Humana ¿quieres ser mi mamá?

08: Hasta que Kael quiera verte.

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Apenas esos dos ojos azules encontraron los suyos, un leve estremecimiento recorrió el cuerpo de Tharne. Frente a él no había más que una humana pequeña, casi frágil y se veía como una mujer lenta, molesta y débil.

Sería fácil recuperar a su cachorro, se tardaría un total de un minuto, en entrar y tomar a Kael en sus brazos, pero algo en ella lo detuvo, algo que no alcanzaba a comprender del todo.

—Estoy buscando algo que me pertenece

Fueron las primeras palabras que salieron de su boca, el tamaño de la rubia era patético, era unos centímetros más alta que un duende. Su voz era un aviso para cualquier criatura con un mínimo instinto de supervivencia.

La humana lo escaneó de arriba abajo, y para su absoluto asombro, no mostró terror. Al contrario, alzó una ceja, puso los hombros en guardia y preguntó:

—¿Usted es? —Se atrevió a preguntar y a sacar un ridículo bate rosa.

Las humanas son débiles y deficiente de tamaño. ¿Quiere asustarme? —Pensó para sí mismo al observar con agudeza.

Te golpearan. —Denzel se burló de Tharne. —Es más brava de lo que aparenta. —Su burla continuó resonando en su cabeza, pero la desechó al instante.

Intentó oler a su pequeño, pero por más que lo intentó no lo logró.

—Dámelo charlatana. Es mi hijo. —Lo que vino luego lo indigno, esa enana se atrevió a golpearlo con la estúpida cosa rosa.

¡No te descontroles! ¡No te descontroles! ¡No te descontroles!

Repitió tres veces en su mente.

Si lo haces, la rubia bonita te controla. —Denzel siguió acabando con su paciencia. —¿Te dolio? —Pregunto su lobo con ironía.

—Descarada, me robas a mi hijo y me golpeas. —Y escucho el gruñido tierno de su hijo y su corazón comenzó a palpitar con fuerza ¿Su pequeño acaso la defendió? Esto era lo único que le faltaba.

La descarada se atrevió a llamarle animal, correrlo, hacerse la tonta y hacerle creer que era un desequilibrado. ¿Pero porque demonios no podía olerlo? Seguía escuchando los gruñidos tiernos de su hijo.

La disputa continuaba, pero ella seguía ridiculizándolo, era ágil con la lengua, sin duda era una mujer venenosa y recordó las palabras de Nox:

“Es débil de carne, pero de alma fuerte”

Enana engreída.

—Así que es cierto. Lo tienes ahí. —La rubia palideció y había encontrado la verdad, no podía negar que su hijo estaba escondido en su pecho dentro del suéter.

Segundos después aceptó que tenía al príncipe Kael y el pequeño asomó la cabeza y los ojos azules de su hijo le impactaron tan fuerte como el remordimiento que sentía.

—Ten por seguro que me llevaré a mi hijo.

No vino a preguntar, tampoco a dudar, llegó a esa puerta y haría valer su derecho absoluto como padre.

—Estás equivocado, no te lo llevarás y esa sí es mi última palabra. —Respiro profundamente para no actuar como la bestia salvaje que era.

Las gotas de lluvia comenzaban a caer con más fuerza y como presagio de la tormenta de poder que se avecinaba, Tharne no dudaría en hacer valer su derecho y por más que la humana se resistiera la doblegaría.

Estaba acostumbrado a que su voz se respetara y cada una de sus órdenes se hicieran ley. Su imponente figura resaltó al ingresar al pequeño hogar de la charlatana y lengua larga humana.

—Permite que lo tome, es mi hijo. —Alzó una ceja.

—No me consta que eres su padre, además eso es imposible, eres un humano y este lindo pequeño es un cachorro de lobo.

Por primera vez en mucho tiempo, Tharne no supo qué responder, estaba siendo humillado, enfrentado y desafiado por una humana pequeña y peor aún: enfrentado por la persona que sostenía lo que era suyo pero que, al parecer, también era la única que Kael aceptaba para sentirse seguro.

La verdad es que su hijo odiaba a los extraños, pero allí estaba escondido en el pecho de esa extraña.

Suspiro. —Bien, dialoguemos. —Se rindió, pero no realmente.

—Muy bien, sin embargo, no confío en ti, no me inspiras confianza y a mi esponjoso bebé tampoco ¿Entonces?

—No sabes quién soy, ni conoces nada sobre mi hijo.

—Puede que no —respondió ella. —Pero sí sé que noches atrás encontré al pequeño herido, mojado y temblando, necesitado de amor, le di un hogar, medicina y mi amor ¿Tu que has hecho a parte de presumir?

La mandíbula de Tharne tembló al apretar los dientes. No podía negarlo: la pequeña, humana estándar poseía un corazón tan inmenso que podía darle a Kael lo que, al parecer, él no había sabido darle.

El alfa retrocedió un paso, la cabeza comenzó a punzar y cerró los ojos, y al abrirlos de nuevo, el fuego que ardía entre ellos seguía presente, pero distinto, menos salvaje, más humano.

—Entonces dime, humana, ¿qué soy para él ahora?

—Ahora mismo… —dijo en voz baja, casi en un aliento—. Ahora mismo eres un desconocido al que teme y no deberíamos tener esta conversación con el presente.




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