7.
Su humor era del asco, y eso que la noche anterior había estado pegada a Jayce. Aferrada a su cuerpo de tal manera que parecía tener miedo de que este escapara en cualquier momento.
Se disculpó tantas veces que su voz a penas funcionaba en un tono agudo esa mañana, tenía los ojos hinchados, y la mirada perdida.
Con que así se sentía ser destrozada por alguien que quieres. No era la primera vez que algo así pasaba, pero nadie es capaz de acostumbrarse a algo como eso. Nadie puede disfrutar de las cenizas cuando el fuego aún no ha terminado de extinguerse.
—¿Quieres que te lleve a un lugar para que despejes tu mente?—. La chica que se aferraba a él aún sobre la cama, entre las sábanas, sintiendo su calor, no era capaz de mirarlo a los ojos.
—Me gustaría—. Murmuró distraída Enot.
Cualquier cosa que la hiciera olvidar la realidad al menos un par de horas, sería mejor que nada.
—¿Quieres ir a tu casa primero?—. Jon seguro estaba preocupado, pero todo era decisión de Enot en este momento.
—No quiero ir allí ahora—. Su papá partiría en dos a Alan si descubría que había hecho llorar a Enot.
—Esta bien, está bien... No iremos—. Jayce la llevo aún más a su pecho, haciendo sentir un poco más segura a Enot.
—Gracias...—. siempre que ella mencionaba esas palabras, sabía que eran sinceras.
De hecho todo en cuanto a Enot, al menos en cosas importantes venían del corazón primero.
Jayce habló con sus padres luego de llevarle el desayuno, ella no quería ver a nadie, pero terminó por ser acompañada por Claris. Quien por suerte hizo todo por distraerla.
Mientras Jayce y su madre salían por algunas cosas para ella. Suponían que no querría ir a su casa, pero Jon estaría demasiado preocupado. Por lo que, mientras su mamá se encargaba de la ropa y todo lo demás en la primera tienda que encontraron. Jayce habló con él, y luego con sus amigos, principalmente Marcus, Nora y Aspen.
—¿En cuánto puedes estar aquí?—. Mencionó. Estaba en una llamada con Aspen, ayer le mencionó que Enot no se sentía bien.
Claro que evitó mencionar el porque.
—¿De qué hablas? Yo llegué hace una hora—. No esperaba menos de esa chica.
—¿Puedes traer a Marcus y Nora? No creo tener tiempo de hablarles, tengo que hacerme cargo de algunas cosas para el viaje.
—Confía en mi, todos estaremos en menos de una hora fuera de tu casa—. Sonaba confiada, aún cuando seguro estaba sin energías por el viaje tan largo.
—Gracias hámster rosa—. Murmuré suave.
—Me teñiré el pelo de nuevo idiota—. Umm, se le veía bien rosa.
—Okey, nos vemos—. Terminó la llamada justo a tiempo.
Ya que su madre salía de la tienda. El viaje de regreso a casa no fue complicado, además su mamá no había hecho más que unas pocas preguntas que Jayce respondía con frases cortas.
—¿Me haces un favor mamá?—. Jayce habló antes de salir del auto.
—El hotel lo reservé antes de irnos cariño...
—No es eso—. La detuvo.
—¿Entonces que es?
—Veras...
(...)
Empujándose unos a otros, luego de muchos abrazos de parte de Aspen y Nora a Enot, terminaron por acomodarse en el auto (Una nueva van con la que había aparecido Aspen). Al final no solo fue ella, Nora y Marcus, sino también Iris y Lukas, quién había sido tomado de conductor.
—¡Iremos a la playa!—. Gritó Aspen, tratando de animar un poco el ambiente una vez que el auto arrancó.
Nora fue tomada de copiloto, y disfrutaba de una conversación con Lukas. Iris, Aspen y Lukas hablaban sobre su próximo año escolar, y como las chicas habían quedado en la misma universidad, claro que ambas en diferente carrera. Mientras Aspen había escogido Artes Liberales, Iris se fue por psicología y conductas humanas.
Ciertamente iban de la mano con sus carreras universitarias.
En cuanto a las personas que parecían estar en su mundo en el fondo del auto. Jayce no le había mencionado a Enot a donde iban, pero estaba claro que Aspen ya lo había gritado a los 4 vientos. Ella estaba lo suficiente distraída, como para prestar atención en algo que no fuera, o su cuerpo recostado en el pecho de Jayce, o ella viendo por la ventana.
Desechada por el mundo, y suspensa en las cosas que pasaban por su cabeza. Una de ellas era la idea de no poder perdonar a su amigo nunca. Pensar que las personas eran momentos, y los momentos no son para siempre, dolía.
Sin darse cuenta había empezado a estrujar la camisa de Jayce, la cual ni siquiera fue consciente de cuando había tomado. Este solo la sujetó, dando a entender que estaba ahí. Luego la llevo hasta su boca dejando un suave beso en ella, ambos estaban sumidos en sus propios mundos, donde por segundos que parecían vidas.
Eran eternos, al menos para el otro.
—¿Estás bien con esto?—. Salir a un día donde recién le habían destrozado el alma no era una buena idea.
Pero él ya tenía en mente un plan, donde esto era necesario.
—Estoy bien... Además escuché que incluso mi papá viene—. ¡Agh! Soltó Jayce para sus adentros, seguro Claris se lo había dicho.
—T-trate de detenerlo pero dijo que me robaría a su hija esta vez, y que no permitiría eso—. Enot soltó una risita por lo rápido que estaba hablando Jayce.
Ese chico tenía ese poder, hacerla sonreír cuando el mundo entero la había hecho llorar. Porque ellos, aún en las simples miradas, en los silencios, en las sonrisas sin explicación tenían una conexión, de esas que no se explican, solo se sienten.
—Estoy bien con nuestros padres vengan... Parece divertido con incluso los chicos.
Ya es perfecto solo porque estás aquí... Quiso decirlo, pero Enot se quedó inconsiente el resto del camino. Algo bastante común, de hecho Jayce incluso soltó una risita por el deja vú que sintió cuando la chica se quedó profundamente dormida.
—¿Ella, está bien?—. Habló Lukas con cautela.
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Editado: 13.03.2024