Humnok ©

Capítulo X

El vació más oscuro y aterrador se comenzaba a acomular en su pecho.

Desorientada, abrió lentamente los ojos una vez que logró despertar. Colocó una mano frente a su rostro comprobando la superficie sobre la que estaba echada.

Se sentía cómodo, pero no lo reconocía, la textura suave y rígida fue lo que reconoció su tacto. Abrió los ojos, éstos estaban algo nublados pero pudo reconocer las luces que provenían de adelante. Al reaccionar supo que no conocía el auto en donde se encontraba.

Sintió una opresión devastadora en el cuerpo que parecía paralizarla por completo, como una punzada cortando su interior.

Luchó contra ello, y se incorporó rápidamente en el asiento con la respiración agitada. Su pecho subía y bajaba. Sentía su vista nublada y su cabeza retumbar. Pero poco a poco sus músculos se fueron relajando recobrando el control de su cuerpo.

Finalmente consiguió murmurar algo entre jadeos. — ¿D-d-donde estoy? — titubeó con inseguridad.

Tahiel, mientras esperaba la luz verde del semáforo, la vio por el retrovisor y se dio vuelta preocupado.

— ¡Ivy! No te levantes tan bruscamente. Te puede hacer mal.

Volvió la vista al frente, al ver la luz verde movió la caja de cambios.

Ella se relajó al ver que se encontraba con él. Pero se encontraba adormecida, su rostro estaba demasiado pálido y su piel estaba congelada.

Ella se encontró con su mirada por el retrovisor una vez más.

— ¿Por qué estamos en este auto? ¿Y tu camioneta?

— Le pedí el auto prestado a Kiara, una amiga, así podía recostarte en el asiento de atrás. Mañana me dijo que iba a pasar para saber cómo estás y devolverme la camioneta, así que tranquila.

El rostro de ella se tornó rojo — ¿Qué p-p-paso? — preguntó mientras la embargaba la vergüenza.

— Tranquila, ahora estás bien. Me asustaste, — suspiró mientras se pasaba la mano derecha por su cabello — . Se te bajó la presión y rápidamente te saqué de allí. Kiara es estudiante de medicina y trajo sal de la cocina para que te mejores, cuando empezaste a tomar color decidí traerte, supuse que no querrías estar en ese lugar.

Estaba abochornada, ¿se cayó al frente de extraños?

— Por si lo llegas a pensar, no. No te caíste — ella abrió los ojos sorprendida, parecía que él era capaz de leer sus pensamientos. — Te sostuve un momento y nadie te vio, solo los que estábamos muy cerca de tuyo. Pero solo Kiara y yo te prestamos atención, además de que te saque de inmediato, el resto estaba muy borracho para darse cuenta — terminó de decir para no preocuparla.

— Gracias — exclamó cabizbaja.

— No hay de qué agradecer, después me cuentas que pasó, ahora descansa ¿Deseas que pasemos por un hospital primero para que te revisen?

—No gracias solo quiero ir a casa, por favor.

Él asintió en respuesta.

El camino de regreso lo percibió eterno. Sentía su cuerpo como si fuese de alguien ajeno, se sentía vacío, dolía habitarlo, más que nunca. Cómo si a su cuerpo lo hubiesen golpeado sin parar, o aplastado de una forma tal que le impedía respirar sin dificultad.

Ella no supo en qué momento se volvió a dormir, pero reaccionó recién cuando estaban frente a la casa de su tía.

La puerta del auto se abrió  y Tahiel le extendió la mano para ayudarla a levantar suavemente. Ella la aceptó de inmediato.

Una vez levantada, y por alguna razón, él no soltó su mano. No dio una explicación sobre esto, solo dejó de sujetarla para abrir la puerta de la casa de su tía.

La respiración de ella se aceleró, pensó que aquello había servido para distraer su mente solo un poco, ya que de lo contrario no imaginaba  tener la fuerza necesaria para caminar sin derrumbarse.

Una vez que llegaron a su habitación, él por fin habló.

— Cinthia y Molly están durmiendo — susurró despacio—. Son de tener el sueño pesado, así que dudo que se despierten hasta por la mañana. Pero, cualquier cosas que necesites me llamas, estaré atento al teléfono, y  ya sabes que vivo al lado, en menos de 5 minutos estoy a tu lado — dijo sonriendo —. Y mira, me ha salido con una especie de rima y todo.

Ella rió negando con la cabeza, pero cuando vio que él estaba dispuesto a marcharse lo detuvo con su voz.

— ¿Tahiel? — preguntó tímida.

— ¿Si? — murmuró cuando estaba a punto de apagar la luz.

—Solo… —susurró mientras juntaba valor—. No me dejes sola por favor… No te vayas.

Él suspiró y se dio la vuelta para acercarse a ella.

La rodeó con sus brazos de forma inesperada, sin mediar ningún tipo de palabra. Ivy sintió cómo si su corazón quisiera salirse de su pecho, como si se hubiera encogido y agrandado a la vez. Era inexplicable, y no tenía deseo alguno de soltarse, al contrario, podría permanecer allí una eternidad.

Él con una mano acarició su espalda, ella escondió el rostro en la curva de su cuello inhalando su olor. La sensación de hogar la ahogó en ese instante. Respiró profundamente para juntar fuerzas y no desbordarse en lágrimas allí mismo.



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En el texto hay: crimen y amor, romance, amor de verano

Editado: 08.09.2019

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