Miro a los dos hombres que amo y les digo:
– Tranquilos, los quiero a los dos. Creo que no los cambiaría por nada. – ambos me miran con una expresión ávida. – No tiene ni idea del futuro que tengo planeado para los tres.
McCallister e Ian me miraran sorprendidos.
– ¿Nos estás diciendo que nos quieres a los dos y que estarías con los dos al mismo tiempo? – Me pregunto Ian.
– No, pero si están dispuestos a compartirme diría que << sí>> – Respondo picara y seductora.
– Olvídalo, Carter. Sabes que no va a poder ser posible, no voy a compartirte con Ian.
– Ni yo con McCallister o eres de uno o de nadie.
Me río a carcajadas y digo:
– De verdad creían que iba hacer eso, los quiero a los dos y lo saben, pero a veces creo que ambos son muy ingenuos.
Ambos se quedaron ahí sin decirme nada
<<Es obvio que no me conoce no del todo como pienso >>
De pronto tocan el portón y por un momento creo que es un infectado. Mi tío toma el arma y pregunta:
– ¿Quién es? ¿Qué quieren?
– Necesitamos ayuda, buscamos a Alan Folie podría decirnos donde encontrarlo. – Dice la mujer que está afuera.
Mi tío abre el portón y dice:
– Sí, soy yo… ¿Qué se les ofrece?
Los hace pasar. Son dos personas un hombre alto, corpulento de rostro redondo de facciones marcadas de ojos verdosos. Su piel es más bien broceada pero no tanta. Tiene el cabello muy corto. La chica es alta de rostro redondo con facciones muy marcadas. Tiene unos ojos pequeños de color almendra. Poseer unos labios finos y delicados. Es rubia de cabello larga y lacia que le caen perfectamente en sus hombros. Su cuerpo es delgado y con curvas. No sé porque pero me parece que es una presumida y superficial; la típica chica rica con su vestuario que no es propiedad para el día, lo compruebo cuando dice:
– Mi nombre es Loreley Hampton, soy la hija del presidente y él es mi novio y guardaespaldas Isaac Coleman
La miro y note que es tan hermosa como yo o quizás más. Llama la atención de todos mis ex novios, mi ex esposo y mi novio. Lo cual eso me causa algo de celos, algo que en mi es algo raro, ya que me considero hermosa y no tengo envidia de las demás mujeres, pero ella es toda una modelo, perfecta y eso me hace sentir inferior.
– Nos dijeron que aquí estaremos a salvo. – Dice la chica.
– Si, aquí están los sobrevivientes. – Dice mi tío
McCallister la fulmina con la mirada. Yo los miro y me dan celos, unos celos que no puedo contralar. La miro con enojo. Al no sopórtalo me voy. Stu me sigue y me pregunta:
– ¿Qué te pasa?
– ¿Que no lo ves? deje de ser la…. – No me salen las palabras. – No soy más el centro.
– Estás celosa de ella. – Me dice señalándola. La mira con bronca y le digo. – Solo mírala, es perfecta, McCallister de aseguro que la prefiera a ella. Mírala como la mira. – señalo. – Ella es más normal. – agrego.
Ante eso se ríe y me responde:
– ¿Te preocupa dejar de ser Nefertiti? – Hago una mueca y añade. – Siempre será mi Nefertiti, una vez te he dicho que pensaba a que eras la reencarnación de ella.
Me río con ganas al recordar eso, él me ha apodo así la primera vez que salimos.
– Si, lo sé. Pero no soy la única Nefertiti, ella se merece ese nombre más que yo. – respondo.
– Carter, eres hermosa y lo sabes. Para mi eres mi Nefertiti y siempre lo serás aunque estés con él. – Me dice señalando a McCallister.
Le sonrío. He olvidado porque lo he dejado y entonces digo:
– Recuérdame porque te deje. – No me responde enseguida se queda pensado y dice. –estamos discutiendo, te tome de la muñeca. Me empujaste y no quisiste volver a verme. Después te pusiste de novio con Ian. Supongo que te gusto más él que yo.
Lo recuerdo. Veo esa escena en mi cabeza y digo:
– Sí, ese día me negué a tener relaciones con vos y no sé por qué. Supongo que ya no te quería.
– Carter, esa noche en mi casa, era como las demás noches. Algo paso, pero no me acuerdo porque huiste de mí de esa forma.
– Yo… no sé qué paso. Algo me lo impedía supongo. – lo miro con cara de pocos amigos.
– Vos solo me alejaste y no querías que te tocara. Eras distante conmigo.
– Sí, lo sé, Stu, y de verdad lo siento. – Me disculpo.
– Descuida, aun podemos hacerlo si quieres en mi cama como en los viejos tiempos. – Le sonreí por eso, pero muevo la cabeza en forma de negación.
– No, tengo novio. – Le recuerdo.
– Lo sé, Nefertiti. No olvides que nunca te he comparado con una rosa porque vos nunca te marchistas. – Me recuerda.
Sonríe tontamente por eso y lo abrazo amistosamente. En ese momento vine mi segundo novio, Damon.
– Nefertiti, no creí que te volvería a ver.
– Yo tampoco, había olvidado lo atractivo que eres.
– Gracias, no has cambiado, sigues tan hermosa como te recuerdo.
– ¿Por qué volviste? ¿Por qué ahora en el medio de la tercera guerra mundial? – Le preguntó.
– Extrañaba mi ciudad. No contestaste mis mail, Nefertiti.
– No tenía por qué hacerlo, habíamos terminado y yo estaba con Stu y no quería problemas.
Lo miro a los ojos que son hermosos y recordó lo que he vivido con él. Como cuando tocaba el piano para mí y me cantaba o cuando tocaba la guitarra. Cuando lo abrazaba y lo besaba. Todas esas noches con él.
– Me dejaste, no puedes volver el pasado atrás. – Le confieso.
– Sí, lo sé y es el peor error que pude cometer en mi vida. Parece que eres feliz con McCallister. – Me dice.
– Sí, lo soy. Él es todo para mí, es mi vida. – Le respondo.
– Me alegra saberlo y dime ¿Quién es la niña esa? – Me dice señalado a Phoebe.
– Mi hija. – Le respondo. – Es hija mía y de Ian. –Agrego.
Me mira como dudando de mis palabras.
– Creí que estaban divorciados. – Dice sorprendido.
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Editado: 28.05.2021