Humanidad

03.-Regreso a Casa

Atos tomó el camino contrario al resto de sus compañeros de armas y emprendió su viaje de vuelta a Villa Paloma, su tierra natal, aquella que no había visitado hacía 8 años atrás.

De aquellas ciudades en ruinas y campos destruidos por las batallas se pasó a hermosos campos verdes y frondosos y enormes bosques llenos de hermosas plantas, donde las aves revoloteaban en las ramas y llenaban sus nidos con sus crías. Atos contemplaba este espectáculo y sabía que había vuelto a su tierra. Recordaba su niñez.

 

— Hacía mucho tiempo que no pasaba por el bosque. Aquí jugaba con mis amigos y mi hermano al escondite cuando éramos niños. Eran buenos tiempos. —Pensaba el joven.

Mientras caminaba por el bosque en dirección al camino de Paloma, se encontró con un anciano de apariencia sencilla y humilde, que le mostró un escrito con las memorias más profundas de su vida y que después le preguntó:

 

— ¿Qué opinas de esto, muchacho? —Le preguntó el anciano.

Y Atos respondió:

 

— ¡Asombroso! ¡No imaginé que alguien tan viejo pudiera tener tanta creatividad!

El anciano se molestó con el dicho y le propinó un golpe con su bastón, por lo que Atos tuvo que disculparse y le preguntó si conocía un lugar llamado Villa Paloma, a lo que respondió:

 

— ¿Villa Paloma? ¡Pues claro que la conozco, yo vivo allá!

Atos se alegró de encontrarse con alguien de su villa natal y le dio las gracias, lo despidió de apretón de manos, le devolvió su escrito y le dijo:

 

— ¡Gracias señor! Su experiencia será mi guía a partir de ahora.

Y después, le sonrió al anciano y se fue.

El senil individuo, mientras veía partir a nuestro amigo, comenzó a pensar quien era él:

 

Este chico… se parece mucho… al hijo de aquel matrimonio que murió hace 8 años en la villa… ¡Acaso ese chico es…! ¡No puede ser!

Atos siguió adelante después de haberse encontrado con aquel anciano y se alegró tanto cuando dijo que venía de Villa Paloma que corrió con gran entusiasmo todo el camino, pensando:

 

— ¡Me falta poco! Pronto llegaré a casa.

Mientras corría, las lágrimas brotaban de sus ojos como verdaderas cataratas, pero ya no eran lágrimas de tristeza, sino de felicidad porque había esperado 8 largos años para este momento.

De pronto, se detuvo. De forma sorpresiva, aminoró el paso y comenzó a pensar. Se acordó de Natura y sus dichos, que era su Elegido para salvar al mundo y de que tendría que esperar 3 meses hasta tomar la decisión de unírsele en su objetivo.

Luego de reflexionarlo, siguió adelante, pero caminando de forma más tranquila y calmada.

 

Los kilómetros recorridos valieron la pena. Atos divisó a lo lejos un enorme letrero, visible clara y absolutamente.

El cartel decía: “Villa Paloma”

 

Finalmente consiguió lo que quería. Atos había regresado a su hogar y en buen momento.

La villa había cambiado mucho desde que Atos la dejó hace 8 años. Había nuevas casas en la parte de la ladera y la vieja casona del líder de la villa fue reemplazada por un enorme edificio a pinta de palacio. Además, las casas habían sido remodeladas, algunas de ellas restauradas tras largos años de vida útil.

Atos, conteniendo la emoción de gritar su regreso y conciente de que tal vez no lo reconocieran después de tanto tiempo, entró en la villa.

 

Salvo en lo exterior, las calles no habían cambiado en lo absoluto. La vida de los habitantes seguía siendo la misma. Los adultos de un lado para el otro, los niños jugueteando en los árboles, tal como hacía Atos hace 8 años, cuando era niño. Los jóvenes aún seguían teniendo vida propia en la villa. Juntas de amigos, salidas, reuniones en el parque de la villa e incluso, parejas enamoradas. Atos observaba esto y empezaba a imaginarse a él y a Laila juntos como novios:

 

— Sería increíble que Laila y yo fuéramos novios, estaríamos juntos todos los días, nos sentaríamos en el parque a descansar, almorzaríamos juntos… —Pensaba risueño.

Claro que después se imaginó a Laila con Zed y ese lindo sueño se truncó.

 

— Lo único malo es que a Laila le gusta Zed y si yo intentara conquistarla, terminaría molido a golpes. Conociéndola bien, solo querría ser su amigo y tratar de declararme a ella ni loco. Sería mi fin. —Imaginó después con pena.

Luego de ese pesimista análisis, Atos siguió recorriendo la villa y llegó a una tienda de abarrotes, donde reconoció a una figura muy familiar.

 

— Ese tipo… ¿será posible…? —Se preguntó pensativo el joven.

Atos entró en la tienda y el joven vendedor, mientras lo atendía, lo observó detenidamente y comenzó a recordar a alguien muy familiar.



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En el texto hay: destino, vida, tierra

Editado: 24.12.2020

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