Valledupar - Colombia.
Dentro de una habitacion muy iluminada, en donde había solo una pequeña cama bien ordena en la esquina, y en la otra esquina había una mesa pequeña con su respectiva silla de madera. Un hombre camina hasta sentarse en la silla, agarra un bolígrafo que estaba en un vaso, una hoja y comienza a escribir esta corta historia:
En el centro del bosque, un niño corre buscando algo o a alguien, al alzar la mirada el sol y el viento chocan en mi cara, pero sigo corriendo hasta cansarme y sentarme en una banca del bosque, miro nuevamente el cielo y veo como las nubes se comienzan a despejar haciendo que el sol brille cada vez más.
Sentado en banca, siento como algo desde atrás se acerca, cuando me volteo para ver que hay detrás, siento como algo me tumba y me tapa los ojos. Por todo mi cuerpo comienzo a sentir miedo y grito desesperado, al poder ver, lo primero que veo es mi amigo jorge el cual está encima mío “perdedor, no pudiste encontrarnos” jorge dice eso mientras se comienza a reír, se levanta y se sienta en la silla.
Me levanto del suelo y me sacudo el polvo de mi ropa, veo a mis cuatro mejores amigos sentados en la banca, al intentar sentarme en ella, jorge me detiene y me empuja haciendo que caiga nuevamente al suelo “no ves que estamos lleno, en esta banca no cabe nadie más”.
Mis ojos se comienzan a poner rojos y unas cuantas lagrimas intentan salir, pero me detengo al escuchar la hermosa voz de valentina “no le prestes atención a jorge, que en donde se sientan cuatro, pueden sentarse cinco” al terminar de decir esas hermosas palabras, me extiende su brazo y me levanta hasta la silla en donde me siento con una sonrisa en mi rostro.
“ahora que perdiste, te tocara encontrarnos de nuevo” dice Santiago que se encuentra sentando en la esquina de la banca. Miro a todos y les digo “bueno, pero solo se pueden esconder en el bosque, nada de esconder en casas ajenas” todos escuchan, sonríen y hacen un gesto de aprobación.
A lo lejos, veo como un señor con su mascota caminan hacia donde nos encontramos “andres ¿ese no es tu vecino?” me pregunta itala, a lo cual yo respondo la pregunta desde la otra esquina de la banca “si, ese es el señor diego”.
“ten cuidado con tu vecino, siento algo malo en el” valentina al decir eso, se esconde detrás de la banca. Comienzo a gritar hacia el señor diego para que me vea, después de un rato llega hacia donde estoy yo junto con su perro encadenado “oh... andres, que inesperado encuentro ¿Qué haces por acá?” Pregunta el señor diego, “nada, solo estoy jugando con mis amigos ¿y usted que hace por aquí?” Pregunto con curiosidad, el señor diego antes de responder mira a su perro “mi perro ha estado comiendo mucho en estos días, así que lo estoy sacando a que camine un poco”.
Mis amigos comienzan a acariciar al perro, pero este no hace ningún gesto. Itala, la cual es adicta a los perros le hace una pregunta a diego “¿Cómo se llama su perro?”, pero el señor diego no responde.
El señor diego mira el cielo y ve como las nubes oscuras cubren el cielo “bueno andres, ten mucho cuidado en este sitio, en estos días es muy peligroso estar solo. Además, pronto lloverá” al terminar de decir eso, muestra una sonrisa y se va del lugar.