Hush ©

Capítulo 6 “El sueño de los cinco”

¿Es normal sentirme culpable cada vez que mi familia me mira? Es como si me estuvieran juzgando, como si hubieran decidido que la culpable de la muerte de Heather fui yo. 
Quedé loca, ya nadie me toma en serio. Quizás sino hubiera hablado con mis amigos, estaría más perdida de que estaba ahora. 
Si mis padres se llegaban a enterar que estuve buscando entre los archivos familiares, oficialmente me encerrarían en un psiquiátrico. 
Me levanté de la cama algo cansada y con mucho dolor de cuello... hoy no tenía ganas de Educación Física. 
Me vestí rápidamente, y decidí que no iba a desayunar. No tenía muchas ganas de lidiar con mis padres, menos a la madrugada. Me puse al lado de la ventana y esperé a que llegara el auto de Lion. 
En cuanto vi que se estacionó, salí corriendo evitando cualquier tipo de pregunta.

—Hola —dije con una media sonrisa mientras cerraba la puerta —. Lion —me quedé estática al ver su rostro apagado y con unas terribles ojeras.

—Hola Vania —sonrió de manera forzada y aceleró rumbo al instituto —. Lo siento anoche no pude dormir muy bien, soñé algo muy extraño.

Arrugué mi frente y lo miré detenidamente. 
—¿Qué cosa?

Lion tragó saliva, como si realmente le costase hablar. 
—Soñé que estábamos en el lago los cinco, era de noche y estábamos esperando algo —apretó sus puños en el volante dejando sus nudillos blancos de la fuerza —. Esperando a alguien ¿Y sabes que fue lo más curioso? Ese día era tu cumpleaños.

Sentí un pequeño escalofrío por todo mi cuerpo y me limité a asentir. 
Faltaba unas dos semanas para mi cumpleaños y con tantas cosas que pasaron, me había olvidado por completo. Me daba angustia pensar que iba a ser el primer cumpleaños lejos de Heather. 
No hablamos durante todo el trayecto, y en cuanto estacionó el auto me bajé enseguida. 
Caminé hasta el campus sintiendo los pasos de Lion detrás mío. En cuanto divisé a Loren y Karo, supe que algo andaba mal.

—Hola chicas, ¿Cómo están?...

—Ambas tuvimos un sueño muy extraño, lo peor es que se parecen —dijo Karo en un susurro.

—Estábamos en el lago —comenzó diciendo Loren.

Arrugué mi frente sin entender nada, hasta que Yago apareció si emitir ruido. 
—Soñé que para tu cumple fuimos al lago los cinco. Dios, anoche no pude dormir nada —acarició su cuello e hizo una expresión una leve mueca.

Hice contacto visual con Lion y tensé mi mandíbula. ¿Por qué todos soñaron lo mismo excepto yo? ¿Qué significaba? ¿Qué debemos hacer? 
Los chicos rápidamente comenzaron a hablar de lo que habían visto y coincidieron en todo. En sus miradas se reflejaba miedo y al final se me quedaron viendo fijamente, como si estuvieran esperando alguna especie de respuesta de todo ésto por parte mía.

Alcé mis manos desconcertada. 
—Yo no soñé nada, mierda —arrugué mi frente algo preocupada —. ¿Qué es lo que está pasando? Todos nos reunimos en mi casa y de la nada esa misma noche sueñan lo mismo. Siento un déjà vu...

El profesor nos interrumpió tocando dos veces el silbato. Nos indicó los ejercicio que dibíamos hacer y luego tomó asiento en una de las sillas para vigilar que cumplamos la consigna. 
Rodé mis ojos, odio ésta materia. 
Comencé a correr al rededor de la cancha de baloncesto y traté de pensar en algo.
Vamos Vania, en algún lado escuchaste hablar de ésto, recuerda, recuerda, recuerda.
Pensé en mi abuelo y ahí me di cuenta de que en los archivos nunca encontramos nada de él. 
Me detuve en seco y me quedé viendo un punto fijo en el espacio. 
¿Dónde guardaron sus cosas? Ahora que lo pienso lo único que me quedó de él fue el rosario que me dio.

—Vania —susurró Loren trotando en el mismo lugar —. ¿Qué haces? El profesor te está mirando feo.

La miré atónita. 
—Hay que investigar donde guardaron las cosas de mi abuelo. Hay algo ahí que nos puede servir, estoy segura.

—¡Señoritas! ¡¿Acaso quieren correr tres vueltas más?! —el profesor gritó a lo lejos e instintivamente nos separamos y comenzamos a correr nuevamente.

Ahora tendré que hacer el esfuerzo de hablar con mis padres. Tenía miedo pensar en lo que podrían llegar a decirme, estaba casi segura de que no querrán ayudarme. 
Pero por el momento eran las únicas personas que debían saber donde fueron llevadas las cosas de mi abuelo. 
Les guste o no, no me rendiré en averiguarlo y encontraré la forma de descubrirlo. 
La clase pasó rápido y sentía la mirada de mis amigos seguirme a todos lados. Ellos sabían que en algo estaba pensando, y no los culpaba, el que todos hayan soñado lo mismo causaba un poco de miedo.

—¿Nos vas a contar que tienes en mente? —dijo Yago algo ansioso.

—Tengo que hablar con mis padres. Quiero saber dónde guardaron las cosas de mi abuelo —bajé la mirada pensativa —. Por ahora no hay nada que ustedes pueden hacer, tendrán que tener paciencia. En cuanto sepa algo, les digo.

—¿Crees que tus padres te dirán algo? —Loren arrugó su frente.

—No, pero no me rendiré hasta que me digan algo que sirva —apreté mis puños algo enojada —. Pasé gran parte de mi vida asustada y bajando la cabeza frente a ellos, no seguiré sufriendo por lo mismo. Ya estoy cansada —negué lentamente —. Y saber que ahora sus sueños están extrañamente conectados, me genera más curiosidad. Sé que había escuchado de ésto con mi abuelo, pero no estoy segura.

El resto del día se pasó bastante rápido. Eso me ayudó a despejar la mente y pensar en otras cosas. 
Cuando murió Heather fue un día a mitad de año, por lo que me ausenté en el instituto pero tuve que volver a clases sino perdía el año. Creo que el haber vuelto me ayudó a no estar encerrada en mi pieza y pensar en mi hermana, la mente humana es tan masoquista que cuanto menos quieres pensar en algo más lo piensas. 
El volver a clases hizo que me centrara en otras cosas, la gente al rededor, los profesores, el bullicio de mis compañeros, inconscientemente me sacaban de aquel pozo negro. No sé que  pasado si hubiera sido al revés, y tampoco quisiera descubrirlo. 
De por sí mis padres nunca fueron un gran soporte para mí, pero eso no quita el hecho de que se preocupan por mi "salud mental". Por más no me crean o me traten de loca, al menos tengo su atención y me notan.
Luego de despedirme de los chicos, llegué a mi casa y me quedé unos segundos viendo la perilla de la puerta principal. Repasé una y otra vez lo que les voy a decir, y cómo se los voy a decir.
El auto de mi papá estaba estacionado y eso me dio a entender de que ambos estaban en casa, por lo que me tendré que en frentar con los dos al mismo tiempo.



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En el texto hay: fantasmas, miedo, terror

Editado: 05.09.2020

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