Hurricane

Capítulo XIX

Heather's POV

Desperté y miré al reloj; eran las 7:42 a.m. Michael yacía sin camisa en mi cama mientras respiraba tranquilamente, aún quedaba algo de mi brillo labial en su cuello.

Anoche, después de una gran sesión de "besos y apapachos" estábamos exhaustos y Michael no quería ir a casa, nos fuimos a la cama y en cuando nos recostamos, quedé profundamente dormida en su pecho.

Lo cierto era que no sabía que seguía ahora, ¿se suponía que debíamos de dar el siguiente paso si es que esto era esa clase de relación?

Michael despertó y yo sólo pude pensar en algo para decirle:

—Hola. —sonreí.

—Hola. —imitó mi gesto intentando que su vista se acoplara a los fuertes rayos del sol.

—¿Dormiste bien? —pregunte nerviosa.

—Diría que sí. —bostezó.

Yo recordaba muy poco con exactitud debido a mi falta de sobriedad, sólo me quedaba claro que yo quería a Michael apesar de lo que me haya confesado y sin importar que es lo que él sienta por mi. Haría todo lo posible para que el sentimiento se convirtiera mutuo.

Si yo fuera esa clase de persona atenta le prepararía el desayuno, pero no soy así... Y tampoco sé cocinar. La realidad es que batallo por ser amable con ciertas personas y mi alimentación es más de comida enlatada.

—Alguien viene. —murmuró Michael.

Me era imposible pensar que mamá pudiera estar en casa, pero lo estaba y ya se encontraba parada en el marco de la puerta, mirándonos.

—Ehhh... Yo... —titubeé.

—No quiero que me expliques nada, Heather. —dijo severamente.

Michael tomó sus zapatos y se puso su camiseta, saliendo del cuarto y posteriormente, del edificio. Yo mantuve la mirada gacha hasta que mamá habló de nuevo.

—El desayuno está listo. —sentenció abandonando la habitación.

«Qué genial debió ser dormir con Michael, un paso más y de seguro te lo follas, felicidades. :-D» Leí desde mi pantalla.

—Extraño, te eché de menos a ti y a tus simpáticos emoticonos.

Frunciendo el ceño me dirigía a las escaleras y comencé a bajar una a una.

—¿Por qué estás aquí? —le pregunté en el transcurso.

—Tu padre me llamó y dijo, o mejor dicho me reclamó porque no había venido a casa. —rodó los ojos.

—Impresionante que hayas llegado tan rápido. —jadeé riendo.

—Estaba en Canberra por negocios y vine en cuanto pude.

—No vino Ben, ¿cierto? —pregunté nerviosa.

—No, él tuvo que viajar hasta Perth. Espero nos alcancé pronto.

—Sí... —susurré—. ¿Entonces no estás molesta? ¿No dirás nada sobre lo que viste?


Quizá lo preguntaba porque una parte de mí extrañaba a sus regaños y reproches por más que me molestasen.

—Sí, pero no me sirve de nada hablar de algo que sabes perfectamente bien. Sabes que no puedes traer citas aquí.

—Mamá, él no es mi cita y ni siquiera hicimos nada malo. —me quejé.

—Te conozco, Heather. —sentenció.

Mis mejillas comenzaron a arder de coraje, ella no me conocía en lo absoluto, menos después de todas estos meses. Pero ella dice conocerme, vaya.

—¡No me conoces! Si lo hicieras sabrías por todo lo que estoy pasando. —dije.

Caitlyn, mi mamá, no supo que decir; supongo que porque sabía que era verdad lo que dije.
Ella nunca hablaba demás, sólo lo hacía cuando lo creía necesario, fue por eso que sin más se sentó a comer en silencio.

Debo admitir que esperaba que esto sucediera, mi madre y yo eramos tan diferentes que simplemente no se podían evitar las discusiones.

(...)

El entorno estaba algo sombrío, apenas y podía ver gracias a la densa niebla. Era extraño tener días así en Sydney, era por eso que los disfrutaba tanto, todo el ruido que existía era ya lluvia callendo y el claxon de los autos en las aceras.

Por alguna razón en ese tipo de días me daban ganas de salir, oler un poco la tierra mojada, explorar y buscar alguno que otro problema, como de costumbre. Por eso me dirigía a casa de Phoebe a ver que podíamos hacer juntas y matar el tiempo.

—Hola. —saludé.

—¿Estás con Michael y no me lo dijiste? —preguntó estrepitosamente.

—¡Sólo vengo yo! —bromeé.

—Vamos, sabes a lo que me refiero. —se cruzó de brazos.

—¿Qué? —reí.

—Dicen que lo vieron saliendo de tu casa. —se rascó la nuca.

—¿Cómo es que te enteras de todo?

—No es mi culpa tener tantos contactos. —rió—. ¿Qué hiciste con él? ¿Pasaron la noche juntos?

—¿Seguirás interrogándome o me invitarás a pasar? —cuestioné.

—Lo siento. —se disculpó abriéndome paso a su casa.

—La verdad es que no estaba en mis planes hablar de Michael, pero no esperaba que ya todo mundo lo supiera.

—¿Entonces porqué viniste? —preguntó.

—Mamá está en casa. —hice una mueca.

—¿Qué hay de malo en eso?

Phoebe me estaba irritando con tantas preguntas pero aquella última sí que me puso a pensar; quería a mi mamá en casa, pero no cuando ella entra a mi cuarto sin tocar y me encontraba con chicos, sobre todo con Michael. Puede que haya sido mi error, pero esa situación me arruinó la tarde con mi mamá.

—Es incómodo estar con ella cuando cree que me descubrió teniendo sexo con Michael. —reí.

—¿Entonces no pasó nada? —alzó una ceja.

—Pues no. Sólo nos besamos, creo. Estaba algo borracha para recordarlo.

—Espera. Ya no siquiera lo voy a preguntar, no puedo creer que hayas bebido, tiraste un mes de progreso a la basura.

—Lo siento, ¿Sí? Sentí mucha ansiedad y no pude evitarlo. Luego Michael llegó y me dijo que...

Yo simplemente me callé, no sabía si debía contarle a alguien de su problema, incluso a Phoebe. Confiaba en ella, pero estaba segura de que yo era la única persona a la que le había contado aquello, eso creo.

—¿Qué te dijo? —preguntó Phoebe aún enfadada.

—Nada. No debería hablar de eso.

—¿No debes o no quieres?

—¡Maldición, Phoebe! ¡Deja de hacer preguntas! —grité.




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