Prologo.

—¿Soy una mala persona? —Preguntó en cuando lo veo entrar por las grandes puertas de la azotea —¿Tengo algún problema que no pueda ver? —No me detengo, porque lo único que deseo ahora es poder conseguir respuestas a todas las preguntas que se acumulan en mi interior con frenesís —¿Soy diferente por no hacer deportes por no tener amigos o por no salir de fiestas? —Recuerdo las diferencias entre mis hermano y yo mientras una palabra se repite con constancia en mi cabeza.

"Cobarde, cobarde, cobarde"

La imagen de mi padre no me deja de torturar consiguiendo que un nuevo nudo en mi garganta se forme, lastimándome nuevamente, mientras mi corazón trata de resistir la sensación doloroso que aquel recuerdo trae a mi.

—He conocido muchas personas en mi vida —No hay miedo a lastimarme en ninguna de sus honestas palabras —Pero ninguna tan buena como lo eres tu —Toma mi mano fuerte como todas aquellas veces que estuve a punto de caer en ese pozo sin fondo que yo misma he construido para mi —Deja de pensar que hay algún problema en ti, no hay nada malo en ti, recuerdalo —Imparte caricias sobre mi mano sin importar la apretada agenda que pueda tener.

Lo que me recuerda la primera vez que lo conocí, tan guapo y tan serio como un verdadero modelo salido de alguna de las tantas serias que había visto a lo largo de mi vida. No importaba la forma en la que aparentaba ser frió y distante cada vez que me veía entrar por la puerta, no me importaba la manera grosera en la que me trato muchas veces, ni mucho menos lo mal que me la hacia pasar las veinticuatro horas del día, nunca pude mirarlo de forma manera.

Sabia que al igual que yo, el sufría en su interior con sus diferentes demonios.

Eso era lo que ambos compartíamos.

Demonios con los que luchábamos pero que nunca podíamos acabar con ellos hasta que ambos llegamos a la vida de cada uno, para poder encontrar nuestra propia salvación.

"La guerra no se gana, se necesitan soldados dispuestos a ponerle fin"

Eso era lo que yo había hecho por el y era lo que el ahora, hacia por mi.

—No todos los seres humanos nacemos para ser padres —Rompe el silencio que nos rodea desde hace un par de minutos atrás —No todos los errores de los hijos son culpa de los padres, ni todos los errores de los padres son parte de los hijos —Continúa al ver que no tengo intenciones de hablar —Así que por favor deja de torturarte por los errores de tu familia —Me pide con amabilidad, aquella que tanto lo caracteriza.

—¿Crees que pueda hacerlo? —Necesito escucharlo de la única persona importante dentro de mi vida —¿Crees que sea capaz de acabar con eso? —Lo miro y me encuentro con aquellos lindos ojos, que me miran con cariño y amabilidad.

—Estoy seguro que lo lograras —No hay ni una pizca de duda en su mirada.

—¿Lo prometes?

—Con mi vida.

Cierra una promesa que no parare hasta cumplirla.