Humanos Contra Demonios

CAPÍTULO 50

Humanos contra demonios.

CAPÍTULO 50

Estoy escapando de un grupo de mujeres gigantes muy hermosas. Son del tamaño de una casa de tres pisos. Son realmente enormes.

—¡No escapes, guapo!

—¡Solo queremos tener a tus hijos!

—¡Queremos que tú seas el padre de nuestros hijos!

Volteo a verlas con miedo... ¡Me quieren violar! ¡Quieren abusar de mí! Algunos hombres pensarían que tengo mucha suerte, pero ¡son gigantes! ¡Podría morir si me violan!

—Si me atrapan, me van a violar, y lo más seguro es que muera.

Me tropiezo con una roca y caigo al suelo... ¡Me distraje, maldita sea!

—¡Mierda!

Una mujer gigante me toma la pierna izquierda y me levanta del suelo.

Todas me rodean y me observan sonrojadas.

Todas saborean sus labios... Están excitadas... Mierda... ¡¿Por qué siempre quieren violarme?!

—Empecemos.- Dicen todas.

Trago saliva... Mierda, estoy muerto.

—Estoy perdido.

Bueno, se preguntarán cómo terminé en esta situación... Bueno, verán, llegamos a la capital hace dos horas y decidí hacer una misión...

-Dos horas antes-

Yo y los demás observamos la capital desde lejos.

—¿Estás seguro?- Dice Treis.

—Sí, iré solo, tú cuida a Nirfa, sería peligroso llevarla a una misión.

—Está bien, aquí te esperaremos.

—Gracias.

-Minutos después-

Estoy parado frente a un hombre, que es el encargado del gremio.

Tiene los ojos totalmente abiertos y la boca completamente abierta.

Tiene una expresión de sorpresa mientras observa una tarjeta.

—¡Realmente eres el chico de los rumores! ¡Tienes todos los tipos de magia!

Todos los aventureros que están en el gremio me observan asombrados y con curiosidad.

—Ya he pasado por esto varias veces. Tengo prisa, necesito que me dé una misión, la que sea, por favor.

—E-está bien... Últimamente el ganado de algunas granjas han sido robados por un grupo de gigantes. ¿Puedes ir a matarlos?

—¿Es necesario matarlos?

—Es eso o encontrar una manera de evitar que sigan robando.

—Está bien, lo haré... ¿En dónde puedo encontrarlos?

—Se encuentran en el desierto "Grepa". Ahí se han visto últimamente.

—Desierto... Está bien... ¿En dónde queda ese desierto?

—Solo debes ir al sur, está muy cerca de la capital.

—¿Cuánto tardaría corriendo?

—Tal vez una o dos horas.

—Está bien, tomaré la misión.

-Más de una hora después-

Observo un grupo de mujeres gigantes comiendo y hablando. Estoy escondido detrás de una gran roca.

—Ahí están... Son muy hermosas... Tal vez si hablo con ellas, las pueda convencer de que no sigan robando.

Suspiro y me dirijo a ellas.

—Sé un caballero, si las tratas bien y das una buena impresión, tal vez las puedas convencer, Daniel.- Pienso.

Las mujeres se dan cuenta de mi presencia.

—Un humano.

—¿Es un aventurero?

—¿Vendrá a matarnos?

Me rasco la cabeza y sonrío.

—¡Buenos días, lindas, ¿cómo están?!

Todas se sonrojan y se acercan a mí.

—Nunca había conocido a un humano tan guapo.

—¿Cómo te llamas?

—¡Mi nombre es Daniel, mucho gusto en conocerlas!

—Daniel... Es un nombre raro.

—Sí, es la primera vez que escucho ese nombre.

—Esperen... Creo que ya había escuchado ese nombre antes... Daniel... ¡¿Daniel?!

Una mujer gigante se acerca demasiado a mí.

—¡¿Eres el chico de los rumores?!

—Supongo que te refieres al rumor de que derroté al rey demonio. Sí, soy el de los rumores.

Todas se acercan demasiado a mí.

—¡¡Increíble!!- Gritan todas.

Me alejo un poco... Me duelen los oídos, gritaron demasiado cerca de mí.

—Bueno, la verdad es que vine a pedirles que dejen de robar el ganado de los granjeros, si no lo hacen, aventureros podrían venir a matarlas. Yo no quiero matarlas, es por eso que les estoy pidiendo que no sigan robando.

—¡Chicas, reunión!

Todas forman un círculo y murmuran.

—Espero que acepten...

—Bien, eso haremos.

Una mujer gigante se acerca demasiado a mí.

—Lo haremos, pero con una condición.

—¿Cuál es la condición?

—Queremos que nos embaraces.

Hay un gran silencio incómodo y me alejo temblando y sonrojado.

—¡¿Eh?!

—Queremos que nuestros hijos sean igual de poderosos que tú.

—¿Aceptas?

—¡N-no haré algo como eso! ¡Apenas las conozco!

Mueven sus manos de forma rara mientras saliva sale de sus bocas.

—Vamos, no seas egoísta.

—No te cuesta nada.

Me alejo más de ellas.

—Vaya, vaya, qué rápido pasa el tiempo. Fue un gusto conocerlas. ¡Adiós!

Me alejo corriendo de ellas y empiezan a seguirme.

—¡Mierda!

-Presente-

Y eso fue lo que pasó.

—C-chicas, soy un hombre casado, no puedo hacer lo que ustedes dicen... Y aparte, soy menor de edad.

—¡No nos importa!

—¡No quiero matarlas! ¡Haré otra cosa, por favor, no me hagan nada raro!

—¿Cualquier cosa?

—S-sí.

Todas se voltean a ver.

—Queremos que nos consigas la roca "Giganma". Hace años, unos nobles del país "Ejico" nos la robaron.

—Suena fácil, lo haré... ¿Cómo se llama la familia de los nobles?

—No lo sabemos, deberás averiguarlo.

—Está bien... Les prometo que recuperaré su roca, pero ustedes prometan que no volverán a robar.

—Lo prometemos.- Dicen todas.

Suspiro aliviado.

—No creo que sea tan difícil.

-Tres horas después-

Estoy montado sobre Treis mientras sostengo a Nirfa de la cintura.

—Mil monedas... No me fue tan mal... Aunque estuve a punto de ser violado.- Digo con un tono sombrío.

A Treis se le sale una pequeña risa.

—Eres todo un imán para las chicas, Daniel.




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