Huyendo al Amor

III

 

Había pasado un mes completo, donde había estado evitando a los Hoffmann a toda costa, claro que cuando el padre de Ben iba me sonreía de forma cómplice lo que me hacía sentir avergonzada, no volví a ver a Elijah por el colegio desde pascuas y agradecí por eso, donde si lo veía era en los anuncios y en la televisión, comencé a salir con Erick, los findes de semana salíamos a comer y en los días laborables tomábamos café, Sofí y yo nos anotamos en una clase de yoga, íbamos todos los sábados en las mañanas, cada vez que salíamos a correr en el parque cerca de casa, me sentía muy cansada, a veces tenía unos dolores de cabeza horribles y supuse que era porque muy pronto sería el final de clases y debíamos presentar los exámenes y notas, el estrés acabaría conmigo, mi tía se alarmó cuando me maree y casi bajo las gradas rodando, me programó la cita con el médico le dije que iría después de clase, tome todas mis cosas y salí, cuando estuve afuera lo vi, era Elijah, no sabía que hacer ni donde esconderme, él no me vio y Ben salió corriendo a su encuentro Erik se acercó a mí y fue mi salvación caminamos unas cuadras hasta donde tomábamos café y me disculpé y le dije que tenía que ir a ver a mi tía, él entendió y fui al hospital, me sacaron sangre, lo típico le explique mis síntomas y lo estresada que estaba, me dijeron que lo mejor seria esperar a los resultados, estuve en la sala de espera, un rato, hasta que una enfermera se me acercó

 

—usted es la señorita Adkins — dijo y asentí — el doctor la espera en su consultorio

—gracias — dije, ella me sonrió

 

Entre al consultorio y el doctor tenía mis resultados en la mesa, me invitó a sentarme

 

—sus resultados están bien — dijo — fuera de que tiene principios de anemia, está un poco baja de peso para su condición — lo mire

—¿mi condición? — asintió

—felicidades, señorita Adkins, está embarazada — sentí que me había caído al lago más congelado, o que caminaba en Alaska con solo traje de baño

—¿perdón? — dije — ¿puede repetirlo?

—felicidades, esta embarazada, le agendará una cita con el ginecólogo, mientras tanto tenga — medio unos folletos yo los tome — y esta receta para la anemia, claro está deberá presentarla primero al ginecólogo así no le hará daño al bebé — se puso de pie y yo lo imite — felicidades — extendió su mano y yo la estreche

 

Esto parecía una mala broma y ahora qué le dirá a mi tía, tenía trabajo, pero como explica quien es el padre, no podría ser obra del espíritu santo, estaba aterrada, tenía ganas de llorar, de gritar, de volver el tiempo atrás y no cometer esa locura cuando llegue a casa, no había nadie todavía, escuche voces que venían de la entrada, eran mi tía y Sofí

 

—cariño, ¿cómo te fue qué te dijo el médico? — dijo mi tía, yo la mire y no pude más me eche a llorar, como niña, ella me abrazó y me ayudó a sentarme Sofía se sentó con nosotras

—lo siento, tía, ella me miró, lo siento — ella me miro preocupada

—¿pero qué pasó cariño? Me estás asustando — dijo

—tengo anemia y estoy baja de peso — dije, ella me sonrió

—eso no es malo se puede arreglar, comiendo bien — dijo — no llores

—mañana tengo cita con el ginecólogo — ella me miró

—¿el ginecólogo? — asentí — ¿Por qué con el ginecólogo?

—estoy embarazada — me eché a llorar

—¿Qué? — dijo Sofí

—¿cómo?— dijo mi tía

—ay mamá, como si no me hubieras enseñado cómo vienen los bebés al mundo — dijo Sofí

—si, ¿pero con quién? — me separe de ella y me sequé las lágrimas y miré a Sofí

—hay, no — dijo ella — hay no

—Sofía, sabes quien es el padre — ella asintió

— es mi jefe — dijo y mi tía me miró

—fue en la fiesta de Sofí yo estaba triste, un poco ebria y …, no sé qué hacer — ella me miró

—cariño, estarás bien, estarás bien, te ayudaremos, te vamos a apoyar — dijo mi tía

—menos en los pañales — mi tía miró con mala cara a Sofí — oh está bien

—sí, sabes quien es el padre, creo que tiene derecho de saberlo Ari, no puedes negarle el derecho de que será papá, eso sería muy cruel, sin importar quien sea — la mire

—¿pero como se lo diré? — dije — no lo conozco bien

—lo sé, pero no es algo que se pueda guardar para siempre Ari, ese niño merece un padre y ese hombre merece saber que tiene un hijo — dijo — vamos deja de llorar eso no te hace bien, mañana iré contigo al médico para escuchar todo lo que hay que hacer para cuidarte, en tu condición no puedes estar así es peligroso para ti y para tu bebé, te haré un agua para que te tranquilices, ve a cambiarte, las dos — la mire y la abrace

—gracias tía, no sé qué haría sin ti, si estuviera con mis padres, tendría que pensar en donde ir a vivir — ella me sonrió

—hay Ari — dijo Sofí — podremos convertir ese cuarto que no usamos en el del bebé y tendrá buena luz — dijo — desde este momento te diré que lo voy a mimar no importa si es niño o niña lo haré, voy a hacer tía, que emoción — se fue de la sala

—es la más feliz — dijo — tranquila, cariño, no te dejaré sola sé lo que se siente y jamás lo haría — me abrazo — pero debes hacer lo que te digo — asentí

—encontraré una manera de hacerlo — dije pero como lo haría

 

La ropa me seguía quedando, pero los zapatos me mataban, así que a veces tenía que sentarme en las horas de receso, y cuando tenía que hacer guardia trataba de estar lo menos en el sol, me agotaba, mi tía fue conmigo al médico me dieron varias vitaminas y ácido fólico y una dieta para subir de peso, pero la anemia seguía siendo un problema no podía arreglar eso y dijo que se volvería peor con el tiempo, ellas estaban preocupadas Sofí me llamaba para saber como estaba, muy pronto sería el cierre del año. Ahorra estaba en el patio con los niños en un proyecto de arte, corrían por todos lados, después llegó Erick lo había estado evitando las últimas semanas




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