Hoy te vi.
Hoy me puse a la marcha.
Me situé en mi asiento habitual y comencé a observar.
Claro, menos al lado de los desgraciados. ¡Nunca!
Mis ojos me guiaron a personas que nunca había tomado importancia. Eran bastantes, por cierto.
Había un grupo de chicas, eran seis. Reían juntas sobre un tema que desconocía. Parecían tan felices, inseparables.
Por un momento, quise hablarles y preguntarles si podía unirme a su conversación, si podía ser parte de un grupo por primera vez en mi vida. Pero no lo hice. Me di cuenta que nunca pertenecería a uno aunque lo intentase. A lo mucho conseguiría un amigo, un hermano; mas nunca una familia sin lazos de sangre como aquella.
Volteé mi vista hacia la pizarra y una lagrima cayó de mi ojo.
Había pedido mas de medio año de mi vida en intentar gustarle a un chico y no me había dado tiempo para construir mi vida.
Estaba sola por haberme aferrado siempre a un simple capricho.