Matías no ha cambiado la inexpresión de su rostro, aunque ahora ya no me mira.
– Tienes que ir. Necesitas conocer tu pasado. –Sus labios dicen palabras que sus ojos contradicen, esos ojos que me piden a gritos que me quede.
– El chico tiene razón. Si no conoces tu pasado como piensas construir un futuro. –Hasta ahora Valeria no había dicho nada, pero sus palabras no podrían ser más certeras.
Me quiero quedar pero al mismo tiempo necesito irme. Necesito ir a armar las fichas del rompecabezas, que la vida se empeñó tanto en separar.
– Iré a Bersey.
Ya mis palabras están dichas y ya no hay vuelta atrás. Solo espero no arrepentirme de mi decisión. Espero que lo que descubra allí, no me duela más que estar sin mis recuerdos. Que la verdad no me cambié mi presente.
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El tren sale dentro de diez minutos y Matías no ha regresado. Tal vez, como yo decidí irme, a él no le importe despedirse de mí. Tengo miedo que no pueda ver su cara antes de ir a luchar contra mi pasado.
– ¡Celeste! –gritan desde la entrada. Esa voz es inconfundible en cualquier parte del mundo.
– Aquí Mary. –levanto la mano derecha para que pueda verme y ella corre en mi dirección. Al llegar a mí, me recorre con sus brazos y me da un abrazo tan fuerte que casi me deja sin aire. Durante estas semanas ella ha sido como mi hermana para mí. Yo también la voy a extrañar.
Al levantar la vista pude ver a Matías. Así que decidió venir, o sea que no me odia.
– Te voy extrañar tanto. ¿Por cuánto tiempo te irás?
– No tengo idea, pero voy a regresar. Eso te lo prometo.
– Está bien. Cuídate por favor y no hagas ninguna estupidez, ¿sí?
– Claro. –las lágrimas empiezan a asomarse en sus ojos, así que mejor aparto la mirada para no empezar a llorar en este momento.
– Matías, gracias por todo lo que has hecho por mí. Espero volver pronto.
– Yo también espero que podamos volver pronto.
– Si... espera, ¿podamos?
– Sí. A caso pensabas que te dejaría ir sola. Iré contigo.
– Pero, ¿y tu trabajo?, ¿y Mary?
– La temporada de caza se canceló, así que por mi trabajo no te preocupes; y Mary tiene que estudiar así que se quedará aquí. Iré contigo, quieras o no.
– Claro que quiero que vengas conmigo. De veras te lo agradezco.
Un aviso sonó en la bocina de la estación para que todos subieran al tren. Le doy otro abrazo fuerte a Mary y subimos al tren.