Humana ¿quieres ser mi mamá?

09: Sentimientos encontrados

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Ángeles no podía creer lo que acababa de suceder ante sus ojos. No sintió miedo, sino una especie de fascinación cargada de respeto y al mismo tiempo tristeza, porque, aunque desconociera toda la verdad, alcanzó a percibir la profundidad de la tristeza en los ojos de aquel hombre al irse desterrado.

Kael por su parte se quedó dormido en sus brazos. Lo observó detenidamente contra su pecho, el pequeño suspiró entre sueños, se veía tan vulnerable y perfecto que Ángeles sintió que el corazón se le desbordaba de amor.

¿Cómo no amar al pegajoso? Si era tan precioso.

—¿Qué sucedió entre ustedes que no quieres verlo? —Acarició a su esponjoso pegajoso.

De pronto, un leve mareo la invadió y sintió que un calor extraño le recorría la nariz llevó sus dedos al área descubriendo una pequeña mancha de sangre. Frunció el ceño, sorprendida, mientras Kael abría los ojitos y soltaba un chillido bajito, lleno de preocupación, el sonidito fue tierno.

—No es nada, tranquilo —Le dijo suavecito a su bebé porque si era suyo, su niño que la había elegido, su lobito que le dio paz entre el caos y con su presencia apagaba el ruido de su cabeza que se formaba cada noche. —Vamos lavaré mi rostro y te daré de comer.

Le susurró con cariño, acercándolo a su mejilla para darle un leve beso en la cabecita. Hizo lo propio fue a la cocina y lo dejó en su cama, desde que apareció la magia la envolvió, la sangre se detuvo y al limpiar sus fosas nasales absorbieron el oxígeno de inmediato.

Eso era lo que hacían las madres: recomponerse para que sus hijos nunca la vieran débiles. En su caso, quería que su cachorro estuviera tranquilo, imaginó esas noches de dolor, de ansiedad y soledad del pequeño y fue inevitable que un nudo se formara en su garganta.

¿Cómo pudo perder a su propio hijo? El grandote, lo que tenía de tamaño y amargura, lo tenía de tonto.

El dormilón elevo la cabeza y luego sus ojos se cerraron nuevamente, Ángeles inició a preparar la cena, sin embargo, no podía sacar de su cabeza la imagen de aquel alfa derrotado, de la manera en que el espíritu del bosque lo expulsó como si estuviera marcado por la condena.

No podía creer que el bosque tuviera un cuerpo y un rostro, no quería pensar que tanto estudió la convirtió en una loca esquizofrénica, porque en el fondo todo parecía irreal.

Y nuevamente la mirada del grandote se apoderó de su mente, tal vez se lo merecía, pero algo en la expresión de dolor que mostró la había conmovido. Porque, aunque no estuviera dispuesta a darle a Kael, tampoco podía dejar de preguntarse: ¿qué habría ocurrido para que estuvieran tan distanciados?

Su bebé no se veía rencoroso ¿O sí lo era?

Lolo, atento como siempre, había salido para investigar, para conseguir todas las piezas que ella aún desconocía. Porque Ángeles podía sentirse pequeña frente a todas aquellas fuerzas que la rodeaban, pero no pensaba rendirse.

Si para Kael ella era hogar, sería un hogar que lo defendería contra viento y marea, pero también un hogar donde la verdad tendría un lugar para revelarse por dolorosa que fuera.

Le preparo carne con verduras y como premio un biberón nutritivo.

Ángeles colocó el plato de Kael junto a la cama y cuando lo acercó para que comiera, lo vio abrir los ojitos con calma y parpadear varias veces antes de lanzarse al plato con un entusiasmo casi drámatico para un lobito tan pequeño.

Se apoyó en el borde de la mesa y lo observó mientras comía. Parecía tan inocente, tan necesitado de cariño y tan valiente al mismo tiempo.

—Buen provecho, pequeño mío. —Rasco sus orejas. —Come mi corazón de melón.

Lo vio comer por completo y disfruto verlo, cuando terminó el hizo un sonido de satisfacción. —El biberón te lo daré en la habitación. —Lo sujeto y fueron a la habitación, lo dejo en la cama. —Esperame me pondré una pijama. —Fue rápida, le causaba miedo dejarlo por tanto tiempo sola, pero por poco lo pisa. —Lobito fantasma.

Su pequeño tenía gran habilidad para escapar. Lo sujetó entre sus manos y sin más se metió a la cama, le dio el biberón y eructo al terminar. —Eres perfecto. —Kael lamió el rostro y su corazón se estremeció de amor. —¿Ya me amas? —Chillo suavecito. —Porque yo te amo, pegajoso esponjoso. Si tu padre merece una oportunidad, no dudes en dársela, no es bueno sentir rencor. —Kael la miró y sus ojos azules intensos parecieron cristalizarse.

Lo abrazo con más fuerza. —Lo siento sí, lamento no haberte cuidado antes. —Kael llevó su frente hacia ella como agradeciendo sus palabras. —Sé que no me corresponde disculparme, pero lo hago, me disculpo por todo aquel que te lastimó mi pequeño niño, espero verte pronto y puedas sentir la confianza de mostrarte como en ese sueño.

Sintió pequeñas gotas humedecerla, Kael, su niño y cachorro estaba llorando.

—No temas, estoy y estaré para ti. Mi bello nene, te acepto como hijo, acepto educarte aunque tenga que hablarlo con tu familia. Perdonar es bueno y debemos darle gracias al universo, en este caso al bosque que te trajo a mí.

Le hablaba con el alma, con dolor y también con cariño, Kael era muy chico para sentir rabia u odio, no porque los demás no lo merecían, sino que su deber era crecer como un cachorro u niño con una infancia en paz y normal.




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