Huellas

Capítulo 18

– Ven, quiero que veas algo. 
Me pongo de pie y lo sigo lentamente a través del pasillo en dirección a su habitación, pero pasamos de largo hasta llegar al final de este. Estamos frente a una puerta de madera, bastante roída por las esquinas y con un cerrojo medio oxidado. No había estado nunca en esta parte de la casa. Matías abre la puerta y se aparta para que yo pueda pasar. 
Entramos en una habitación oscura y húmeda. La puerta se cierra tras de él y nos quedamos en la completa oscuridad. Veo con dificultad el cuerpo de Matías acercarse al mío lentamente hasta que quedamos tan cerca que logro sentir su respiración en mi piel. Yo choco contra una mesa que hay detrás de mí y me quedo totalmente paralizada. Su cara roza con mi mejilla y podría decir que mi corazón dejó de funcionar en ese justo momento. Pasa su cuerpo a mi lado y en cuestión de segundos la habitación se ilumina completamente.
– Solo quería prender la luz, no te asustes. –Diciendo esto se voltea y yo logro liberar todo el aire que estaba conteniendo en ese momento.
Ya iluminada logro ver toda la habitación claramente. Hay un sofá y una mesa en una esquina, con diferentes objetos encima, polvorientos y sin orden alguno. Al fondo hay una escalera y Matías la sube ágilmente. En la mitad de la escalera, se voltea y me tiende uno de sus brazos hacia mí.
– Toma mi mano. –lo que me hace salir de mi estado de shock. 
Tomo su mano y subo los escalones. Él abre la trampilla y yo subo tras él. Al salir estamos en  el techo de la casa, rodeados de copas de árboles y bañados por la luz de la luna llena, luz que no se compara en nada a la de la habitación anterior. Esta luz recorre cada espacio, cada centímetro de mi piel, lo abarca todo, y llena la profunda oscuridad de la noche con su brillo sencillo y perfecto.
Nos sentamos, uno al lado del otro sin soltarnos de las manos.
– No te he visto desde ayer. Te extrañé. –por Dios que dije. La frase salió de mis labios sin yo permitírselo. Me encojo de hombros esperando que no le de mucha importancia a lo que le dije.
– He estado bastante ocupado con el trabajo. –Dice y posa sus ojos en los míos. – Yo también te extrañé.
¡Él también me extrañó! Me quedo meditando si lo habrá dicho por cortesía o porque verdaderamente lo siente. Pero da igual, lo dijo y me siento feliz.
– Supe que fuiste al hospital hoy a ver al señor que se le quemó la casa. ¿Cómo está él?
– Hoy le dieron de alta. Él está bien. Se va mañana con su hija del pueblo.
– Me siento mal por él. Es un buen hombre.
– Si, lo es. Matías, tengo algo que contarte. –Él me hace una seña con la cabeza y yo continúo. –Hoy pude recordar muchas cosas sobre mi vida.
– ¿Pudiste recordar? ¿Qué...?
– No fue todo pero si lo suficiente, por lo que he decidido quedarme aquí en el pueblo. Recordé a mis padres, mi mamá falleció y mi papá al parecer desapareció de mi vida. No tengo a donde regresar, por lo que he decidido dejarlo todo atrás. Buscaré un empleo y hablaré con el alcalde. Me quiero quedar aquí con ustedes, si no les importa claro.
– No me importa de verdad. Por mí está perfecto. Me encantaría que te quedaras. –Su rostro se iluminó con la última frase y sé que el mío está destellando de la felicidad. –Puede que estos días me haya enojado un poco contigo, como el día del hospital y así. Lo lamento de verdad. Pero es que no quiero perderte, Celeste.
– Y no me vas a perder, nunca.
– Me lo prometes. –Su rostro está muy cerca del mío y en sus ojos puedo notar algo de tristeza. Yo tampoco quiero perderlo. Quiero que él esté junto a mí y poder estar a su lado siempre.
– Te lo prometo.
Y mientras mis palabras llenaban el aire, sus labios tocan los míos. El calor de su cuerpo me inunda y me recorre completa. Me basa lentamente, sintiendo cada momento, saboreando cada espacio, haciéndome suya con solo un beso.



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En el texto hay: amnesia, romance, misterio drama

Editado: 01.05.2021

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