Hoy te vi.
Ha pasado una semana.
No quiero, pero en ocasiones pienso que nunca volverás a ser el chico de antes. Todo ha cambiado.
Ya no participas durante las clases.
Solo ríes por compromiso, no genuinamente. Yo lo sé perfectamente, algunas veces lo hago.
Por ejemplo, hoy la maestra de Geografía te llamó a la pizarra y te quedaste como estatua, no contestaste ninguna pregunta.
Has cambiado, y no me gustan los resultados.
Sé que el cambio es la única constante en este mundo. Sé que es inevitable que haya ciertas variaciones a lo largo que crecemos, experimentamos o fracasamos.
Pero, se supone que uno debe cambiar para bien, para ser más feliz.
¿Quién iba a pensar que tú, Darío, el chico más extrovertido y carismático del mundo se convertiría en una persona retraída y callada?
Los últimos días lo he confirmado.
No hay vuelta atrás.
Hablaré contigo, te ayudaré a salir de esta. No importa lo difícil que sea.
Te ayudaré a volver a tu antiguo yo. Antes de que sea demasiado tarde y no haya vuelta atrás. Quiero que seas feliz de nuevo y no sufras lo que a otros les tocó vivir.