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Ángeles caminó con rapidez al entrar a su hogar no dudo en tomar al Defensor de Señoritas Rubias, sus manos temblaban mientras acuno mucho más a su lobito tierno, minutos después sintió la energía a su alrededor diferente y Lolo seguía rodeando su casa, no lo entendía, mucho menos al ver destellos fluorescentes.
Como si fuera poco una esfera luminosa se paseó por toda la sala, la cocina e incluso su habitación. Su cabeza comenzó a doler y sintió como si un escudo fuerte y pesado la envolviera, no solo a ella, sino a su pequeño.
Minutos después entró Lolo y no dudó en alzar su bat y amenazar a Lolo. —¿Qué demonios sucede? ¿Qué pasó allá afuera? Dime o B.D.S.R. se encargará de sacarte la verdad.
Quería respuestas, sin duda la llegada de Kael había cambiado el rumbo de su vida e incluso de su destino y ya lo estaba notando.
—¿Enloqueciste jefa? —Escuchar su pregunta le enojó más.
—Insinuaste que ya no estaba ciega, tu hermano me dijo que no le di el nombre a Kael y el tipo de días atrás me dijo que no sabía lo que tengo en mis manos y cuando “Él” lo consiguiera me iba a arrepentir ¿Entonces estoy alucinando? Dime la verdad o te retiro la amistad, no solo eso te despediré. —Podía tener una apariencia tierna, pero era de armas tomar.
Tomó asiento en el sofá y relajo los hombros. —No es necesario que me amenaces te diré lo que sucede, pero baja esa cosa rosa, no causa miedo. —Le golpeó la rodilla y este se quejó.
—No causa miedo, pero si estragos, no me tientes Jeremías. —Que lo llamara por su nombre y no por “Lolo” fue un golpe directo, se encontraba nerviosa y enojada.
—Definitivamente si estás loca.
Lolo soltó un suspiro profundo y levantó las manos como en señal de rendición.
—Está bien, jefa. —Su voz ya no sonaba burlona, era más grave, más suave, como si tratara un asunto importante por primera vez en mucho tiempo. —Te diré la verdad, solo porque si no lo hago me vas a romper la rodilla con tu bate defensor de señoritas rubias. No me interrumpas y escúchame hasta el final.
Ángeles asintió sin moverse.
—Cuando tú llegaste a este pueblo —continuó él. —No solo venías herida por una traición, también traías una luz que muchos no tienen, tu corazón estaba hecho pedazos por la infidelidad de ese tipo con tu mejor amiga, y, sin embargo, nunca dejaste que eso te marchitara. Te refugiaste en la naturaleza, le diste tu amor a los animales que cuidaste y tu energía llamó la atención del espíritu del bosque.
Los labios de Ángeles temblaron.
—Mucho más cuando te arrodillaste y le pediste permiso al bosque para sanar a sus seres vivos por igual, porque no solo sanas animales, quitas trampas, cuidas el agua del río y cuando los árboles tienen heridas también le ayudas.
Lolo bebió agua evitando su mirada por un segundo.
—Eres especial, Ángeles. Un ser tan puro que el bosque envió a alguien para cuidarte y por eso estoy aquí. Por eso nunca me he alejado demasiado. Tú no elegiste a Glenwynn, este pueblo te eligió a ti.
Kael levantó la cabecita e hizo un sonidito bajo, como si entendiera respaldará cada palabra.
—Mi deber es mantenerte fuera de peligro, esos sujetos que traje fueron para que confirmaran mi sospecha del cachorro, nadie me quiso dar respuesta solo mi hermano cuando lo miró.
—¿Qué eres exactamente? ¿Y qué es Kael? Lo vi en mis sueños transformándose en un niño.
—Kael es más que una simple criatura rescatada, es un hijo del alfa y su llegada a ti ha agitado algo que dormía ¿Qué es? No lo sabemos, pero el bosque lo protege y los envolvió a ambos en un escudo.
La mente de Ángeles giraba sin control. ¿Escudo? ¿Alfa? Sintió ganas de vomitar y Kael se acurrucó cerca de su estómago
—Entonces todo es real —murmuró, sintiendo que una parte de su mundo se inclinaba fuera de su eje.
—Es tan real como el dolor que sentiste cuando te rompieron el corazón —respondió él en voz baja… —Por eso Fenrott el espíritu del bosque te envió a mí, para que nunca estuvieras sola, y por eso Kael te buscó a ti, antes de la tormenta estaba perdido y te vio sanando a Ardí, luego te siguió y aquí tienes al pegajoso que no deja que me acerque.
—Necesito procesar todo esto, es mejor que te vayas.
—Ahora empieza lo difícil, jefa, porque alguien más quiere a este pequeño y está muy cerca y no solo él, muchos más. Pero mientras yo esté aquí, tengas la bendición del bosque nadie te lo arrebatará, eso te lo prometo.
(…)
Habían pasado unos días desde aquella noche y la paranoia de Ángeles solo iba en aumento, quiso pensar que era mentira, pero cada vez creía más y le fascino la idea de compartir el mundo con más criaturas:
Reforzó las ventanas, aseguró las puertas con cerrojos nuevos y tapó cualquier rendija por donde sintiera que podrían espiarla. Ya no dormía bien; a veces se quedaba junto a la chimenea, mirando a Kael acurrucado entre las mantas, respirando tranquilo como si nada pudiera dañarlo.
En las mañanas lo sacaba a pasear, su pata había mejorado y en el fondo sabía que detrás de esos ojos azules se encontraba el alma de un niño, se arrodillaba junto a él y le pedía a ese bosque que no se lo quitaran.