Huyendo al Amor

VII

Habíamos decidido suspender la luna miel, él tenía mucho trabajo y las clases iniciarán una semana después de nuestra boda, estuve de acuerdo, en mi estado lo último que quería era viajar, lo que él hizo fue tomarse toda la siguiente semana y Colin lo reemplazó.

 

—te apetece salir — estaba sentada en el sillón con las piernas extendidas me dolían un poco — según Amelia te hará mejor — miré a fuera así un día lindo, pero tenía mis piernas algo cansadas y tenía un humor de los mil demonios no quería que Elijah se me acercara, y si lo hacía salía corriendo a vomitar, Amelia se había reído de él; yo asentí y me puse de pie, él quiso venir a ayudarme, pero lo mire para que no se acerque — hasta ¿Cuándo estarás así? — alce los hombros al ver su reacción suspire y me senté

—no lo sé con estas hormonas que me tiene loca, será mejor irnos — él asintió

—vamos

 

Paso por mi lado y le detuve él me miró y yo le agarré de la mano fuimos así hasta el ascensor y salimos del edificio cruzamos hasta central Park y comenzamos a caminar, en medio camino me dio ganas de un algodón de azúcar que después se lo di a Elijah cuando me empalago, se lo quite cuando no pude ver como se lo comía, el sol se rio y seguimos caminando, nos sentamos en un claro para descansar un poco, había muchas familias en ese lugar, niños jugando, madres con sus bebés, mascotas, parejas, me apoye en mis manos y mire al cielo Elijah se sentó a mi lado y reposé mi cabeza en su hombro él cuidadosamente puso su mano en mi cintura, no le dije nada aunque eso me hizo sentir escalofríos.

 

—tengo hambre — él me miró como si estuviera loca y después sonrió

—¿Qué quieres comer? — me puse a pensar y recordé que me había dicho que nunca había comido comida chatarra

—ya sé, ven vamos — me puse de pie tan rápido que casi me caigo, él me ayudó y fuimos a donde sabía que nunca él iría cuando llegamos él me miró mal

—ni de broma voy a entrar ahí — dijo

—podríamos comer una hamburguesa — digo, él me mira horrorizado

—Ariadna, ni lo sueñes, podríamos ir al restaurante Italiano que no está lejos de aquí — dijo

—un Big Box con extra papas, tres postres y una malteada de fresa — digo

—no pienso comer eso — asentí

—sin malteada de fresa, entonces unas sodas — digo entrando al local y poniéndome a la fila, él seguía afuera, debatiéndose por entrar, al final entro y ocupa una mesa ubica lejos de las ventanas que daban a la calle, hice el pedido, uno de los ayudantes me ayudó llevarlo hasta la mesa, me senté frente a Elijah que parecía algo molesto, yo lo mire y señale el plato

—podrías complacerme alguna vez — dijo, yo sonreí

—es un matrimonio querido, de eso se trata volverte loco — sonreí y tome la hamburguesa y la mordí, él me sonrió y tomó la suya, yo me limpie con la servilleta, él miró a la hamburguesa como si fuera de otro mundo y la mordió muy lento como si estuviera comiendo veneno, yo me reía a cada rato y solo me miraba con mala cara, cuando se tragó me miró

—no está mal, pero si sigues así pensaré que quieres matarme — yo me reí

—¿te ha gustado? — asintió — bien creo que no estuvo mal — sonreí

—vas a volverme loco — dijo, yo solo seguí comiendo

 

La ropa del trabajo era algo apretada, como lo supuse para esa fecha el vientre ya se me notaba lo suficiente como para comprar ropa nueva, había salido con Amelia y Sofí a comprar ropa, y un pantalón materno para el trabajo al igual que una camisa, cuando me vi al espejo me sentía fea, horrible la ropa me incomodaba un montón quería regresar a la cama, y ponerme de pijama la camiseta de Elijah, el asomo su cabeza por la puerta, yo respire para guardar la poca paciencia que me quedaba, pero sentía tantas iras al verme con esa ropa, él se paró detrás de mí

 

—te ves bien — yo negué con los ojos llenos de lágrimas él me miró asustado y sin saber que decir — ¿Por qué lloras?

—porque me veo fea y esta ropa no me gusta como me queda es incómoda, quiero quedarme en la cama, esto es horrible — hice pucheros, berrinches y él me miraba como si tuviera dos cabezas

—pero te ves bien — negué

—no es cierto parezco una sandía, una fea sandía — él me abrazo

—te dije que no es necesario que vayas a trabajar, podía conseguir una suplente y listo — mi esposo era dueño del lugar podía hacer lo que quisiera, pero yo no quería eso así que me separe me sequé las lágrimas

—voy a ir a trabajar no soy una mantenida — pase por su lado y fui a la cocina, Amelia estaba ahí

—te ves hermosa — sonrió

—gracias, pero esto es incómodo — ella asintió

—tal vez te pueda ayudar — se acercó a mí hizo algo y ya no está tan ajustada la camisa en mis pechos — suelen crecer algo, debes considerar comprarte unos más grandes — la mire y asentí, Elijah apareció

—será mejor que nos vayamos si no quieres llegar tarde — dijo, mire el reloj, era tardísimo

—Amelia en el refrigerador está la comida — ella asintió, Elijah me tomo de la mano hasta el elevador, al bajar subimos a no de sus autos

—ellos te cuidarán — señaló al chofer y a su acompañante, lo habíamos hablado ayer y según yo no habíamos llegado a ningún acuerdo — por favor — me tomó de la mano — lo último que quiero es que te pase algo — lo mire

—¿Por qué me pasaría algo? — dije

— porque ahora eres una Hoffmann, eso significa poder, pero también que muchos querer acercarse a ti para obtener algo de mí — lo mire sabia que no lograría convencerlo de que no los necesitaba, así que accedió

—está bien, pero no quiero que asusten a mis alumnos — él asintió

—no los notarás créeme yo no lo hago — no claro que no él los ignoraba que era otra cosa, no sabía ni cómo se llamaba la señora que limpiaba su casa cada semana, Mari era una persona muy dulce y sabíamos conversar cuando estaba ahí




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