Matías
Hoy el tiempo amaneció perfecto, así que tan pronto desperté decidí ir al pueblo. Me subí a mi camioneta azul y conduje prácticamente con los ojos cerrados hasta el pueblo. Me sé el camino de memoria, por lo que no es ninguna novedad.
Hoy tenía el día libre pero no me lo quería pasar en la casa. Hoy tengo ganas de ver a las personas, de ver sus rostros sanos y felices. El pueblo está más alegre que de costumbre, supongo que porque ya los enfermos han disminuido.
Parqueo la camioneta en la plaza y me bajo de esta. Entro en la librería y compro un par de libros. No sé por qué pero eso me hace recordar a Celeste.
Luego de eso paso por la dulcería de la ciudad, para comprar un pastel. Hoy es el cumpleaños de mi hermana. Estos años no lo hemos celebrado como debe ser así que quiero recompensárselo.
– Buenos días Nelly.
– Buenos días Matías, que se te ofrece. Se me hace raro verte en mi tienda. –Nelly es una señora mayor que siempre mantiene una actitud maternal con todos.
– ¿Qué? ¿A caso crees que yo no puedo comer dulces también? La verdad es que quiero comprar un pastel para el cumpleaños de mi hermana.
– Oh pues llegaste en el momento indicado. Justo tengo uno en la nevera que a tu hermana le encantará. Te lo voy a empacar.
– Gracias Nelly.
Ella entra en la cocina y yo me quedo en el mostrador, observando la tienda. Es ese momento me fijo que hay alguien más ahí. Está sentado en una silla en la esquina, comiéndose un kupkake y leyendo un periódico.
En la primera plana del periódico que está doblada de modo que lo puedo ver, hay una foto del padre de Celeste. No me sorprende. Últimamente Tomas Woodside es el centro de atención. Después de lo que sucedió en la entrevista, seguida del épico brindis hecho por Celeste, las personas no han dejado de comentar sobre el asunto.
La empresa la cerraron inmediatamente y Tomas, junto con otros ejecutivos fueron a para a prisión el día siguiente. Ya no se podían salvar de esto. Ayer fue el juicio y todas las primeras planas de periódicos y revistas están plagadas con sus fotos. Se sienta bien hacer justicia.
Estaba muy concentrado en mis ideas que no me di cuenta quién era el que estaba frente a mí.
– Matías, que gusto verte.
– Es gusto es mío, señor Fermín. ¿Cómo se encuentra de salud?
– Muy bien. Ya estoy como un roble.
– Eso es bueno. ¿Vino con su hija de visita?
– Bueno... sí, se podría decir que sí. –Soltó una risa algo extraña pero en ese momento llegó Nelly con una caja en sus manos, y no tuve de otra que despedirme del señor y salir con la caja del pastel.
Ver al señor me recuerda a Celeste. No he dejado de pensar en ella últimamente. El día de la entrevista decidí volver al pueblo. Ella me dijo que necesitaba distancia para pensar bien las cosas, y no la culpo. Tiene razón.
Pasó por un puesto y compro un pequeño broche para regalarle a mi hermana. Ella ha estado estudiando mucho y no se ha dado tiempo para ella misma. Desde que nuestros padres murieron, la he intentado cuidar lo mejor que puedo.
Luego me dirijo de vuelta a la camioneta y cuando ya tengo la tengo casi delante de mí, puedo ver una figura justo delante de ella. Cuando logro ver quién es, la sonrisa me llega de lo más profundo de mi pecho, y esta vez no la reprimo. Ella está ahí, frente a mí. Eso es todo lo que necesito.
– Hola chico de la cabaña.
– Hola chica del bosque.