Huellas

Capítulo 25

Termino deprisa mi desayuno, o más bien me atraganto con él, me levanto de mi asiento y me dirijo a Julia que está parada a mi lado.
  – ¿Julia, no sabes dónde pueda estar Matías? Es el chico que vino conmigo ayer.
  – Ah... él. No señorita, no lo sé.
  – Ok. Bueno me vas a enseñar la casa, no
  – Así es señorita. Vamos, le voy a enseñar el jardín.
  Mientras dijo esto, se dio la vuelta y yo la seguí a pocos pasos, admirando la belleza del lugar. Si antes pensaba que esto era grande, pues estaba bastante equivocada, es enorme. Atravesamos un total de diez habitaciones antes de poder llegar al jardín.
  Al salir al exterior, un aire frío primaveral entró en mi sistema respiratorio, pero aun así se siente reconfortante. Las flores están en su mejor momento y el jardín las abraza de una forma encantadora. Los arbustos están cortados a la perfección, representando diferentes formas.
  Julia me contó algunas cosas de la casa y de mi padre, en lo que paseábamos por todos los rincones del lugar. 
  – ¿Que hay por allí?
  – La piscina de la casa, ¿quiere ir a verla?
  – Sí. –le digo mientras entramos en el área de la piscina. 
  Al llegar a ella, pude percatarme de una figura sentada en uno de los bordes. Al reconocer de quién se trata, este levanta la cabeza y nos quedamos unos minutos mirándonos a los ojos. Aún después de todo este tiempo, me es inevitable no perderme en esos ojos negros. Le digo a Julia que me espere en la mansión y ella me hace un gesto con la cabeza y se retira.
  Me acerco a donde él está y Matías susurra algo, que no entendí muy bien, aunque me pareció que sus labios dijeron “lo siento”. Su rostro parece cansado y mantiene la cabeza gacha. Me siento a su lado.
  – ¿Que dijiste? No pude escuchar bien.
  – Yo no he dicho nada.
  – ¿De verdad? –le digo levantando una ceja. 
  – De verdad.
  – Ok... Matías me puedes decir que te sucede. Estos días te has estado comportando muy raro. A caso es... porque recuperé parte de mis recuerdos.
  – No. –de repente me toma de la mano y me acaricia la mejilla con la llena de sus dedos. –No es por eso Celeste, es simplemente porque estoy enfadado conmigo mismo.
  – Pero, ¿por qué?
  – No es nada. Olvídalo.
  – Pasa algo y lo sé. –lo tomo del mentón y hago que voltee la cabeza hacia mí. –Puedes contarme, sea lo que sea. Puedes confiar en mí, no...
  De repente, me corta la frase con sus labios. Al principio es solo un casto beso, pero poco a poco me besa con más intensidad, recorriendo mis labios con los suyos.



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En el texto hay: amnesia, romance, misterio drama

Editado: 01.05.2021

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