Humanoides: La marca de la mutación | libro 1|

Diamante Azul Ensangrentado

McCallister me mira con cara rara, pero ignore su expresión. Salgo de la casa sin decir nada.

En cuanto mi madre me abre la puerta, sin saludar mis padres, ni a mi hermano mayor me dirigí a la habitación de mi hermano. No tengo que decirle nada, ya lo sabe. Le tome la mano y lo arrastre conmigo.

Vamos a esta el living en donde esta nuestros padres y al mismo tiempo decimos:

– Sabemos lo que nos hiciste

Mi padre nos mira serio y pregunta:

– ¿De qué están hablando?

– Que somos humanoides. – Decimos al mismo tiempo.

Mi padre nos calma con las manos y dice:

– No hablan los dos juntos odio que hagan eso.

Lo miramos con enojo y decimos:

– ¿Por qué?

Una vez más nos mira serio.

– Deberían sentarse. – dice mi padre. Nos sentamos y escuchamos lo que nos tenía que decir. – Hijos, son mellizos siameses. – Comienza a decir –Cuando nacieron estaban unidos. Por eso es que tiene una conexión única y fuerte.

– ¿Qué significa que estábamos unidos? – quiere saber mi mellizo.

– Estaban unidos, pagados. – respondo mi padre. – Compartían el mismo brazo. Una parte de su rostro estaba pegada. Era imposible despagarlos. Corrían riesgo.

– ¿Quieres decir que si nos separaban moríamos? – Pregunto al no entender.

– Sí, tu brazo izquierdo era parte del brazo derecho de Caleb. El hueso que los unía era difícil de corta y corrían el riesgo de una hemorragia. Además de que su rostro estaba pegado el uno con el otro. Compartían parte del mismo cerebro.

Caleb esta atónito y pregunta:

– ¿Qué lado del rostro?

– Tu lado derecho y el de tu hermana el izquierdo. – Automáticamente nos tocamos el rostro. Nos da algo de impresión saber que tenemos una parte robótica.

– Cuando tu madre y yo decimos sepáralos fue cuando les arruinamos la vida. Ambos tenía medio rostro y un solo brazo. Medio cerebro. No pude tolerar verlos así. Tenía que hacer algo. – Nos comenta – Se me ocurrió hacerles un brazo robótico que sea real con todos los movimientos de un brazo común, que se contactara con el cerebro. Trabaje por meses y cuando lo hice fue cuando me sentí aliviado y contento por dales eso que les había sacado.

Lo miramos con una meuca.

– Era únicos, especiales. Los primeros humanoides o como les decía los Diamantes Azul Ensangrentado o (Bloodied Blue Diamond), por su sangre y sus venas que es de ese color. Después tuvieron más problemas y saben el resto –Finaliza.

Lo miramos y lo abrazamos.

– No me abrazaban desde que era pequeños. – Sonreímos y nos dice – Lamento por no habérselos dicho antes y hacerlos inmortales y que no sean humanos.

– Descuida, papá creo que nunca me gusto ser humano es más, no me imagino siendo lo. – Dice Caleb.

Yo lo miro con cara de pocos amigos. No pienso igual que mi mellizo y digo

– Quisiera poder decir lo mismo, pero yo si quisiera ser humana. Pero es por McCallister, el morirá algún día y yo no. – me detengo. Aprieto los labios y añado– Me gustaría poder envejecer a su lado.

Mi padre me miro con tristeza.

– Lo sé, hija, pero no podrás. Lo lamento mucho.

Lo mire una vez más con cara de pocos amigos

– No quería esto y lo sabes. Porque me hiciste así. No quiero ser un Humanoide ni mucho menos mutante quería ser normal.

– Lo siento, pero tu vida para mi vale mucho, no podía perderte.

Lo miro con enojo.

– Prefería morir a que ser un humanoide que vivirá por décadas.

– En primer lugar, no debiste enamorante de un humano. –Me reta.

– Ese humano, es mi novio. El que a pesar de lo que soy aun me considera humana, pero ahora no lo sé. – Le respondo yéndome.

Mi padre me miro pero no dice nada.

Al salir del living hay parado en la puerta está McCallister que ha escuchado todo. No me he dada cuanta de que me ha perseguido.

– ¿Eres también un humanoide? Me mira con usa cara de indiferencia

– Sí, lo siento. Pero como te habrás dado cuanta no pudo morir. Jamás lo hare.

Me miro con tristeza. Me agarra el rostro y me lo acaricia.

– No importa, por ahora disfrutare cada segundo con vos. Algo se me ocurrirá para poder estar tu lado.

Lo miro seria porque he comprendido lo que tiene en mente.

– No, ni lo pienses. Se lo que te propones y no dejara que lo hagas. – Le digo

– ¿Por qué? Es la única forma de estar juntos.

– No, McCallister. El virus pude matarte. Sabes que no funciona en todos los casos. Es arriesgado, no permitiré que lo hagas.

– Entonces dame tu sangre y conviérteme un mutante.

– No, me gustas así. Eres humano y daría lo que sea por ser humana. No permitiré que te extingas como humano.

– Pero no lo vez no quiero ser humano. De que me sirve serlo si para estar con vos tengo que ser inmortal.

– A mí me sirve, es tu vida no quiero que la dejes.

McCallister me mira con cara de pocos amigos y dice:

– No puedo vivir sin vos. Eres el diamante más valioso del mundo. – lo beso.

No quería hacerlo, no puedo. No acabare con su vida. Por más que él me lo pida no tengo derecho a quitarle la vida de esa forma.

– ¿Prometes que lo pensaras?

– Lo pensare y cuando llegara el momento lo hare. Pero debes darme tiempo. Para afrontar esta situación. – Le prometí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.