Todo mi cuerpo temblaba mientras daba cada paso para entrar en la cueva, de esta salía un humo negro muy similar a los anteriores. Mi corazón estaba que se me salía, pero eso no me impedía entrar. Al entrar no podía ver nada ya que todo estaba oscuro, no tenia ni idea de por donde se había escondido Santiago.
Tenia todo mi cuerpo sucio, olía como un cerdo que hasta las moscas rodeaban mi cuerpo. Mientras me adentraba cada vez más escuche una voz que decía “aquí estoy” al instante, supe que esa era la voz de Santiago, pero incluso al escucharlo no sabía dónde estaba.
En algunas partes de la cuevana hay fisuras y gracias a eso llega un poco de luz solar, con eso logro ver un poco el camino. Cada vez me adentro más, pareciera como si la cueva fuera infinita. Me siento para descansar solo un poco, y de repente algo pasa corriendo justo al frente mío, me levanto asustado y miro para ver quien es, pero la poca luz que hay no me deja reconocer.
Una y otra vez pasa esa extraña cosa delante de mí. No aguantaba más así que agarre el hacha y espere hasta que pasara delante de mi otra vez, espere y espere, pero parecía que nunca pasaría.
Sin prestar tanta atención, rápidamente veo como esa extraña cosa delante mío, pero esta vez estaba preparado, lancé mi hacha con todas mis fuerzas hacia esa cosa, y al impactar esa extraña cosa explota, dejando un humo en el aire.
El humo que expulso esa extraña cosa entra todo por mis narices, era un poco asqueroso, pero no lo podía evitar. El humo recorre todo mi cuerpo y después de un rato logra llegas a mis ojos, sentía un dolor tremendo como si mis ojos se fueran a salir, después de un rato caigo al suelo.
Al despertar podía ver todo con claridad, el suelo lleno de tierra, las paredes llenas de rocas y todos los insectos que se encontraban en el lugar, sabia que ese era el momento perfecto para jugar.
Camino lentamente para que Santiago no sepa que estoy aquí. De repente, en una columna de madera que se encontraba en la cueva, veo como se encontraba Santiago agachado, muy lentamente camino hacia la columna, pero sin hacer ningún tipo de ruido.
Al llegar, toco los hombros de Santiago haciendo que se asuste, en ese momento Santiago casi se desmaya del susto, y al mirarnos los dos nos reímos.
Mirándolo de frente le digo “nunca me perdonaras por lo que voy a hacer, lo siento”, Santiago no entendía lo que decía y me responde “no tengo ni idea de lo que hablas. Mejor salgamos…” antes de que pudiera terminar de hablar, agarro mi soga y la amarro en su cuello haciendo que no pueda respirar.
Santiago gritaba de agonía y peleaba para poder soltarse, “lo siento, en verdad lo siento. No se que me pasa, no se hago. No se si esto es real. Intento salir, pero no puedo, siento que algo me detiene”, Santiago sin casi fuerzas, agarra una pequeña roca, pero muy afilada y me la clava en mi estómago.
De mi estomago salía sangre sin parar, pero por alguna extraña razón no sentía nada de dolor. Sigo apretando la soga hasta que el cuerpo de Santiago cae al suelo. aun sabiendo que Santiago ya estaba muerto, sigo apretando la soga hasta que la cabeza se despega de su cuerpo.