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Con el corazón en el pecho, llegué al lugar, a unos metros de ti.
Te vi.
Los vi.
André no me había comentado un pequeño detalle. Que tú no ibas a estar esperándome ni que ibas a estar de la mano con mi amiga.
Después de eso, corrí a mi casa sin mirar atrás. Heme aquí, ahora, esclava de mis lágrimas que sigo derramando por ambos.