Hoy y Todos Los Días

26. El Rey Triste, y Una Fuerte Discusión.

26.

Si las personas fueran posibilidades.

¿Cómo empieza? Con un niño que escribió meramente un nombre en una página vacía, alguien que estaba compartiendo cada pequeño detalle de como se sintió el día en el que nos conocimos, y los que le siguieron a ese.

Al menos eso pensé al principio.
Un niño que era joven y sabía lo que era tener días buenos y días malos. Que un mal momento, no era una mala existencia.

Jayce Adams, es el idiota más perfecto del jodido mundo. Hoy tenía un turno doble, a cambio de eso no trabajaría el resto de los días que quedaban antes de volver a la escuela, lo que a partir de hoy, es más o menos en 7 días.

7 jodidos días que están ardiendo en mi alma, como si el fin del de mundo estuviera a la vuelta de la esquina. Y ¿Por qué? Porque los 2 meses terminan.

Papá y yo organizamos el librero por la tarde, primero el de la sala, y luego el pequeño de su habitación. Al final le dije que tenía algo urgente que leer, y si, eso es "Si las personas fueran posibilidades" por Jayce Adams, el chico que según yo un día será un escritor increíble, porque un gran ser humano ya es.

Busque una tasa de café, tomé la libertad de mi tiempo, y aunque era enero (El clima era bastante cálido) me puse una de más mejores pijamas, de flores rosas, acomodé mis almohadas, me lancé sobre la cama y admiré la libreta antes de abrirla, y empezar a leer el contenido.

¿De qué se trataba el libro? La verdad era un poco complejo, al principio pensé que solo eran notas y poemas, luego note que el contenido era bastante variado. Habían relatos y cuentos, dando razón a su título, realmente las personas eran posibilidades.

Pasaron talvez dos horas cuando llegue al último relato. Si soy sincera ame cada palabra que el niño de 9 o 10 años escribió, incluso leí más de dos veces algunos. Pero entre todos ellos, el cuento que relato al final fue el único que doblo mi corazón.

Pero entre todos ellos, el cuento que relato al final fue el único que doblo mi corazón

El Rey Triste

En un reino, donde las personas eran bondadosas, empáticos, generosas y llenas de amor unas con otras. Un reino que se podría definir en simples términos como "El lugar más feliz del mundo".

Donde las personas pensaban en los demás antes que ellas mismas, donde no había razas, sexos, edades, o diferencias, más bien las pocas que habían los hacían valorarse entre ellos mismos.

Toda la felicidad se podía ver en cada rostro sonriente en cada habitante. Pero, por toda esa felicidad se pagaba un alto precio. Su rey, un hombre lleno de bondad, y cariño jamás había sido feliz.

Su corazón carecía de calor, como de amor o cualquier otra emoción.

Su expresión era siempre la misma, sus ojos desinteresados, su boca en una línea recta, y su corazón a penas podía palpitar. 

Notando esto, las personas decidieron hacer algo.  Y así, le presentaron a toda clase de jóvenes al rey, llenas de belleza y talento, esperando que escogiera una como esposa.

"Talvez el rey sea feliz si recibe amor", pensaron todos. Más el rey seguía frío, y luego de elogiar a las jóvenes que se le presentaban no mostraba el más mínimo interés.

Fracasaron en su intento de hacer feliz al rey.

Talvez su destino era estar solo. Por el resto de su triste vida. Talvez incluso él lo prefería así.

Eso pensaron ellos, eso pensó hasta el mismo rey. Hasta que ante él, dos guardas alterados presentaron a una persona.

Desde su llegada no había apartado su rostro del suelo, puesto de rodillas, lo que hizo imposible para el rey, saber si era un joven, un niño o talvez un anciano entre ropas viejas.

—¿Por qué traen a esta persona ante mi?—. Los guardas se observaron entre ellos antes de hablar.

—Ha infringido la ley... Robando por la ciudad.

Nadie robaba, o no al menos que tuviera una buena razón para hacerlo. Así que está persona debía hablar y defenderse primero. Era responsabilidad del rey que hacer con ella a partir de su respuesta.

—Levanta tu cabeza y dime tú nombre—. Ordenó el rey.

Lentamente la persona, con varias capas de tela, dejando a penas su rostro descubierto miró desafiante al rey.

El rey al ver su piel clara, sus ojos café claro y su hermoso cabello castaño que no había notado, se quedó quieto del susto. Sintió algo rato en su pecho, fue como si por primera vez realmente su corazón estuviera latiendo.

Y hubiera sentido un calor extraño.

—¿Cuál es tu nombre?—. Repitió, pero esta vez con sus ojos más relajados.

—Cass—. Susurró la chica, pero el rey había escuchado perfectamente.

—¿Por qué lo hiciste Cass?—. No importaba porque lo había hecho, pero sí que la voluntad del rey era que esa chica se quedará a su lado.

—Porque lo necesitaba... Hubiera muerto de hambre si no robaba esa jodida manzana—. Algo grosera. Eso hizo que el rey soltara una pequeña sonrisa.

Talvez por primera vez en una larga vida. 20 años para ser exactos. Por eso la sorpresa de todos en la sala.

—¿Qué te parece trabajar aquí Cass? Ya no volverás a robar manzanas lo juro.

La chica miró al rey, y el rey solo pensó que ella era realmente hermosa. Además que si tenía suerte algún día podría ser vulnerable ante Cass.




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