Dabels y los cruzados se encontraban en las afueras del templo, celebrando la victoria de sus fuerzas frente a las de Smog, quien había sido destruido por Atos, terminando así una larga guerra que estuvo a punto de consumir por completo lo poco y nada que le quedaba de vida al mundo.
Sin embargo, Dabels se percató de que los cielos no se abrían para dejar pasar la luz del sol sobre sus cabezas ni que los ecosistemas comenzaran a regenerarse. Todo parecía indicar que la misión de Atos no había concluido del todo y que todavía seguía enfrentando un último obstáculo.
— Esto no es bueno —Pensaba el Puk—. Se supone que Atos ha logrado vencer a Smog, pero ¿Por qué razón el mundo no se ha liberado todavía de la corrupción imperante? Probablemente está enfrentando a aquel sujeto que lo traicionó desde el principio: Zed. Esta tal vez es una prueba más de Natura para consolidar su poder como elegido.
De pronto, el líder guardián divisó a lo lejos una figura humana tendida en el suelo, justo frente a la entrada del templo. Este corrió hacia donde se encontraba aquella persona hasta que finalmente reconoció a alguien. Era Laila, la pelirroja amiga de Atos.
Dabels corrió para socorrerla, pensando que pudo haber caído desde el nivel más alto del templo, pero, para su sorpresa absoluta, la chica no presentaba heridas de gravedad, salvo la que le provocó Smog y que la hizo caer desde aquel nivel de las alturas. Y al lado de ella, había una flor que estaba plantada justo cerca de una de las murallas del templo. Dabels había adivinado rápidamente: Natura había salvado a Laila.
En eso la joven despierta súbitamente para asombro de Dabels, dejándolo más tranquilo.
— ¡Laila! ¿Te encuentras bien? —Le preguntó el líder cruzado a la joven.
— ¡Sí, eso creo! Pero… ¿Cómo llegue aquí? —Respondía y preguntaba a la vez Laila.
— Fue Natura. Ella fue quien te salvó.
— ¿Natura?
— ¡Así es! Caíste desde el nivel superior del templo y por lo que veo no te destrozaste en el acto. Es probable que la gran Natura te haya socorrido mientras caías.
En eso Laila recuerda a Atos y cree todavía que sigue peleando contra Smog.
— ¡Atos! —Exclamó de pronto la joven—. ¡Aún está allá arriba, tengo que regresar!
— ¡Laila espera…! —Trató de calmarla Dabels.
— Dabels, Atos sigue peleando contra Smog, ¡Tengo que ayudarlo como sea!
— ¡Smog fue destruido!
— ¿Qué…? —Le preguntó incrédula Laila.
— Smog fue destruido. Atos derrotó a Smog y salvó a todos de la aniquilación. El Elegido, nuestro Elegido, finalmente triunfó… —Respondió con felicidad Dabels.
—… Aún así… debo verlo.
— Laila… Sabes que está enfrentando a Zed, ¿verdad?
— Sí.
— Entonces iré contigo…
— ¡No Dabels! Tú debes buscar a mi hermana Miu y a Eliot, el hermano menor de Atos. Ellos están en el interior del templo luchando contra Tarkan y Babel. Yo iré a buscar a Atos para sacarlo de aquí.
— ¿Estás segura?
— Debo hacerlo… Yo amo a Atos y no dejaré que muera allá arriba. Me uniré a él para derrotar a Zed, aunque ello me parta el corazón en mil pedazos.
Las palabras de Laila calaron hondo en el corazón del líder de las fuerzas cruzadas, recordándole las palabras de aliento y confianza de Atos hacia él, en el momento que se conocieron por primera vez. Pensó entonces que realmente la personalidad optimista del joven Elegido de Natura era no solo capaz de vencer las influencias negativas, sino también cambiar la mentalidad de quienes lo rodean, llenándose de un espíritu positivo y puro.
— Tengo que aceptarlo… Atos es un gran chico después de todo. Laila, no pierdas tiempo y ve a salvar al hombre que amas. —Le dijo Dabels a la joven.
— ¡Lo haré! ¡Regresaré pronto!
Y la joven pelirroja saltó como una fiera tigresa la muralla del templo y comenzó a escalar la estructura por fuera como si fuera una montaña. En tanto Dabels ingresó al templo para rescatar a Eliot y Miu, que se encontraban en el interior del santuario, el cual ahora se encontraba dañado por la fuerte explosión desintegradora que eliminó a Smog. Dabels sabía que era solo cuestión de tiempo para que los cimientos de la estructura cedieran y el templo colapsara y temía que la batalla que estaba por comenzar agravara aún más la situación.
— Zed… ¿Realmente quieres terminar de esta forma? —Preguntó otra vez Atos a su mejor amigo.
— ¡Déjate de preguntar tonterías y empieza ya de una buena vez! —Exclamó con fastidio Zed.
Ambos elegidos estaban listos para disputar una batalla más tremenda y siniestra que el anterior encuentro el primero contra Smog. Para Atos, pelear con Zed era algo que no quería que ocurriera, todo lo contrario, su intención era salvarlo del odio enfermizo que aquel oscuro había engendrado en él, pero el segundo por otra parte quería eliminar de una vez por todas al único obstáculo que no le permitía ser el más fuerte.