Extra 1.
Tenía un examen de biología.
Ahora imaginen lo difícil que es tratar de estudiar cuando tienes a alguien entre tus muslos lleno de ganas.
Y peor aún.
Que ese alguien tenga la cara más linda, más tierna, y más caliente de todo el jodido mundo.
—Detende—. Pedí, y él me ignoró.
Se acercó un poco apoyándose en mis piernas hasta llegar a mi boca, y dejó un beso ahí. Suave, lento, fugaz que me dejó con ganas de más.
Por poco logré saborear los dulces de fresa que hace nada Jayce comía.
Perdí el control cuando solté mi libro de apuntes y me levanté un poco de la cama, solo para disfrutar un poco más del sabor de su boca.
De la mía y la suya, de ambas fusionarse.
Que algun día tengan así de ganas, y también alguien como Jayce Adams.
—Hablo enserio—. Lo empuje de los hombros cuando la cordura me cayo al cuerpo.
—Yo no hice nada—. Le resto importancia al asunto.
Resaltando el hecho de que, en efecto, fui yo quien le siguió la corriente.
Mantén la calma Enot Miller.
Se que es difícil con un pelinegro, alto, tierno, con piel de oveja, pero eres capaz de muchas cosas.
De cosas increíbles como diría mi papá, ufff y espera que le dé la queja de ahora su yerno quiere darle nietos ahora.
—Una más y te vas a tu habitación—. Que justamente esta al lado.
¡Ja! El maldito karma.
—Me voy a comportar—. Asegura y entre cierro los ojos.
No le creo ni un poco.
Pero vuelvo a la anatomía del cuerpo humano, y aún me pregunto porque diablos tengo que llevar una clase como esa, ¡Por dios! Estudio "Dirección cinematográfica, y creación de guiones" no algo donde tengo que saber dónde están las estructuras macroscópicas del cuerpo humano. Y además el estudio de los tejidos a la histología, y el de las células a la citología incluyendo a la biología celular.
¿Quién carajos dedujo que lo necesitaba? Nos debemos una charla de golpes.
—¿Y si te ayudo?—. Jayce me dedica una sonrisa.
La misma que me dedico cuando dijo inocentemente que me llevaría a pasear, y terminas nadando en ropa interior en un lago.
Solo recordarlo me tiembla el cuerpo, hacía un frío del asco.
—¿Cómo piensas hacer eso pesado?—. Me muestro interesada.
Sé que es un juego.
Sé que esta pensando en como obtener mi atención.
Lo peor de todo es que me gusta dársela. Jayce hace las cosas más interesantes.
Siempre explota mi mente. Talvez por eso me enamore de él, talvez por eso lo seguiré amando lo que nos quede de vida.
Y espero que eso sea unos 100 años a su lado.
—Tu déjame eso a mi—. Me obliga a incorporarme.
Se posiciona frente a mí. Y estoy algo confundida.
Sus manos abordaron debajo de mi ropa, comenzando a subir por mi abdomen lentamente.
—Este es el inicio de la cadera—. Deslizó suavemente sus manos.
Todo mi cuerpo estaba cayendo ante él.
Ante la delicadeza de sus manos, antes lo suave que era cada vez que nuestros cuerpos de rozaban. Podría hacer esto por siempre.
—¿Recuerdas a ese chico?—. Subió hasta llenar a lo último que cubría mi camisa.
Y volvió a bajar despacio.
Mierda, faltó muy poco.
—N-no se de qué hablas—. Por mi tono agitado era obvio que, por poco y ponía atención a sus palabras.
—El chico que te sonreía mucho en el último viaje de la universidad que hicimos.
Le ayude a Jayce a deshacerse de su camisa. Con tan poca paciencia que no la rompí porque era de mis favoritas.
En su dorso descubierto frente a mí, seguían las manchas de mis uñas, seguían ahí las evidencias de que este chico eligió ser mío, de que nos entregamos y que ni siquiera existe la palabra "arrepentimiento" en nuestras mentes.
La situación me tiene maravillada, talvez no era cuestión de que no quería enamorarme hace dos años, era más bien el miedo a querer a alguien de la forma en la que lo hago ahora, lo que en realidad me aterraba.
Porque Jayce puede hacer el desastre que quiera conmigo, y pasa lo mismo con él.
Podemos hacernos pedazos, y puedo asegurarte que ninguno sería capaz de curarse. Y ese es el jodido punto, amo la certeza de que no nos vamos a hacer daño.
Porque si, dirás, dos chiquillos de 19 que no han vivido una mierda.
Y no estás tan equivocado, talvez no hemos vivido tanto, pero si, tenemos esa seguridad de que lo vamos a hacer juntos.
Tanto él como yo estamos dispuesto a mucho más de lo que podría imaginarse cualquiera. El amor según yo es un poco así, ser uno mismo, serte fiel y libre, y justo después de eso elegir a otra persona con la cual aún en tu plena libertad estés dispuesto a otorgarle un pedacito de ti.
—Aun no sé quién es.
—Te miraba mucho—. Gruñó Jayce
Me recostó suavemente en la cama. Y se quedó unos segundos solo observando hacia mí. Con sus ojos llenos de deseo, los míos bajaron a su abdomen, a lo bien que se veía caliente.
Con esa mirada de desesperación que le quedaba tan bien, justo en el momento donde olvidaba el caballero que es, y se convertía en algo un poco más salvaje.
—¿Ah, sí?—. Por dios, es mala idea.
Pero como amo verlo molestó.
Porque amo ver la parte de él que solo me muestra a mi.
—Si... Te miraba aquí—. Beso mi rostro y yo lo atraje más.
Porque estaba hambrienta, porque lo único que quería devorar era a un pelinegro que me ama hace más de 10 años.
—¿Y donde más?—. Volvió a mi camisa, y las subió hasta que...
Ya no había cubierto nada.
—Te miraba mucho aquí.
—¿Estas celoso, pesado?—. Levanté una ceja y sonreí.
Me miraba ansioso. Como quien mira algo que jamás se cansará de consumir.
Me miraba sobre lo que me quedaba de ropa y juraba que acabaría con ella en un instante.
Talvez paso un minuto o más cuando él soltó eso...
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Editado: 13.03.2024