18.
15 de enero
—¿Has dormido bien?—. Las cosas habían mejorado.
Jayce bajo perezosamente por las escaleras, con su cabello negro despeinado con tanta ternura que daban ganas de comerlo de un mordisco. Vaya, eso ha sonado indecente en muchas formas.
—¿Umm? Si lo hice come libros—. Mi sonrisa se extendió.
—¿Tomarás un baño o vas a desayunar?—. Poco después de levantarme con muy buenos ánimos tomé un leve baño y me dediqué a preparar el desayunar. Esa era la explicación del exquisito olor proveniente de la cocina.
El pesado soltó una risita cuando tomo asiento frente al mesón. Justo luego de decir:
—V-voy a desayunar—. Aún no podía parar de reír y yo no podía fruncir más el ceño.
—¿De qué te ríes?—. Pregunte extrañada, no veía lo gracioso.
—De nada.
—Dime...
—Pues... justo ahora sentí como si estuviéramos casados—. Mis mejillas ardieron tanto que tuve que apartar la mirada. ¿Cómo podía pensar en eso ahora?.
—¿Quieres ser golpeado?—. Tomé el primer utensilio de cocina que encontré, que casualmente fue una espátula.
—¡N-no! ¡Lo siento come libros!—. Sonrió coqueto y mi ira aumento.
—Toma tu desayuno y ve a tomar un baño.
Asintió de manera rápida muchas veces sonriendo más.
(...)
Ni siquiera sé que iba a hacer a mi habitación, así que ignoré el hecho de que había subido las escaleras y regrese exactamente por donde había venido.
Creo que fue cuando lo vi. A Jayce sobre el piso de la sala, observando con tanta concentración un par de libros viejos que fue imposible no ceder ante la tentación y bajar con tanto sigilo las escaleras que ni siquiera vio venir a una chica saltado sobre él.
—¡Te tengo!—. Se quejó un poco, aunque se hecho a reír conmigo al tiempo que me tomaba de la cintura.
—Es bueno que la come libros volviera—. Dijo aquello en un hilo de voz.
—Es bueno estar de vuelta—. Susurré al rodearlo con mis brazos.
—¿Estás bien ahora?—. Su mirada de preocupación hizo latir fuerte mi corazón.
—Ahora lo estoy.
Aún sobre él.
Alcé mi mano.
Parpadee con lentitud.
Me susurré a mi misma que esto no estaba bien.
Me acerqué. Talvez más de lo que debía, pero no más de lo que quería.
Y lo besé. "Estoy mejor gracias a ti" quería decir eso, pero estaba demasiado ocupada mezclando su aliento con el mío. Los labios de Jayce eran suaves y su aliento a menta invadía mi boca junto con una extraña sensación que se me hacía familiar.
Pero eso fue lo último que me importó en aquel momento, una sonrisa de satisfacción pura poso en mi boca cuando Jayce apretó suavemente mi cintura y se encargó de profundizar el beso. Juro que todas las ganas de este momento que ambos habíamos guardado justo ahora ardían en nuestras respiraciones agitadas, en el suave y tímido toque de nuestras lenguas.
La palabra infinito en mi vocabulario podía tener muchas definiciones, están los infinitos efímeros y los infinitos infinitos. La semana antes de conocer a Jayce era un infinito, solo eso, sin descripción especifica, y justo ahora el beso entre él y yo, donde solo existíamos nosotros, ese era nuestro pequeño infinito.
Escuche cierta vez "En el momento en el que mis labios toquen los tuyos, ese será mi primer beso, porque dudó que haya sentido algo como esto antes". Y sentí que tomaba sentido, nuestra conexión mediante ese beso era del tipo que rompe el cielo, te roba el aliento y te lo devuelve. Destruye el universo y crea galaxias efímeras.
Lo último que llegó a mi mente en el momento justo en el que nos separamos y por segundos nos quedamos simplemente ahí, en silencio, viéndonos a los ojos fue: "Me habría gustado poder guardar este beso en una botella y tomarlo en pequeñas dosis cada hora o cada día, talvez cada segundo, siempre y cuando tuviera sed de ti".
(...)
Viendo su rostro, y siendo consciente de lo que acababa de suceder, el deja vú que me invadió cuando toque sus labios tenía sentido... Los torpes recuerdos del festival regresaron, y eso explicaba el porque de repente mi rostro se empezó a tornar de un color rojo carmesí.
—¿Ya había hecho esto antes?—. Me aparte un poco del cuerpo de Jayce.
Nuestras respiraciones se habían calmado, sin embargo con los recuerdos que recién había recuperado tenía suficiente como para ir reservando una cirugía de corazón, el mío pronto dejaría de funcionar.
—En el festival—. Sus mejillas ardieron tanto como las mías.
—¿Qué estaba pensando? ¡Joder!—. Esto lo dije más bien para mí misma. No porque me arrepintiera, sino porque no estaba en mis sentidos al hacerlo. Imagino lo mal que se debió sentir Jayce.
—¿Enot?
—¿Umm?—. Respondí aún tratando de esconder mi rostro por la vergüenza.
Yo había besado a Jayce. Además estaba completamente ebria, ¿A caso le hice algo más? A estas alturas creo que la Enot borracha es capaz de todo. ¡Joder! Nota mental, no volver a tomar una sola gota de alcohol.
—¿Te arrepientes?—. se muerde el labio... parece estar preocupado.
—¡Dios no! nunca me arrepentiría de besarte Jayce—. Suelta un suspiro de alivio y sonríe para si mismo.
Y por la manera en que se me queda viendo luego puedo asumir dos cosas. la primera es que le ha complacido mi respuesta, y la segunda que quiere preguntar algo.
—¿Qué?
—N-no no era nada—. Claro que era algo, lo podía ver en su rostro.
—¡Joder!...— Solté un suspiro de resignación. —¡No me digas que te hice otra cosa!
Por la expresión que siguió en su rostro, había dado en el blanco. Si los golpes mentales que me daba justo ahora en verdad pudieran causarme dolor, yo misma ya me habría mandado al hospital.
—¡Vamos Adams! ¡Suéltalo!
—Es que no fuiste tu—. Soltó una suave risa que a penas escuche, pero que, me detuvo el corazón.
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Editado: 13.03.2024