Hoy te vi.
¿Recuerdas el dichoso trabajo que tenía que hacer con tu novia?
Bueno, desde que me pidió perdón no le he dirigido palabra alguna. Simplemente, cada vez que toca reunirnos en la clase, trato de ignorarla y concentrarme en mi parte asignada del trabajo. Es difícil, lo admito.
No me pidas hablar con ella porque no lo haré. Aunque creo que ya la he perdonado. La comprendo. El amor brota, fluye, crece sin que te des cuenta. Ella se enamoró de ti y no quiso decírmelo, ahí sus razones, tú te enamoraste de ella y ahora son felices. Sin embargo, no me pidas hablar con ella. Duele, sí, duele. No hay rencor pero duele.
Duele pensar que son felices, no hay rencor pero la punzada en mi corazón de todos modos aparece.
Así que no me lo pidas.
Mientras tanto seguiré ignorándola.