Hoy te vi.
La niña no lo puede creer. Bueno, en realidad sí. En esas épocas aún conserva algo de autoestima y amor propio. Tiene la suficiente confianza para sonreírle descaradamente al muchacho y responderle esplendorosamente "Claro que sí."
El niño le devuelve la sonrisa y a partir de aquel momento unas finas hebras de atracción empieza a crecer alrededor de ellos, naturalmente como crecen las plantas.
La niña se sienta con ellos desde aquel día.
Ríe, grita, se divierte con el grupo de amigos que él tiene. La han aceptado rápidamente como una de ellos. Ella no puede sentirse más feliz y más viva que nunca. ¿Qué más puede pedir?
Paso a paso, él y ella toman más intimidad, agarrados de las manos están cuando nadie los ve.
Cuando nadie los ve, miradas de amor se lanzan y devuelven.