(Pov- Daniel.)
Llego al lago que está al lado del pueblo, a un kilómetro. Lejos de todos. El lugar perfecto para vivir.
Podré descansar un poco mientras espero a mi madre.
—Aquí podría dormir. ¡Retiers!
Retiro una gran cantidad de tierra. Es del tamaño de una casa de una planta. Puedo crear teléfonos inteligentes... Debo intentarlo... Una casa sencilla... Vamos, magia, sé que puedes hacerlo.
—Vamos, funciona, funciona.
Toco la tierra con la palma de mi mano derecha.
—¡Crea!
La tierra comenzó a brillar y... ¡transformo la tierra en una casa de madera! ¡Simplemente increíble! Realmente tengo un gran poder mágico.
Fufu. Esto me facilitó mucho las cosas.
—¡Genial, logré construir una casa!
Retiro algo de tierra y hago los muebles.
...
...
...
Media hora después, terminé.
Logré hacer un baño sencillo, pero era muchísimo mejor que los baños de este mundo. Terminé toda la casa, con muebles y ropa incluida. Ahora sí parece una casa de verdad.
Estoy muy satisfecho con el resultado.
—¡Terminé mi nueva casa!
—¡Increíble!
—¿Eh?
Esa voz...
Volteo y veo a Meibis detrás de un árbol.
Oh, una acosadora adorable... Me gusta ese cliché. Espero que sea tímida.
Ah, estaba tan distraído que no me di cuenta de su presencia. Debo trabajar en eso. Podría terminar perjudicándome en el futuro.
—Hola, Meibis.
Meibis se esconde.
... Ella necesita la casa más que yo, probablemente no tenga hogar.
—Vives en la calle, ¿verdad?
Meibis sale apenada.
—Sí, Daniel.
—Vaya, va... Ya veo. Te la puedes quedar, yo haré otra.
—¡¿Eh?! ¡¿En serio?!
Sus ojos brillaron al escuchar mis palabras. Que lindo.
—Sí, no te preocupes.
—¡Gracias!
La semihumana se acerca a mí y me abraza llorando.
—He dormido en la calle por un año... ¡Gracias por la casa!
Todo un año... Mierda. Debió ser muy duro para ella.
—¿No me odias? ¿No te doy asco?
—Odiaba a los humanos, pero ahora me di cuenta de que existen humanos buenos.
—Gracias por no juzgarme por mi raza. Bueno... Supongo que serás mi vecina. Construiré otra casa... ¿Te explico cómo se usan los baños?
—¿Eh?
•
•
Después de explicarle el uso del baño a Meibis y de construir mi casa, puedo descansar.
—Terminé.
Salgo de mi casa, que es igual a la otra casa, y veo a Meibis.
Me dio flojera diseñarlo de otra manera.
—¿Ya terminaste?
—Sí, aunque no tuve tiempo de hacer el baño mejor.
—T-tengo una duda. ¿Qué haces en este país?
—Vengo a detener la pelea de los humanos y semihumanos.
—¿A detener la pelea? Escuché que están planeando un ataque contra los humanos, pero no creí que fuera verdad.
... ¿Los semihumanos también están planeando un ataque contra los humanos? ¡Ahhhhhhhh! ¡Maldita sea, eso complica las cosas! ¡¿Por qué los seres de este mundo son tan salvajes?! ¡¿Por qué no pueden vivir en paz y olvidarse de la violencia?!
—Ah... Por eso debo destruir ciertas rocas... Aunque no sé en dónde están.
—¿Rocas? Escuché de ellas, pero no sé en dónde están. Tenía entendido que los humanos tenían las rocas.
Ah, perfecto, los humanos piensan que los semihumanos tienen las rocas y los semihumanos piensan que los humanos las tenemos. ¡Gracias por facilitarme el trabajo! ¡Ahhhhhhhh! ¡Ya no entiendo nada!
—¿Me puedes decir lo que sabes de las rocas?
—Solo sé que son cinco rocas, eso es todo.
—Supongo que son muy secretas... Será un trabajo difícil. Nos vemos.
Me alejo de ella caminando.
—¿A dónde irás?
—Iré por algo de comida al gremio.
Necesito comer para tranquilizarme y pensar mejor las cosas.
—¿Puedo acompañarte?
—Claro.
Las rocas, demonios, mi madre, una posible futura guerra... Ah, Dios, ¿por qué el mundo 1 tiene que ser tan fastidioso?
•
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Llegamos al gremio y nos sentamos en una mesa. Ah, bueno, una deliciosa comida me hará sentir mejor.
—Disculpe, ¿podría traernos algo de comida? Por favor.
La mesera me ve y me ignora... Me... ignoró.
¡O-oye, oye, oye! ¡Derroté a un demonio, salvé un pueblo! ¡¿Por qué no me quieres atender?!
—¿Mesera?
La mesera se aleja de nosotros.
Discriminación... Maté a un peligroso demonio, pero me siguen odiando.
—Bueno... Supongo que tendré que conseguir comida en otra parte.
—Vamos.
Salimos del gremio y veo a Rocco. Supongo que nos vio entrar, él estaba a punto de entrar al gremio.
—Oh, Daniel, ¿a dónde vas?
—Quería comer algo, pero supongo que no soy bienvenido aquí.
—Hay un restaurante por aquí, vamos.
—No creo que quieran atenderme.
—Si vienes conmigo te atenderán. De eso me aseguraré yo.
—Muchas gracias.
—¿Y ella por qué está contigo?
—Ella también quiere comer.
—Está bien, vamos.
Empezamos a caminar y mi teléfono suena. Espero que no sean malas noticias.
Por favor, Dios. Por favor.
Por favor, por favor, por favor, que no sean malas noticias.
Te lo suplico, ya no podré soportar otra mala noticia. Por favor, que no sea una mala noticia, ten piedad.
—Esperen.
Saco mi teléfono. Es Rem.
Contesto.
—¿Qué pasa, Rem?
—¡Dani, te extraño!
... ¿Me preocupé en vano? Ah, al menos no es una mala noticia.
—Lo siento, iba a venir en una semana, pero creo que no tuve de otra.
—Tu abuela no nos quiere decir el por qué te obligó a irte. ¡Dime!
¿Dime? ¿Me exiges que te lo diga? ¿Quien te crees que eres? Solo eres una invitada que vive con nosotros mientras se adapta al mundo de nuevo. No eres mi novia ni amiga, mucho menos compañera. Solo eres una invitada, que no se te... olvide...
Editado: 09.10.2024