Humanos Contra Demonios

CAPÍTULO 117

Humanos contra demonios.

CAPÍTULO 117

-Tiempo atrás-

Yo, de 5 años, estoy jugando con mi padre con una pelota.

Mi padre está vistiendo una camisa blanca y un pantalón negro, yo tengo un pantalón corto blanco y una camisa roja.

Estamos en un parque, y mi abuela nos está observando jugar, está sentada en una banca.

—Se ven muy lindos jugando juntos.- Dice mi abuela.

Una niña de mi edad se acerca a mí... Es Sonia, pero de 5 años. Está usando un vestido verde.

—¡Hola, mi nombre es Sonia!

—Mi nombre es Daniel.

Un hombre se acerca a nosotros.

—Sonia, vámonos.

—¡Quiero quedarme un poco más, papá! ¡Quiero hacer amigos!

Me alejo de ella y tomo de la mano a mi padre.

—Vámonos, tengo hambre.

Mi padre me acaricia la cabeza y sonríe.

—Siempre tienes hambre. Vámonos.

Nos alejamos caminando, pero Sonia me toma del brazo izquierdo.

—¡No te vayas, juega conmigo!

—No me gusta jugar con niñas.

—¡¿Eh?! ¡¿Por qué?!

—Simplemente no me gusta.- Digo con la mirada baja.

Me alejo de ella y mi padre se acerca al padre de Sonia.

—Mi hijo sufrió recientemente un intento de violación por parte de su maestra, así que ahora intenta no acercarse a las mujeres. Así que no crea que es machista o algo por el estilo.

—No se preocupe, no debe dar explicaciones.

El padre de Sonia le extiende su mano derecha.

—Mi familia se acaba de mudar a esta ciudad. Mi nombre es Federico.

Mi padre toma su mano y se saludan.

—Mi nombre es Daniel.

Muevo la pierna izquierda de mi padre.

—¡Tengo hambre!

—Vámonos, Daniel.

-Tres días después-

Estoy jugando solo en la calle. Estoy jugando con una pelota.

Pateo la pelota y comienzo a llorar por alguna razón.

Me acaricio el pecho con mi mano.

—Me duele...

Un polvo blanco entra por mi nariz, pero estoy tan distraído que no me doy cuenta.

—Me duele mucho...

-Minutos antes-

En una casa abandonada, mi padre está en el suelo, cubierto de sangre y a su alrededor hay varios cadáveres.

Está gravemente herido... Y tiene la misma transformación que sufrí cuando Cano se apoderó de mi cuerpo.

—Al menos lograste matar a los enemigos de Nadia, ya nadie intentará asesinar a Daniel... Pero no sobrevivirás... Tu corazón está dañado, una bala dañó tu corazón... No puedo usar magia.- Dice Cano dentro de la mente de mi padre.

—Al menos mi madre y mi hijo estarán a salvo...

Saca su billetera y observa una foto que guarda en ella. Es una foto de nuestra familia juntos.

Sonríe y comienza a llorar.

—Valió la pena, no me importa morir... Lamentablemente no veré a mi hijo crecer, pero al menos seguirá con vida.

—Adiós, Daniel.

—Valió la pena hacer equipo contigo... Solo por esta vez, estoy agradecido de tenerte... Espero que mi hijo no sea como su madre... Te quiero, hijo.

Cierra los ojos para siempre... Mi padre murió con una sonrisa.

De su nariz sale un polvo blanco.

—Necesito un nuevo cuerpo... Y Daniel parece ser el chico perfecto.

-Presente-

Ya casi llegamos al castillo, falta poco para llegar. Zei está en su forma humana y usando la ropa que le di.

—Ya casi llegamos.

El suelo se abre frente a nosotros y comienzan a salir pequeños animales redondos y verdes, con dos pequeños ojos negros. Literalmente son redondos y verdes, con ojos negros, y tienen el tamaño de una pelota de béisbol.

—¿Qué son esas cosas? No siento maldad, pero tampoco siento bondad... No siento nada... No tienen vida.

—Se llaman Makis, son criaturas sin vida, y son controlados por una de mis hermanas.- Dice Neka.

—¿Y qué hacen?

—No hacen nada peligroso.

Los Makis comienzan a rodear mi cuerpo.

—Son lindos.- Digo un poco sonrojado.

Mi ropa comienza a desintegrarse.

—Lo único que hacen, es desintegrar ropa... Mi hermana es un poco pervertida.

—¡¿Eh?!

Comienzo a quitarme a los Makis, pero ya es un poco tarde, mi camisa se desintegró por completo, y mi pantalón también, ahora estoy solamente en ropa interior, que es de color negro.

Zei y Neka se sonrojan y cierro los puños con furia.

—¡Se supone que estas cosas deberían desintegrar la ropa de las mujeres, no de los hombres!

—Tienen el propósito de desintegrar la ropa de los chicos guapos.

—¡Maldita sea! ¡¿En dónde demonios está tu hermana!

Frente a mí, del suelo, sale una chica con el cabello negro y corto, pero su cabello le cubre los ojos, tiene el famoso peinado de los Hentai. Usa una falda corta negra, una blusa blanca que tiene la imagen de un ojo y una boca, medias largas blancas y zapatos negros. Tiene los pechos grandes.

—¡Hola, guapo, mi nombre es Crismi, pero puedes llamarme como quieras!- Dice sonriendo y sonrojada.

—Ese peinado lo conozco... Es pervertida y tiene ese peinado... Supongo que le queda perfecto.- Pienso.

Le extiendo mi mano derecha y sonrío.

—Mi nombre es Daniel.

Toma mi mano y comienzo a apretar su mano con fuerza. Ella se queja un poco del dolor.

—Y te quiero decir que, si vuelves a usar esas cosas en mí, te golpearé, soy igualitario.

Se sonroja demasiado y gime.

—S-sí... C-comprendo.

Me sonrojo y la suelto.

—¡Mierda, es la típica chica que se excita con los insultos y los golpes!- Pienso nervioso.




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