Hugo y Olga

Capitulo 4 – El reencuentro fortuito

Después de tantos años, la vida parecía jugar con ellos de una forma que ninguno podía imaginar. Olga había dejado atrás el pueblo costero, con su mar y sus tardes doradas, para buscar algo más en la ciudada. Aunque había conocido lugares nuevos y hecho nuevos amigos, siempre sentía un vacío, como si algo importante se hubiera quedado atrás.

Una tarde fría y gris, ella caminaba sin un rumbo fijo por una calle llena de tiendas y gente apurada, cuando vio una galería de arte que parecía invitarla a entrar. Sin pensarlo mucho, cruzó la puerta para refugiarse del viento que le azotaba la cara.

Dentro, las paredes blancas estaban llenas de cuadros de colores, algunos vivos y alegres, otros más oscuros y profundos. Pero uno en particular le llamó la atención. Era un retrato grande, lleno de vida, con unos ojos que parecían mirarla directamente. Al leer el nombre del autor, su corazón se aceleró: Hugo.

No sabía qué esperaba, pero decidió preguntar por él. La encargada le dijo que estaba justo en una sala al fondo, revisando unas obras. Olga tragó saliva y, con el corazón latiendo fuerte, se acercó con una mezcla de sentimientos que la carcomían por dentro.

Cuando Hugo levantó la mirada y la vio, fue como si el tiempo se detuviera. Se quedó paralizado, con esa mezcla de sorpresa y alegría que no sabía cómo expresar con palabras. Olga sintió que volvía a respirar con normalidad después de mucho tiempo.

—Olga —dijo él, con una voz que temblaba un poco, como si también le costara creer que estaba pasando.

—Hugo —respondió ella, con una sonrisa que intentaba esconder los nervios.

Se abrazaron. Fue un abrazo que duró más de lo esperado,se detuvo el tiempo para ellos. como si en ese gesto pudieran recuperar todo lo que el tiempo les había quitado.

Se sentaron a hablar y las palabras salieron solas. Contaron qué había sido de sus vidas, sus sueños, sus fracasos y alegrías. Recordaron aquellos días en la playa, los paseos al atardecer, las promesas que se hicieron sin saber que el destino tenía otros planes.

No todo fue fácil. También hablaron de los miedos, de las dudas que los habían separado, de los silencios que a veces pesaban más que las palabras. Pero lo que sentían ahora era claro: seguían conectados, con una fuerza que no se podía negar.

Pasaron los días caminando juntos por la ciudad, conociendo sus rincones, compartiendo cafés y risas. La ciudad, que antes parecía extraña y fría, ahora empezó a llenarse de colores con su presencia y la de Hugo.

Cada paso, cada mirada, cada palabra, cada gesto, cada sonrisa los acercaba más. Sabían que tenían que enfrentar los obstáculos que la vida les había puesto, pero también que esa vez no estaban solos.

Era un nuevo comienzo. Un capítulo donde el amor que habían sembrado tiempo atrás podía por fin, crecer fuerte y sin miedo.



#4795 en Novela romántica

En el texto hay: superacion, amor, magia

Editado: 03.09.2025

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