Hurricane

Capítulo VIII

Ashton se ofreció a dormir conmigo lo que restaba de esa noche, yo me sentía mal como para poder ir a la escuela pero me dio ánimos y terminamos asistiendo a la tercera clase.

—¿Te siguen molestando por teléfono? —preguntó curioso.

—Ehh sí, de hecho es la razón por la que no tengo teléfono.

—Oh, ¿en serio? ¿lo desactivaste?

—No, lo estrellé contra la pared. No sé si tenga arreglo.—hice una mueca.

—Lo siento, una amigo vende unos usados, te puedo conseguir uno.

—Eh no... creo que me haría bien por unos días estar sin él. Me tengo que ir. —cambié de tema bruscamente.

—Okay, nos vemos en un rato. —besó mi frente.

Muy aparte de mi estado físico por el alcohol, me sentía aún peor en mi estado psicológico. Me sentía sucia, como si nadie mereciera siquiera tocarme.

—Hola Heather, —saludó Phoebe—.¿Te sientes bien? —preguntó cuando miró mi expresión de desanimo.

—He estado mejor. —forcé una sonrisa.

—¿Hay algo en lo que pueda ayudarte? —noté la sinceridad en su voz.

—Nada, no he tenido buenos días últimamente, eso es todo.

—Está bien, ¿quieres venir a mi casa? Tal vez un poco de compañía te haga sentir mejor. —me sonrió mientras yo permanecí inmóvil.

—Phoebe, no sabes como me siento, por lo tanto no sabes como me sentiría mejor. Lo que necesito es... Estar sola.

Intenté hablarle de la manera menos grosera ya que serlo no era mi intención, ella lo entendió y el tema se dio por terminado.

Narrador Omnisciente.

Se encontraba caminando por el campo, no había querido mencionarle nada a Heather; sabía que haría muchas preguntas y tenía cosas que hacer de las que no se podía enterar.
El individuo entró al lugar pisando al pasto verde, divisando a aquel chico castaño sonriendo.

—¿Qué onda? —saludó.

—No hay tiempo para saludos. Escucha, ella la está pasando mal; no estoy seguro de hacerlo. —susurró con la mirada al suelo.

—Cuando te lo propuse sabía que no sería fácil, pero es la satisfacción de esto. Cuando acabe te sentirás muy bien.

—Quisiera que acabe ya.

—No te alejes de ella, eso es todo.

Cada uno tomó un camino distinto perdiéndose en el atardecer.

Heather's PDV

Al llegar a casa tomé una siesta y al despertar estaba bastante hambrienta.
Llegué a la cocina y miré los pedazos de la nota que yacían en la mesa. Todo lo ocurrido la noche anterior se repetía en mí mente como una cinta.

Saqué la pasta del refrigerador y la comí tal y como estaba. Al terminar decidí llamar a mamá siendo eso mi único consuelo.

—Hola, amor. —saludó mi mamá.

—Hola, mami. —sonreí al escuchar su dulce voz.

—¿Todo bien por allá?

—Sí... Es sólo que me siento sola. —mi voz se quebró.

—Oh, hija. —dijo conmovida—.¿Ashton no ha estado por ahí?

—Muy poco. —una lágrima recorrió mi mejilla.

Me sentía como una niña pequeña desprotegida, vulnerable. Necesitaba el amor de mi madre pero ese no estaba presente.

—Podrías invitarlo a salir o ir de compras con amigos.

—No me entiendes, quiero pasar tiempo CONTIGO. —enfaticé.

—Heather, sabes muy bien como es esto. Tengo mucho trabajo y no puedo darme el lujo de perder el tiempo...

—Entiendo. —dije seca.

—No, espera. No quise decir eso. —tartamudeó.

—No, mamá está bien. Comprendí perfecto lo que quisiste decir.

Entonces colgué y solté el teléfono al suelo con un gran vacío en mí. Me quedaba claro que mi madre me amaba pero nunca estaba cerca cuando necesitaba afecto y entonces no me servía de nada el amor que me decía tener.

(...)

Miraba un capítulo de un reality show para matar el tiempo cuando el timbre sonó y me emocionó el pensar que era Ashton quien se encontraba tras esa puerta.

—¡Hola! —saludó Phoebe parada en el marco de la puerta.

—Eh... Hola. —respondí con una sonrisa forzada—. ¿Cómo conseguiste mi dirección?

—Bueno... Se la pedí a Ashton. Espero no te moleste pero creí que estarías sola y podría hacerte compañía.

—No me molesta y gracias. Fue algo inesperado pero aún así, pasa.

Le abrí paso y se sentó en mi sofá, quitándose la mochila de los hombros.

—Wow, tienes muy limpio aquí para vivir sola. —echó un vistazo alrededor del apartamento.

-Sí. —reí. —Alguien viene a limpiar por las mañanas.

Hubo unos segundos de silencio y luego decidí cambiar el tema.

—¿Quieres ver una película? Tengo Netflix y palomitas. —ofrecí.

—Me gustaría, pero en realidad creo que necesitas alguien con quien hablar; no alguien con quién mirar Netflix.

—¿Yo? No, en realidad. —intenté disimular.

—Lo sé todo, Heather.

—Me doy cuenta, como mi dirección. —respondí graciosa.

—Bueno esta vez no le pedí a Ashton que me contara, lo notó en tu mirada y...

—¿Y ahora lees mentes o algo parecido? No sabes que tengo. —me puse a la defensiva.

—Tu padrastro te hace daño. —espetó.

—No es verdad, ¿quién te ha dicho eso? —luchaba por controlar mi respiración.

Todo se estaba sabiendo, mi vida se estaba desmoronando pedazo por pedazo y por dónde más me duele.

—Muchos lo comentaban en la escuela.

—No puede ser, están arruinando lo poco bueno que me queda; mi reputación.

—Algo ya manchada por cierto. —dijo entre dientes.

—¡Phoebe! —me quejé.

—Lo siento, no vine a juzgar sino a ayudar.

—No quiero ayuda. —miraba a la nada cruzada de brazos.

Me había convencido por un instante de que estando sola era la única manera de permanecer a salvo. Nadie me podría hacer daño, excepto yo.

No estoy a salvo.

—Heather, si necesitas una amiga, aquí estoy. —dio media vuelta sonriendo.

¿Quién es bueno? ¿Con quién estoy a salvo?
 




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