por la puerta de mi habitación, es Mandy quien me trae el desayuno a la cama.
—¡Wow! ¿Acaso olvidé nuestro aniversario? —digo divertida.
—Si maldita, ¡Estás rompiendo mi corazón! —responde limpiando sus lágrimas imaginarias.
—¡Pobrecita la bebé! —agrego riendo —¿Vamos después del desayuno a ver si hay trabajos disponibles?
—Sí, venía a proponerte lo mismo, en la noche salgo con Dan y necesito estar lista para cuando llegue —dice subiendo y bajando las cejas. Espero que haga uno de sus famosos comentarios lascivos, pero por más extraño que perezca no lo hace.
—Te gusta Daniel, ¿Verdad?
—Pues obvio que me gusta Paula. Si no, no estuviera saliendo con él. —responde con tono de obviedad —. Es que a veces se te sale lo idiota, Pau
—Sabes a lo que me refiero Amanda, no te hagas la tonta.
—Bueno…sinceramente si me gusta, pero no para ir en serio. —responde pensativa sentándose en la cama —. Más que he estado hablando con un chico guapísimo que conocí en el bar.
—Con vos no se puede Amanda, sos una alborotada.
—Envidiosa. Como Anthony no te satisface, yo soy la alborotada.
—¡Y sigues con lo mismo! —digo cansada de que lo repita cada vez que puede —¿Es que no puedes dejarlo en paz?
—Porque es cierto, y gracias a él no tuve un buen desayuno con mi amiga —reclama recogiendo los trastos —. Me voy a alistar.
—Mandy, no te enojes bebé —grito sabiendo que aún me escucha —. Nos vamos en una hora.
Me levanto de mi cama y procedo a prepararme para salir. Después de tomar una ducha rápida busco mi ropa. Necesito algo juvenil pero que inspire confianza y madurez para obtener un puesto. Me voy por un pantalón negro que se pega muy bien a mis piernas, una blusa azul rey con un escote recatado y unos tacones medianamente altos, muero por ponerme un sombrero negro divino que me va muy bien con mi atuendo, pero lo descarto pues no quiero lucir muy diva.