Podrán decirnos genios, pero somos humanos.
Huesos y piel; nervios y células.
Nos consume el pensamiento de considerarnos dioses,
pero somos deidades en un mundo efímero.
Parece fácil, pero es complicado vivir en esta carne.
El precio de la creatividad no todos lo pagan;
No cualquiera es capaz de sobrevivir el aislamiento,
en aquella cárcel dulce y templada que es la imaginación.
Las horas lejos del ser amado, los dolores de cabeza.
Los ojos secos que derraman lágrimas sentimentales,
no por quienes nos rodean, sino por aquel ente creado.
Nos obsesionan los detalles en cada letra,
el ritmo y las pausas que siguen a cada oración.
Terminamos trastornados por juzgar cada rasgo,
Por buscar constantemente aquello llamado perfección.
Sacrificios que solo el humano creativo experimenta;
El escritor se pierde a él mismo en el mar de letras que debe navegar.
Recluido y solitario es el camino inaugural.
Nos emociona la crítica positiva, aunque sea mínima;
Nos entristece el dedo acusador que no tiene tacto para hablar.
Aprendes a llenarte de callos, no solo los dedos, sino la piel.
Este oficio no es para personas que se rinden.
Incluso la alegría y la tristeza pueden ser un buen motor,
pero la pereza y la falta de interés opacará tu arte.
No abandones a tu personaje. Él también merece un final.
Menos horas de sueño, y mucho cansancio;
Los bloqueos son la peor pesadilla que puedes imaginar.
Tristeza por no sentirse comprendido,
y felicidad al saber que tu mundo irradia de alegría a otros.
El trabajo y la familia pasan a segundo plano;
Las amistades se reducen por no comprender lo que haces.
La etiqueta de locura se vuelve un halago;
Y el qué dirán no es más que el pan de cada día.
El tercero se vuelve un experto en opinar;
quiere incidir en el mundo que estás creando.
Carácter no es igual a altivez,
así como la opinión solicitada,
no es igual a la exigencia impuesta.
Exposición y anonimato a partes iguales;
La mejor carta de presentación es tu mente.
Cada historia es un logro alcanzado,
Pero no constituye un final definitivo.
Solo es un punto y seguido que te exige continuar.
Mundo tras mundo será escrito por este humano,
sumergido en el espectro de la creatividad.
Disculpa que me despida de manera tan apresurada,
pero debo ver la pantalla del computador,
y comenzar a redactar.