Hoy te vi.
Creo que, a veces, el ser humano se cansa de tanta rutina, de tanto hacer lo mismo o sentir lo mismo por mucho tiempo. Especialmente cuando son los malos pensamientos los que rondan la cabeza en todo momento.
Yo sé que he estado triste, estoy enojada conmigo misma, y siento que no soy la misma.
Cómo me gustaría cambiar, Darío. Cambiar para ser una mejor persona para ti.
Quiero mejorar, quiero despertar de mi letargo...
Pero he comprendido que querer no es poder.
Que aunque ponga todas mis ganas en sonreír, no puedo borrar la tristeza.
No puedo, no puedo, y eso me frusta.
Porque después de haberme sumergido en el mar de la tristeza y la melancolía, he decidido a decir basta, mas no puedo parar.
Lo único que logro es que, poco a poco, estoy recuperando la vida monótona que tenía antes de conocerte.
Quizás pueda olvidarte pronto.
Me burlo ¿A quién quiero engañar?
Todo sigue igual, al menos mis sentimientos por ti aún están.
Pero ya no los quiero. Quiero cambiar.
Te quiero a ti, mas no quiero quererte.
¿De qué me sirven si solo me provocan heridas?
Porque no importa qué esté haciendo. Cada vez que hablas, ríes o simplemente te mueves; mis ojos inconcientemente voltean a verte, Darío.
Y lo que veo no es de mi agrado, para nada.
¿En serio la amas tanto como yo lo hago?