CAPÍTULO 2- El Rey.
Miré a Sandro antes de alejarme caminando.
Sandro sigue inconsciente... Vaya, vaya... Me siento mal.
Digo... Sé que lo golpeé en defensa propia, pero me comporté grosero cuando le dije que se calle. Creo que la emoción que sentía por derrotar al demonio provocó que no pensara con claridad.
... Pensar con claridad... Es cierto, no pensé con claridad mis acciones antes de mi pelea con el demonio. Afortunadamente todo salió bien, pero eso no significa que estuvo correcto lo que hice. Me arriesgué demasiado. Sé que posiblemente el demonio haya sido una simple prueba de Dios, pero también existía el riesgo de morir.
Mi gran memoria funciona correctamente, pues recuerdo a la perfección todo lo que he pensado y hecho desde que llegué a este mundo. No olvidé que tenía planeado entrenar antes de desafiar al demonio, simplemente me distraje y recordé eso cuando ya había retado al demonio. Mi gran memoria tiene un fallo, pues deja de funcionar por unos segundos cuando estoy distraído. Debo tomar en cuenta eso en el futuro.
—... Tengo una duda.
Miré a las chicas que intentan despertar a Sandro. Solo quiero confirmar mis sospechas, es todo. Realmente no quiero tener como enemigo a Sandro, pero si mis sospechas son correctas, tampoco lo quiero tener de amigo.
—¿Ustedes son sus novias o sus esposas?
—Ellas son las novias de Sandro.- Me respondió Sara, aunque yo le había preguntado a ellas.
Algo grosero de su parte, pero al menos respondió a mi pregunta.
Mmm... Esa manera de decirlo me hace pensar que ella no es novia de Sandro, aunque no me importa realmente si es su novia o no. Solo estoy interesado en los hechizos.
—Vaya, vaya... Ya veo...
Harem, ¿eh? Ya no me siento tan mal por golpearlo.
El harem es prácticamente engaño con permiso, y odio eso. Odio la idea de que una mujer tenga que compartir a su novio con más mujeres. Odio y me da asco eso.
Abuela, te prometo que nunca tendré harem, y si sucede un milagro y vuelvo a enamorarme, nunca engañaré a mi novia.
Y si las ideas de tener harem invaden mi cabeza, me alejaré lo más lejos posible de aquellas mujeres que intenten seducirme. Por el bien de mi misión y principios, debo evitar perder el tiempo con cosas como el romance.
Sandro tiene esa personalidad grosera y violenta porque seguramente el poder se le subió a la cabeza. Sí, admito que es poderoso, después de todo es capaz de derrotar a un demonio, pero olvidó ser humilde y que siempre habrá alguien que podría ser mucho mejor que él.
Tengo miedo de que eso me pase. Tengo miedo de cambiar.
Quiero seguir siendo el mismo Daniel de siempre. No puedo permitir que mi poder se me suba a la cabeza. Poseo el poder de realizar cualquier hechizo sin entrenar, un poder demasiado injusto y poderoso. No debo permitir que se me suba a la cabeza.
Daniel, Dios te dio una misión. La misión es lo más importante, no olvides eso. Así como Dios te dio el poder, también podrá tomarlo de vuelta. No te vuelvas como Sandro... Ni siquiera lo pienses.
Ah... Soy demasiado sensible y débil de mente. En este momento creo que es imposible que el poder me cambie, pero conociéndome y sabiendo lo débil que soy mentalmente hablando, la posibilidad de que me vuelva grosero o presumido no es imposible de imaginar.
Debo mantenerme fuerte. Daniel, Dios podría permitirte ver a tu abuela si haces un buen trabajo. Si vuelvo a verla, quiero que ella vea al Daniel que amó y educó, no a un Daniel grosero.
Ah... Mejor dejo de pensar en eso. Me terminé desviando mucho del tema principal: Sara.
—Compartir a un solo hombre es injusto. Les recomiendo que piensen mejor lo que hacen. Adiós.
Me alejé caminando de ellas, mientras me siento observado por todos en el lugar.
... Ah... ¡Ahhhhhhhh! ¡No, Daniel, no te pongas nervioso! D-debes mantenerte firme. Ya logré una buena impresión con Sara, no lo arruines.
Ignora las miradas. Derrotaste a Sandro, el mejor aventurero del gremio. Dudo bastante que se atrevan a molestarme.
Bien... Derroté al demonio negro por ser una prueba de Dios fácil y a Sandro porque no peleó en serio. Que no se te suba a la cabeza, Daniel, pues tus logros se ven grandiosos, pero sabes perfectamente que no lo son tanto.
Solo he tenido suerte.
—Por favor, tome asiento, señorita Sara.
Le jalé la silla para que se siente. Mi abuela me enseñó a ser educado con las mujeres en este tipo de situaciones, pero creo que en este mundo no es común que los hombres hagan esto, pues Sara me observó entrecerrando un ojo, confundida al respecto sobre lo que hice.
—¿Gracias? Tengo manos, no era necesario.
—L-lo siento.
¡Ahhhhhhhh! ¡Adiós a la buena impresión! ¿Acaso hice algo grosero? ¡Abuela, no era mi intención, no conozco todavía este mundo y su cultura!
—T-te pido una disculpa, señorita Sara. Si lo que hice le resultó ofensivo, le pido que me perdone. No estoy acostumbrado a socializar con las personas.
Bueno, en mi mundo original no tenía problemas socializando, solo tengo problemas en este mundo porque apenas lo conozco. Técnicamente no estoy mintiendo.
—No te preocupes... Eres raro, ¿lo sabías?
Me reí un poco ante esas palabras.
—Desde pequeño.- Dije, con una pequeña sonrisa.
Seguirle la corriente para que confíe en mí. Bien hecho, Daniel, aunque me dolió que me diga raro... Bueno, soy de otro mundo, así que sí, soy raro.
Sara y yo nos sentamos juntos en la mesa. Bien... Ah... Bueno, el momento incómodo terminó, es hora de pasar a los negocios. Dispongo de poco tiempo, así que no importa lo que tenga que pagar, lo pagaré con tal de conseguir todos los hechizos posibles. Entre más hechizos tenga, mejor.
Ella parece alguien de confianza. Espero que me ayude.
Podrá ser una de las novias de Sandro, pero eso no me interesa, lo que me interesa es su profesión de profesora. Necesito que me dé clases y me enseñe no solo hechizos, también sentido común y la historia de este país... No... Del mundo. Viajaré por muchos países en busca de más hechizos.
Editado: 09.10.2024