- Auch. -me quejo mientras me sobo la cabeza, que dio contra su hombro.
- Lo siento, ¿estás bien?
- Estoy bien. -le digo con una sonrisa.
Caminamos por el pasillo lentamente sin decir palabra. Al parecer él no quiere que el pasillo termine, y la verdad es que yo tampoco. Por mí, este se haría eterno.
- ¿Estás enojado por lo que dije en el café?
Desvía la mirada del piso hacia mí y me sonríe. -No estoy enojado Celeste. De veras. Me gustó que lo dijeras.
Me toma de la mano y caminamos hasta llegar al comedor. Mi padre ya nos está esperando allí, por lo que al llegar tomamos asiento y empezamos a cenar.
Fue una cena tranquila. Le conté todas las cosas que hice hoy y lo hermosa que me pareció la ciudad de Bersey. Cuando terminamos, subo a mi habitación y prendo la televisión un rato hasta que mis ojos se cierran y me quedo dormida.
La luz del día entra por la ventana y me hace abrir los párpados poco a poco. La televisión está apagada y alguien me trajo hasta la cama anoche. En mi mesita de noche hay una pequeña nota y solo de verla reconozco la letra.
Celeste:
Ayer estabas cansada así que no te desperté. Espero que hayas dormido bien. Yo tengo que salir temprano para hacer algunas gestiones para el viaje. Así que si no me ves en la casa no te preocupes. Vendré dentro de unas horas para estar contigo antes de irme. Te quiero mucho.
Matías.
Leo la nota y no puedo dejar de sentirme un poco triste. Quería poder pasar el día de hoy completo con él, pero que se le va a hacer.
Tomo una muda de ropa del armario y me dirijo hacia el baño. Me desvisto y me doy una muy larga y demorada ducha. Quisiera poderme quedar debajo de esta ducha hasta que llegue Matías. Algunas ideas pervertidas atraviesan mi cabeza y las espanto de una bofetada. Salgo de debajo del agua, me seco y me pongo la ropa. Me miró en el espejo del baño y me asusta lo que veo.
Frente a mí hay una chica baja, con el cabello claro todo desaliñado y con una sonrisa de loca en el rostro. Estar enamorada me asienta mal. Espera... ¿Estoy enamorada? Pensar eso hace que la sonrisa de mi rostro se intensifique, y me regaño mentalmente.
Al salir del baño, recorro la habitación sin saber bien que hacer. Bueno, creo que lo mejor sería que llame a Julia para dar un paseo por la casa. Ya me resulta más conocida pero aun así me pierdo yo sola. Desearía saber cómo hace Matías para no perderse. Tal vez no sea tan difícil, tal vez lo que esté mal sea mi sentido de orientación.
Tomo el teléfono celular que está arriba de la mesita y decido salir, pero de repente la pantalla de este brilla y me hace retirar la mano del picaporte de la puerta. En la pantalla aparece un mensaje de Estefan, (con el cual intercambié números antes de irnos) bastante exaltante. Me pone que necesita hablar conmigo con urgencia. Y me doy cuenta que tengo diez llamadas perdidas de su número, lo que hace que me preocupe. Le devuelvo la llamada y después de unos segundos me contesta.
- Celeste, ¿estás bien? No me contestabas el teléfono y me preocupé.
- Estaba durmiendo y no oí el teléfono cuando sonó. El que me preocupa eres tú, por qué me dejaste tantas llamadas. ¿Qué pasa?
- Es algo delicado y no quiero hablarlo por teléfono, a parte necesitas verlo por ti misma.
- ¿Ver qué?
- Ya te contaré. Qué tal si quedamos en el café de ayer y así te cuento todo con calma.
- Está bien, nos vemos dentro de una hora.
- Ok.
Cuelgo la llamada y me siento en la cama. ¿Qué será lo que me quiere decir? Necesito ir hasta allí para averiguarlo.