Hoy y Todos Los Días

3. Vaya suerte

Capítulo 3

Día 32 Enero 2.

Había demasiada tranquilidad cuando baje por las escaleras, una tranquilidad que gritaba peligro por todas partes. Avancé con cuidado hasta el último escalón, observé hasta el pasillo y el misterio de la tranquilidad estaba resuelto. Mi mejor amigo dormía con un pie afuera de la cama y la puerta de la habitación de huéspedes medio abierta. Por lo cual podía observar perfectamente su posición de oso bebé, y me divertiría bastante con él tan expuesto.

Pobre e inocente Alan.

—¡Hey idiota, vas a clases!

No logré aguantar la risa cuando esté cayó al suelo con un gran estruendo, aún más cuando cuando se levantó casi corriendo.

—¡Mierda! ¡Voy a llegar tarde, voy a llegar tarde!—. Esto era demasiado divertido como para no reír hasta caer al suelo con un dolor de estómago horrible.

Casi se estrelló con la puerta aún en su extraña pijama de unos boxers y una camisa gris muy grande. Él no había cambiado mucho en estos años, aún era un chico inmaduro muy divertido. Sobre todo era el chico que conocí hace 10 años, y se convirtió en una de mis personas preferidas.

—¿Por qué te ríes?—. Parecía molestó y esa era la señal para huir. —¡Hey no corras te voy a atrapar Enot!

Corrí pero él logro alcanzarme al intentar subir las escaleras. 

—¡Idiota más vale que me sueltes!—. Me había levantado de la cintura y yo no lograba tocar el suelo.

—¡Interrumpiste mis horas de sueño solecito!

Al llegar a la sala me recostó sobre el suelo y se colocó sobre mi. ¡Esto era malo! Igual me eche a reír recordando su caída de la cama, por estas cosas extrañaba a mi amigo.

—¡Aún te estás riendo! ¡Eres una grosera Enot!

—Yo... no te dije que te quedarás en mi casa—. No podía parar de reír aún cuando tenía el cuerpo del chico sobre el mío.

—Te ves tan linda cuando sonríes—. Su tono me daba escalofríos, era demasiado suave y acogedor.

—¡Quítate de encima!—. Mi corazón iba a mil por hora.

—Primero te haré pagar por despertarme.

Traté de golpearlo, pero su cercanía puso mi mente en blanco. Era mi amigo, pero algo ya no se sentía igual, y no hablaba solamente del leve brillo en sus ojos, o su cabello muy desarreglado caer hacía mi de una manera que revolvía mi estómago. Algo en él lucía distinto, era mi mejor amigo pero al mismo tiempo era una posibilidad distinta.

Eso era peligroso...

—Además...— esa mirada, esa mirada gritaba peligro. —Aún me debes muchas explicaciones.

—Y-yo no se de qué hablas—. Sujetó mis muñecas.

—¿Entonces no ha pasado nada últimamente?—. Tierra, por favor, trágame.

—N-no ¡Nada!

—Creí que entre los amigos no había mentiras Enot—. Su mirada se apagó de repente, él parecía estar decepcionado. Y con toda la razón.

—¡Hey!—. Estaba a punto de llorar, pero no quería hacerlo. —Te lo quería contar todo, pero creo que es un poco difícil de explicar.

No habló, y apartó la mirada aún cuando no quitaba su cuerpo del mío, era extraño que me sintiera tan mal por él en ese momento. Aproveché que se había descuidado y que yo había logrado calmar un poco mis latidos, entonces solté el agarré de mis muñecas y ante su reacción de sorpresa solo me aferré a él en un cálido abrazo.

Mi corazón como el suyo latieron fuerte, rápido, de una manera inexplicable, había un silencio en aquel lugar que únicamente era roto por su respiración agitada y la mía, por la percusión de sus latidos y los míos. Cuando ambos recuperamos el aliento, me aparté un poco de su cuerpo y aún cuando no quería busque su mirada, tomé un rostro algo caliente por su sonrojo y hablé suave.

—También ha sido nuevo para mi desastre humano.

—Lo lamento solecito creo que me he enojado y te lastimé.

—Yo lo siento Alan, debí haberte contado pero no volví a saber de ti, y tú teléfono se había perdido.

—No te preocupes. Pero por favor solecito... Prométeme algo—. Pase mis manos por sus hombros y las entrelace.

—¿Qué quieres tonto?

—No me dejes por él—. No sabía a qué se refería exactamente pero temía ser inoportuna al preguntar.

—Jamás cambiaría a mí mejor amigo.

Además, lo que siento por Jayce es algo más complicado.

—¿Puedo besarte?

—Te golpeare si lo haces.

—Debía intentarlo.

Talvez respondí de manera madura, pero mi corazón latió con tanta fuerza cuando sus palabras llegaron a mis oídos. Estos idiotas no hacían más que confundir mi cabeza, eso me hacía tener ganas de golpearlos.

(...)

—Solecito...

—¿Qué quieres?

—¿Puedo abrazarte un poco más?

—¡Joder Alan, quítate de encima!

—Hace mucho no te abrazaba solo un poco más—. Creo que no le podría negar que fuera tan empalagoso, había sido un mes entero desde que nos separamos.

—Solo un poco tonto—. Apretó con fuerza mi cintura y yo me recosté en su hombro.

Talvez fue su respiración, o que su buen cuerpo filtrara la mitad del sonido a mí alrededor, talvez fue todo él que me llenaba de paz, talvez por eso no escuché la puerta o los pasos en el pequeño corredor.

—¡Perdón por no venir más temprano come lib...

¡Mierda!

—¡Hey tonto quítate de encima!

A quién mate en mi vida pasada como para merecer esto. Joder recién le había dicho al chico frente a mí que pensaría las cosas, y justo al siguiente día me encuentra en una pose comprometedora con mi mejor amigo.

Vaya suerte del carajo Miller.

—¡Sólo un poco!

—¡Qué te quites!

—¡¿Por qué te alteras tanto solecito?! ¿Qué pa... —. Se giró hasta encontrarse con el pelinegro con dos café en una mano y con una expresión que no quise descifrar y él idiota le sonrió. —¡Oh! Hola Jayce.

Como si no había sido suficiente con encontrarnos así, te voy a matar Alan Harrison.

—Hola Alan—. Si supieran la forma en la que arrastró las palabras sabrían con facilidad porque me altere tanto. O porque me aparté de golpe de mi mejor amigo.




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