Me mira asustada, tiene cara angelical, redondeada y de mejillas rosadas. Un cabello castaño con un gran volumen. Se aferra a su violín con fuerza. McCallister y los demás me miran. Frente a nosotros estaciona tres camionetas.
– ¡Vamos! ¡suban! – grita Ludo.
Subimos a las distantes camionetas
– ¿Qué paso? – la violinista mirando para todos lados una vez que llegamos.
Me sorprende que no lo supiera. McCallister la mira con desconfianza y miro detenidamente el violín y dentro del estuche del violín está el virus - G.
– ¿Qué es esto? – Pregunto.
La violinista nos miró con cara de pocos amigos, no sabe que decirnos y Ludo dice:
– Supongo que eres un no de los sicarios.
– No, de verdad no sabía que iba pasar esto. – Se defendió.
La miro y le digo:
– Empieza hablar sino quieres que te mate.
– El Dr. Jaguar dijo que este virus iba a cambiar el mundo y que si lo expandía muchas personas iba sanar. Trabajo con él porque era la única salida para ayudar a mis padres. – responde sollozando.
McCallister la miro aun con duda.
– El virus Génesis fue creado por mí y créeme es peligroso. No cura a las personas. – interviene.
– Sabes lo que le hace a las personas, las mata. Se convierten en monstros y no hay curara para eso. – añado.
La observo y noto que tiene la marca de la mutación en el brazo.
– Estas mutando.
– ¿Qué? – pregunta incrédula.
– Tienes la marca de la mutación, Benicio te contrato para su experimento. – Una vez más la observo. Tiene las pupilas dilatadas. – Está infectada. – informo
Tiene escalofríos, está en proceso de convertirse en infectado.
– ¡Respiro el virus! – inquiere McCallister mirándola.
– ¿Hay algo que se pueda hacer? – pregunto.
– ¡No! Será uno de ellos en pocos minutos.
– Es imposible detener el virus una vez que entra el sistema. No muchos sobreviven. – Explica mi novio.
– ¡Por favor, sálveme! – Suplica la violinista templando.
– Lo siento, pero la cura no existe. Aún no la he hecho.
Elijah toma un arma y le apunta. Lo detengo y le digo:
– No aún está viva.
– No por mucho, se convertirá en un infectado. Hay que matarla
– ¿Cómo te llamas? – Le pregunto
– Lizze. – responde con regañadientes por los escalofríos.
– Lizze, debes ser fuerte. No te rindas.
Esta cada vez peor. Vomita y grito:
– ¡Lizze! – No me responde. Se murió.
No sobrevivió al virus, la consumió por completo. <<Es débil>>.
Me siento mal por ella, fue víctima de Benicio, creyó en él y termino muerta. Le disparo en la cabeza. A continuación la quemamos para que no nos atacara cuando despierte, ni que su cuerpo de mal olor.
Miro el violín que quedo ahí y lo observo. Sin querer se abre una solapa, en el interior del estuche del violín hay dos líquidos color azul trasparente, es el virus G. Tiro los francos al fuego y McCallister enseguida agarra uno.
– Conservare este – dice. Le agarro la mano y lo mire con cara de enojo. – ¿Para qué? Demos destruirlo. – digo.
– No, eso es lo quiere Benicio, destruir las pruebas. Pero aquí está la prueba de la infección. La conservare.
No digo nada, pero en ese instante lo descifro.
– Benicio quería traficar el virus G, la violinista era la trasportadora. – Le muestro el violín que tiene un pequeño orificio donde he encontrado el virus.
– Iba expandirlo en otros lugares. – inquiere Ian.
Olí pone cara de preocupación y mi tío nos mira pensativo. Se le ha corrido algún plan
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Editado: 28.05.2021