Humanidad

15.-La Ultima Parada

Atos, Laila, Eliot y Miu, luego de saltar desde el blindado principal y atravesar una seguidilla de fuerzas de defensa corruptas en el camino, lograron finalmente ingresar sin problemas al santuario de Smog, el mismísimo corazón de toda la impureza y corrupción que el señor del caos había dispersado por todo el mundo y que estaba a solo unos pasos de concretar el fin de la vida en la Tierra.

Atos estaba consciente de su situación como “Elegido” y sabía de antemano que sus amigos lo iban a proteger hasta que él pudiera acceder al nivel superior del templo, lugar en donde el joven aldeano se enfrentaría al todopoderoso ente de las sombras y del progreso, y a su elegido y ex amigo, Zed. La victoria sobre ambos determinaría el fin de la guerra y la salvación mundial. La derrota, el fin de toda la existencia viviente y la consumación del anhelado “progreso”.

El grupo, luego de pasar por un largo pasillo oscuro, llegó al vestíbulo del primer nivel, una enorme cámara de sacrificios, en donde los seguidores del señor del caos entregaban sus ofrendas al ente maligno por medio de atroces actos de cruel violencia corporal entre ellos. Quien moría aquí era entregado en sacrificio a Smog.

 

— ¿Qué es este lugar? —Preguntó Eliot sorprendido.

— No lo sé. ¡Pero estos sujetos están locos! ¿Cómo pueden ofrecer sus propias vidas en sacrificio a ese infeliz? —Se preguntaba Laila algo atónita.

— Tal vez porque ellos no tienen a quien recurrir… —Decía Miu.

— ¿A qué te refieres, Miu?

— ¡Piénsalo Laila! Cuando comenzamos este viaje, ¿a quién recurrimos? A Natura. Ellos también están haciendo lo mismo. Sus vidas están puestas en las manos de Smog porque no tienen a nadie a quien recurrir y solo él puede guiarlos a ellos como Natura nos guió a nosotros.

— ¡Vaya! Nunca imaginé que reflexionaras sobre eso. —Dijo sorprendido Eliot.

— Bueno, es solo un pensamiento, nada más. —Respondía nerviosa la joven.

— De todos modos… Una vez que Smog desaparezca tendrán que elegir a otro ente a quien adorar. —Decía Atos.

En ese momento, los fieles arrancaron al ver al grupo de Atos y un enjambre de criaturas oscuras apareció en el vestíbulo, rodeando a los guardianes. Estas bestias eran animales corruptos con el poder de Smog y dispuestos absolutamente para matar a cualquiera que se cruzara en su camino.

 

— ¡Qué criaturas más feas!—Afirmaba Laila con asco.

— ¡Son demasiados! ¡Y están obstaculizando la escalera! —Exclamaba Eliot.

— ¿Cómo abriremos camino? —Preguntaba también Miu.

— ¡Tranquilos! Atacaremos con todo nuestro poder. Somos guardianes de Natura y no nos dejaremos amedrentar por estas aberraciones. ¡Vamos! —Arengaba Atos a su grupo.

El grupo se lanzó contra el enorme contingente de bestias caóticas, que atacaban a los guardianes como verdaderos perros rabiosos, desde arriba-abajo y por las paredes, como si fueran arañas.

Eliot y Miu eran atacados violentamente por una decena de bestias que los arrastraron a uno por el suelo y a la otra hacia la pared, sin posibilidad de defenderse. Ambos comenzaron a desesperarse.

Pero Laila sabía defenderse de animales salvajes y con su brutal súper fuerza golpeó a un centenar de bestias corruptas, al mismo tiempo que las repelía con las flechas de su arco.

Atos por su parte, también se defendía de aquellos animales con la espada, que terminaba matando a algunos y lastimando a otros con mucha fiereza, amedrentando a las bestias y calmando su brutal ira. Luego Laila fue a rescatar a su hermana Miu de morir acorralada y a mordiscos, mientras que Atos logró salvar a su hermano Eliot de morir aplastado, con lo cual las bestias finalmente desaparecieron.

 

— Eliot, ¿estás bien? —Preguntó el Elegido a su hermano menor.

— Sí, eso creo. Pero siento como si me hubiese aplastado una roca.

— ¿Todos están bien? —Preguntó en general Laila.

— ¡Sí! —Respondía afirmativamente Atos por el grupo—. Miu, ¿Cómo estás?

— Yo estoy bien. —Respondió la joven—. Eliot, ¿no te lastimaron, verdad?

— Afortunadamente, no. Estaba preocupado por ti.

—Yo también.

— ¡Bien! Debemos seguir hacia el siguiente nivel. Aún tenemos que enfrentar a los más fuertes. ¡Andando! —Arengó Atos.

— ¡Sí! —Respondieron afirmativamente sus compañeros.

Atos y sus amigos subieron por las extensas escaleras que los llevarían al segundo nivel del santuario, en donde posiblemente enfrentarían a los dos generales de Smog.

A medida que avanzaban por las escaleras, diversos recuerdos le venían a la cabeza a Atos, desde su bonita infancia en Villa Paloma, la muerte de sus padres, la partida a la ciudad de C…, la guerra, el encuentro con Natura, su regreso y reencuentro con sus amigos, el terremoto de Villa Paloma, las batallas contra Smog y por supuesto, la traición de Zed. Cada uno de esos recuerdos afectaba profundamente en buena o mala medida el corazón de Atos, sin imaginar que todo aquello no era más que una maquinación ideada por Smog para debilitar al Elegido, en su afán por llegar a la cima del templo.



#25993 en Otros
#3495 en Aventura
#18917 en Fantasía
#7479 en Personajes sobrenaturales

En el texto hay: destino, vida, tierra

Editado: 24.12.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.