Huesped Gatuno

Capítulo 1

              Era de noche y yo estaba muy borracho. No tenía idea ni de la hora que era ni en donde me encontraba con exactitud, sólo recordaba que hasta hacía unos minutos iba por mi sexta cerveza. ¡Y todo era culpa de mis compañeros de trabajo!, ¿para qué me invitan si saben que soy débil al alcohol?  

              Caminé por la calle de manera atolondrada, mis propios pies se confundían entre ellos y me provocaban un tropiezo tras otro, pero por suerte lograba mantener el equilibrio con gran esfuerzo para no estrellar mi cara contra el pavimento.  

              Caminé hasta que mis ojos desorbitados encontraron algo que le supieron familiar, era una plaza que bien conocía, pero que detestaba con todo mi ser, por una simple razón: ¡Estaba atestada de gatos!, esas alimañas escurridizas me son insoportables. Las detesto.  

              Me tambaleé hasta el centro de la plaza, donde descansaba una estatua en honor a Bocanegra.

              Los gatos que descansaban al resguardo de Bocanegra, al verme salieron despavoridos. Rodeé la estatua con un brazo para sostenerme en el repentino mareo que amenazó con tirarme al suelo.

              — ¿Te crees muy listo? ¿No? — le pregunté al gato de piedra.  

Obviamente no recibí respuesta de la estatua y eso me enojó. Ya se imaginan, típica charla de borracho con un interlocutor inanimado.  

— ¡Te estoy hablando! — le dije mientras intentaba asfixiar su cuello de piedra — ¡No te permitiré que me dejes hablando solo!

Me separé del gato de piedra, que me miraba con unos ojos muertos. Ese maldito me estaba subestimando, si creía que no le daría su merecido por ser un dios protector de gatos, pues le tengo malas noticias, ¡yo no me dejaría amedrentar por eso! 

— ¡No te tengo miedo, Bocanegra! — le dije, yo era una persona de razón y ciencia, incluso borracho, yo no iba a ser envuelto en estúpidas patrañas supersticiosas — ¿Quién te canonizó para decir que eres el dios protector de los gatos callejeros? — dije mientras imitaba un tono de voz burlesco.

Había escuchado que el tal Bocanegra existió, era un gato que salvó a una niña de ser quemada por fuego. Supuestamente se metió corriendo en una casa envuelta en llamas y guio a los bomberos hasta donde se hallaba la niña que todavía no lograba salir del lugar. ¡Puras patrañas!

              Lancé varios puñetazos al aire, intentando darle a la estatua, pero obviamente no me encontraba en mi mejor estado, y el alcohol haciendo su gracia, hizo que mi cuerpo perdiera estabilidad y cayera sobre la estatua dando tumbos, mientras se retorcía como poseído.   

              No sé que fue exactamente lo que causó la ira del dios Bocanegra, pudieron ser los insultos o talvez los golpes que intenté darle en vano, pero de lo que estoy seguro, es que lo que hice a continuación, enfadaría no sólo a un dios, sino a cualquier ser, por más insignificante que sea.

              Pues, mientras intentaba retomar una postura más decente, intenté pararme, pero me fue difícil, primero intenté ponerme en pie, pero mis piernas no tenían la fuerza necesaria para llevar a cabo dicha empresa, así que también me ayudé con las manos. Las posicioné sobre la espalda del gato e intenté levantarme haciendo fuerza, usando a Bocanegra como si fuera un barandal o algo parecido.

              Cuando ya estuve propiamente recto, o lo más recto que pudiera estar un borracho, me vino la peor desgracia, me asaltó una apremiante sensación en el fondo de mi garganta. Podía sentir como una bola de bilis ácida subía por mi esófago y amenazaba con salir al exterior, y así lo hice. Evacué todo el contenido de mi estómago sobre la estatua de Bocanegra para segundos después caer inconsciente, no sé si por la borrachera o por algo más.   



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En el texto hay: comedia, gato, drama

Editado: 24.12.2022

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