El taxi me deja frente al café en el que quedé verme con Estefan. La curiosidad me pica, y estoy ansiosa por saber qué es lo que él me tiene que contar. Me bajo del auto y me dirijo a la entrada del lugar, y veo a Estefan esperándome en la entrada. Se le ve impaciente, pero dudo que lo esté tanto como yo.
– Pensé que me esperarías adentro.
– Como te dije, no es algo que te pueda explicar, tienes que verlo por ti misma. –me dice cuando ya estoy justo delante de él.
– Estefan no entiendo todo este misterio. Entremos al café y me explicas con calma que está pasando.
– Allá adentro trabaja el novio de la empleada de tu padre. Creo que es mejor evitarnos problemas. Sígueme.
Antes de que pudiera articular palabra, dio media vuelta y empezó a caminar en dirección contraria al café. ¿Cuál es el problema en que el novio de Julia trabaje en el café? Él no me explicó nada y yo no quise seguirle preguntando.
Caminamos unas seis cuadras hasta llegar a la entrada de unos edificios.
– No quería revelarte nada, por lo menos hasta que recordaras alguna cosa, pero tampoco voy a dejar que te mientan de esa forma.
– Quién me está mintiendo. –le pregunto con el miedo apoderándose de mi cuerpo.
– ¿De verdad no recuerdas? Este edificio, ¿no te suena de nada?
– Bueno, ahora que lo dices sí, me parece conocido, pero... ¿Por qué?
– Porque era tu hogar Celeste.
Sube por las escaleras del edificio y yo lo sigo inconscientemente. ¿Mi hogar?
Subimos hasta el tercer piso y caminamos por un pasillo amplio con varias puertas a ambos lados. Es cálido y luminoso. Me parece haber recorrido este camino miles de veces.
Nos detenemos en una puerta de un color rojo, casi negro. Estafan saca una llave de su bolsillo y me la tiende. Mis manos la toman inmediatamente y me quedo observándola.
– Cuando abras esta puerta lo entenderás todo.
Lo miro sin decir palabra y después de meditarlo con calma decido abrir la puerta. Vine hasta Bersey con el propósito de desenterrar mi pasado, y no me detendré ahora.
Después de dos vueltas en la cerradura la puerta se abre y deja ver un pequeño apartamento. Las paredes van te tonos rosa, blanco, rojo. El lugar está compuesto por un salón y una cocina. Al final hay un gran ventanal que cubre toda la pared y da a un pequeño balcón.
– Esto es... ¿mi hogar? –él asiente con la cabeza a modo de respuesta. –Pero no puede ser. Yo vivo con mi padre, allá tengo mi habitación, mis cosas. Y ahora tú me dices que este era mi hogar. No entiendo nada.
– Celeste, tú has rentado este apartamento desde que llegaste a Bersey y empezaste a estudiar en la universidad. Siempre has vivido aquí.
Y es cierto. Estar aquí se me hace tan familiar, cada espacio, cada objeto. –Pero es que no puede ser. Entonces por qué mi padre me mentiría. –me mira con ojos de incertidumbre y tristeza. – ¿Qué hay detrás de esa puerta?
Le señalo una puerta cerrada al final del apartamento, que me trae sensaciones extrañas.
– Tu estudio, tú solo me dejabas la llave de tu apartamento pero la de tu estudio no sé dónde pueda estar. Así que no se ha abierto desde que desapareciste.
Estudio. Llave.
– Es esta. –Sin darme cuenta mis manos ya habían levantado un jarrón y ahora sostenían con fuerza una llave plateada.