Humanos Contra Demonios

CAPÍTULO 72

Humanos contra demonios.

CAPÍTULO 72

Ángel se aleja poco a poco de Sinfer.

—No sé qué haces aquí, deberías de estar en el infierno.

—Logré escapar del infierno.

Sinfer se acerca caminando a Ángel.

—Quiero que te unas a mí, te ofrezco...

Ángel lo interrumpe con una simple palabra.

—No.

Sinfer se detiene y observa a Ángel con una mirada seria.

Ángel tiene una expresión de furia. Él realmente odia a Sinfer.

—No me importa lo que me ofrezcas, nunca me uniría a tí.

—Sabía que dirías eso... Es una pena... Creo que iré al mundo 43 y mataré a Crismei.

Ángel cierra los puños con furia y se acerca a Sinfer.

—¡No te lo permitiré!

—No quiero pelear contigo, sé que no puedo vencerte.

Sinfer truena los dedos y una pequeña tarjeta blanca aparece frente a Ángel.

—Tengo aliados, si me matas, ellos matarán a Crismei.

—¡¿Qué demonios quieres de mí?! ¡No me uniré a tí, no seré de los malos!

—Sangre, solo quiero una gota de tu sangre.

—¿Eh? ¿Solo eso?

—Sí, solo eso.

—¿Dejarás en paz a Crismei?

—Sí, te lo prometo. Solo pon una gota de sangre sobre la tarjeta.

Ángel cierra los ojos y suspira.

—Lo siento, Izuke, pero quiero que Crismei esté a salvo.

Abre los ojos y observa a Sinfer sonreír.

—Acepto.

-Mundo 1-

Estoy haciendo abdominales en el suelo. Estoy muy cansado y estoy sudando demasiado.

Estoy en una gran habitación que solo tiene una enorme cama y un escritorio.

Rei está a mi lado, en su forma como espada.

Nirfa está dormida en la cama.

—100 más y terminarás.- Dice Rei.

—S-sí, maestro.

Mi abuela entra a mi habitación y se acerca a mí.

—Dani, deja de hacer ejercicio, te hará daño. Vamos, hay una piscina en el barco.

—L-lo siento, abuela, pero no puedo ir... L-lleva a Nirfa, a ella le gustaría.- Digo mientras hago abdominales.

—Está bien.

Cierro los ojos y sigo haciendo abdominales.

—No puedo dejar de hacer ejercicio,  el mundo está en peligro.- Digo en voz baja.

-Capital de Soufla-

La capital de Soufla es enorme, es una gran ciudad rodeada de nieve. Los Orcos y los humanos viven en paz. En la capital, se encuentra una zona llamada "Diversión", en esa zona, que se encuentra en el centro de la capital, las mujeres y hombres pueden ir y pagar un servicio llamado "servicio de acompañantes", que básicamente es prostitución.

Las tiendas en donde se solicitan acompañantes se llaman "Gishma", en honor al primer rey de Soufla.

En una habitación, de una de las tiendas, se encuentra una mujer muy hermosa, tiene los ojos de color blanco, cabello blanco y largo, y usa un vestido negro. Es una mujer de 25 o 30 años.

Está sentada en la cama, esperando a alguien.

—Solo debo soportar un poco más... Cuando llegue Daniel, seré libre.

Un Orco, que usa una camisa blanca y un pantalón blanco, entra a la habitación. Su ropa está manchada de sangre.

—¡Vamos, necesitamos más!- Dice el Orco con un tono autoritario, con un tono amenazante.

—Sí, amo.

El Orco lleva a la mujer a un sótano. En el sótano hay herramientas de tortura y hay manchas de sangre por todas partes.

En el centro del sótano hay una silla.

La mujer se sienta en la silla y cierra los ojos.

El Orco truena los dedos y un pequeño gato blanco, que está encerrado en un frasco transparente, comienza a brillar, iluminando el lugar. Es como si fuera un foco. El frasco con el gato está pegado en el techo.

El Orco toma un martillo con su mano derecha y toma del cuello a la mujer con su mano izquierda.

—Empecemos.- Dice el Orco sonriendo.

Las mujeres que se encuentran en las habitaciones de la tienda, escuchan los gritos de la mujer. La mujer está sufriendo demasiado.

Las mujeres simplemente cierran los ojos y se tapan los oídos.

Un poco lejos de ahí, en el castillo del rey, que se encuentra a lado de la capital, el rey está observando cómo un pequeño frasco se está llenando mágicamente con un líquido negro.

El rey es un Orco, que usa un traje negro y usa una corona blanca.

Está sentado en su trono y tiene el frasco en su mano derecha. Está en un gran salón.

A su lado se encuentran 5 Orcos con armaduras.

—Falta poco... Muy poco.- Dice sonriendo.




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