Hoy te vi.
Ayer, después de un largo periodo, me reuní con mi padre. Charlamos en su casa, fue muy larga por cierto. Lo importante es que logré mi objetivo.
—Padre, ¿puedo hacerte una pregunta?
—Hazla—respondió con su tono serio habitual.
—Sabes... Nunca te he pedido nada caprichoso en mi vida, pero ahora lo siento necesario para finalizar mi antigua etapa. Así que, ¿podrías comprarme ropa?
Su cara fue de asombro puro, él no pensaba que su mal vestida hija pidiera ropa. Bueno, ni yo me lo creía.
Luego cambió de expresión, me dio quinientos soles y la sorprendida fui yo.
Lo que hace el dinero...