El peor de los males se encuentra disfrazado con el mejor traje de cordero. Tan oculto y llevadero, tan en lo profundo que no parece verdadero.
Esto es lo que se repetía en su cabeza una y otra vez como un disco viejo rallado.
Ni siquiera podía comprender la situación, no entendía cómo es que pasó, como de un segundo para el otro todo se derrumbaba. Tampoco habían pruebas explicitas que mostraran evidencia suficiente para que sea él, pero todo indicaba que sí, y sino ¿qué otra explicación podría haber?
Sentía su pecho oprimirse, como si las paredes de su alrededor se cerraran, y cada hecho, cada movimiento la aplastara de a poco, dejándola sin aire, a paso lento.
Quería gritar con todas sus fuerzas, quería escapar. Incluso la inundaba un extraño deseo de golpear a alguien y a nada en específico.
Pero lo que más le dolía es que no sabía qué hacer, como resolver, se sentía incapaz, pero se negaba a perder la esperanza de volver a ver a su amiga una vez más. Cada pensamiento con el que se cruzaba se sentía como una bala clavada en el pecho.
Su corazón se sentía magullado cuando vio la puerta principal de la comisaría, tomó aire y dispuso de toda su voluntad para que sus piernas no tiemblen al entrar.
— ¿Estas lista? — preguntó Tahiel que la acompañaba a la par de sus pasos, ella asintió en respuesta.
Él no se había apartado en ningún momento. Ella lo agradecía, no sabía ni siquiera si lo lograría, pero saber que él estaba a su lado, le generaba una extraña sensación de valentía.
Todavía no recibía noticias sobre las primas de su amiga o su tía, ni de ningún otro familiar. Pero no podía esperar más, necesitaba realizar todo aquello que estaba a su alcance. El tiempo se agotaba.
El hecho de que pronto se iría estaba carcomiendo su cabeza. Su tía partiría al día siguiente a la noche, y ya no quedaría mucho más que hacer. Pensar en alejarse le generaba el sentimiento de que ya no podría hacer nada que valga, la respuesta se encontraba allí, no en otro lugar. Su propia casa no sería lo mismo, no sin saber que Dennis se encontraba a salvo.
Al acercarse al mostrador visualizaron una mujer con el ceño fruncido hablando por teléfono, cuando ésta los vio sonrió y levantó un dedo en señal de espera.
Despegó su oído del aparato y llamó a alguien con el nombre de John.
—Buenas noches, soy el Oficial John Williams, ¿puedo ayudarles en algo? — dijo un hombre uniformado que salía de una puerta.
—S-sí —tartamudeó ella. Luego sintió la mano de Tahiel entrelazarse con la de ella y apretandola un poco. Se tranquilizó y comenzó a relatar sobre la desaparición de Dennis y la llamada de un hombre al teléfono de la tía de ella.
El hombre al frente suyo asintió una vez.
— Si, se dé quien nos hablas — salió por el costado del mostrador—. Acompáñenme por aquí chicos —expresó señalando el pasillo—. Hablaremos en privado.
Una vez que ingresaron a una habitación de escaza iluminación, pero en la cuál se podía ver lo necesario, tomaron asiento. El policía se había sentado al frente mientras sacaba papeles de unos cajones y los colocaba en la mesa.
— Ya ingresó el caso ayer por parte de su tía, no hace falta que realices todas las formalidades como de entregar una foto y todo eso —hizo una pequeña pausa mientras la miraba a los ojos —. Pero sería de gran ayuda que nos brindes toda la información que tengas, al ser su mejor amiga seguro la conozcas más. Por más irrelevantes que parezcan dinos todo lo que sabes.
— Tuve contacto con Dennis esa misma noche. De hecho ahora que recuerdo ella me envió una foto de cómo estaba vestida.
Los ojos del guardia se abrieron en sorpresa.
— Oh, eso nos será muy útil. Continua, luego voy a pedir que me la envíes.
—Ella se j-j-juntaba aquella noche con un c-c-chico—le tembló la voz, cerró los ojos para calmarse y continuar —. La pasaba a buscar por su casa, sé que iban a cenar pero no me dijo de ningún lugar en específico. Me envió un mensaje cuando éste había llegado, y luego no más.
— Luego de eso no tuvieron más noticias ¿no?
Ella negó con la cabeza.
— Bien, es demasiado probable que él esté implicado en su desaparición.
Aquello reforzaba todas sus teorías, pero no por ello dejaba de doler.
—¿Qué más sabes de ese chico? ¿Su nombre? ¿Tal vez una foto? ¿Cómo empezó todo?
No sabía a cual de todas las preguntas responder, así que empezó a contar todo lo que ella sabía.
— Ella y yo no somos de aquí, pero hace un tiempo comenzaron a hablarse por una red social. Según lo que me contaba, se comunicaban todos los días, incluso se habían visto varias veces por video llamada —dijo mientras tragaba, sentía su garganta áspera —. Su nombre de usuario es Eliot Kapricci.